Las elecciones estadunidenses han sido muy polarizadas. Las casas encuestadoras no dan ganador a nadie. Por tanto, hasta anoche imperaba la incertidumbre. Los proyectos de país de cada candidato son muy distintos. Impera la polarización que puede desbordarse o terminar en tribunales. La pregunta que me hice anoche es si el voto religioso puede jugar un papel decisivo en la elección. EU es el país más religioso de Occidente. Más de 60 por ciento se declara cristiano, pero hay una tendencia secularizante de jóvenes que se dicen sin religión y sin creencias.
En este contexto precario, ¿las tendencias religiosas del voto ayudarían a comprender mejor el comportamiento final de los votantes? La variable religiosa, que los sociólogos integran como factor de identificación partidista, ¿podría ser un indicador seguro?
El prestigioso Pew Research Center asevera que las intenciones de voto de los grupos religiosos nos ayudarán a definir al ganador de esta contienda. Los politólogos estadunidenses están divididos frente al alcance e impacto del factor religioso en los comicios.
Existe una clara división entre los votantes: un bloque republicano de votantes blancos, cristianos evangélicos y católicos. Por otro lado, una argamasa de votantes demócratas, compuesta por cristianos, católicos latinos, votantes étnicos, no cristianos, pero también sin religión.
La división religiosa es también política e ideológica. Los protestantes y católicos blancos son la población adinerada en EU. La clase media, urbana y con mayor escolaridad estará con Kamala Harris.
El ascenso de los llamados sin religión ha aumentado notoriamente y replantea el mapa político religioso del país. Algunos llaman, la irrupción de un nuevo eje ideológico que atraviesa todas las confesiones. Así como entre los progresistas y conservadores. Esta nueva configuración incide la práctica religiosa, es decir, la asistencia a los servicios religiosos es un buen indicador. Los asistentes más frecuentes a los servicios religiosos votan por los republicanos, mientras los practicantes más ocasionales o de plano inasistentes, muy probablemente votarán por demócratas. A este fenómeno cultural le llaman algunos observadores “la brecha de Dios” (God gap).
La relevancia del voto religioso viene desde los años 80 bajo la era de Ronald Reagan. Es el resultado del momento político internacional marcado por líderes conservadores como Margaret Thatcher y el papa Juan Pablo II, así como el progresivo derrumbamiento del bloque socialista. Las iglesias se politizan y determinan casi en bloque el voto de sus fieles.
El Partido Republicano desde los 80, y Donald Trump desde su entrada en política, no escatimó esfuerzos para crear bloque republicanos cristianos. Parece haberse transformado en el partido de Dios. El Dios estadunidense. Los republicanos ahora parecen ser “restauracionistas”, al afirmar que las instituciones y sociedades de ese país son originalmente de carácter cristiano. Se ha creado una nebulosa política religiosa. Los republicanos han creado una heterogénea red de organizaciones, grupos de presión y empresarios religiosos. La derecha, los fundamentalistas y la ultraderecha hermanan objetivos y recursos.
El aborto en la disputa presidencial. ¿Qué pasa con el aborto? En junio de 2022, la Corte Suprema de EU anuló el derecho constitucional al aborto, conocido como el fallo Roe vs Wade, dejando la decisión en manos de cada entidad. Como resultado, 14 de los 50 estados de EU prohibieron el aborto en todas las etapas del embarazo con muy pocas excepciones. Cuatro lo han prohibido después de aproximadamente seis semanas de embarazo.
La prohibición se basa en la creencia religiosa alimentada por iglesias conservadoras de que la vida humana comienza en el momento de la concepción y que los niños no nacidos tienen derecho a la vida. Aunque el nuevo fallo fue celebrado por muchos republicanos y conservadores cristianos que querían prohibir el aborto en el país, las encuestas muestran que la mayoría de los estadunidenses en realidad apoyan el acceso al aborto. Harris ha expresado su firme apoyo al derecho al aborto en todo el país, mientras Trump ha reculado en el tema reclamando que se les ha pasado la mano. El poderoso bloque de cristianos republicanos empieza, electoralmente, a resquebrajarse.
De ganar Trump en esta elección se extenderá un manto conservador en todo el mundo, en especial en América Latina. Es preocupante que el concepto de supremacismo blanco se puede presentar como una ideología política o una religión. La supremacía de la raza blanca es un conjunto de dogmas que sustentan a las personas blancas como superiores a todas las otras razas y etnias. EU, el país elegido por Dios a expandir una noción del cristianismo y de la palabra de Dios. Por tanto, tienen el derecho del dominio político, económico, racial y religioso. Dicha supremacía blanca combate a otras etnias como los afroestadunidenses, latinos y judíos.
En EU, dicha hegemonía blanca la encontramos desde los orígenes de la nación al justificar la extinción de los grupos originarios y amparar la esclavitud. Pese a los históricos movimientos por la igualdad y defensa de los derechos humanos de las minorías, el supremacismo persiste en el sustrato de un país marcado por las continuas olas migratorias de todo el mundo. Un importante repunte de la preponderancia racial blanca se mostró en las elecciones de 2016 con el advenimiento de la administración Trump.
Para América Latina, el eventual triunfo de Trump sería un verdadero invierno, un desastre bajo una capa oscura de regresiones.