En Rumba para las calaveras, el objetivo era convocar a los gustosos del baile a preservar la costumbre de dar brillo al piso de madera del Salón Los Ángeles, sea cual sea el pretexto.
La fiesta, que se unía a todas las celebraciones del Día de Muertos, más allá del protocolo de la efeméride, tuvo el objetivo de mostrar a los amantes del baile que hay músicos representantes de la rumba viva que están para darlo todo en cualquier celebración. Es decir, que los relevos generacionales están listos para continuar en México la música sabrosona, como la que se escuchó en el recinto de la calle Lerdo.
No muchos llegaron a la cita de baile con las calacas convocada por Rumbiamba (Cumbia Brava), Atracción Orquesta y Tentación del Caribe, así como el diyéi Benom. Pero los que escucharon el llamado, casi de ultratumba, y decidieron ir, mutaron en zombis del dance, disfrutaron de la cadencia y sintieron la armonía hasta la epidermis para sacar sus mejores pasos con piezas clásicas y cóvers de salsa y cumbia.
La atmósfera de paz y festejo que se respiró en el llamado Templo del baile a través de las bandas mencionadas, sugirió, extrañamente, que las parejas en la pista quizás estuvieron acompañadas de almas que no han podido llegar o están en un limbo, o simplemente en vida física fueron amantes de mover el cuerpo con música.
Comenzó la tocada Rumbiamba, ejecutando cumbia de antaño con sabor chilango y ofreciendo rolas como El campanero, Leyda, Cumbia sampuesana, Pájaro cenzontle (de Cecilio Pedraza), para que los bailarines cayeran ante el embrujo de las andanadas sonoras y la voz magnética de Joana Águila, que hicieron mover hasta el papel picado… o quizá lo hizo algo más.
Guaracha
Unos cuantos se lanzaron al centro a sentir las vibraciones guaracha-diamortorias y giraron y dieron vueltas y volvieron a rotar sintiendo que el lugar era suyo.
El monta-discos se encargó de hacer el loop del ruido para que la música no dejara de sonar e hiciera latente el circuito del dance en lo que se subía al escenario Tentación del Caribe, orquesta de música cubana dirigida por Ramón Driggs, en la que destaca cañón la potente voz de Daniela Driggs, que hizo encender cualquier vela.
Soltaron cóvers de salsa al estilo timba que fueron una descarga emocional que trasmutó enmovimiento.
Piezas como Calí pachanguero, de Niche, o incluso un homenaje a la pieza De mí enamórate, de Daniela Romo, en versión salsa, fueron suficientes para hacer levantar de sus asientos a las parejas y compartir el espacio con los difuntos.
Cerró la descarga Atracción Orquesta, que lleva algunos años rumbeando por estos lares y que con la fuerza de la voz de Zay Collado, incitó a vivos y muertos a darse un paseíllo gozando, rumbeando, salseando y cumbiando con energías de otro lugar por barrios chilangos como el de la Guerrero.