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Debates de izquierda a derecha concluyen: no da igual quién gane

03 de noviembre de 2024 08:12

Nueva York y Washington. En debates intensos en foros, las calles, universidades, en agrupaciones liberales y progresistas, en las juntas editoriales, en los centros de análisis sobre las implicaciones de esta elección al llegar casi a la culminación de esta contienda aberrante, todos –de derecha a izquierda– están de acuerdo en una cosa: no da igual quién gane.

Por un lado, para todo el abanico de opositores al candidato republicano (incluyendo varios de sus correligionarios, desde la familia Cheney y Bush hasta el Terminator Arnold Schwarzenegger) el proyecto neofascista de Donald Trump deja clara su agenda –es explícita–. Aunque algunos analistas argumentan que mucho del discurso del magnate es retórica sin contenido, la evidencia demuestra lo contrario.

Línea dura

Trump ha propuesto a lo largo de su campaña, entre otras cosas: deportaciones masivas de migrantes mediante la Guardia Nacional y algo así como crear campos de concentración para detenerlos; asegura que perseguirá a sus opositores políticos por conducto del Departamento de Justicia, y ha prometido que desplegará fuerzas militares contra ciudadanos estadunidenses que forman parte de lo que llama el enemigo interno.

En su lista de acciones, de llegar a la Casa Blanca, está castigar a estados con gobiernos demócratas en el manejo de desastres naturales (que sí hizo cuando fue presidente). Ha afirmado que bombardeará a Irán y usará la fuerza militar contra los cárteles en México; continuará con la anulación de derechos al aborto y de libertades civiles, así como que impulsará medidas proteccionistas con graves consecuencias para los socios comerciales del país. En un editorial esta semana sobre estas propuestas y otras, The New York Times advierte: créanle.

Por otro lado, la oferta de los demócratas es más de lo mismo de los cuatro años recientes, pero ahora con alguien más joven que el presidente Joe Biden –quien se vio obligado a ceder la candidatura ante la presión de la cúpula de su partido y de las encuestas–, quien se proclama como líder de una nueva generación (a pesar de sus 60 años de edad). Aunque casi todos los opositores de Trump ovacionaron el cambio de jinete en medio de esta elección ante la cada vez mayor probabilidad de que Biden sería derrotado por Trump, no ha sido suficiente para cambiar la dinámica electoral al grado que deseaban.

Se debate si en parte esto es debido al mensaje cauteloso y centrista de la candidata demócrata Kamala Harris, sobre todo en algunos temas para sectores específicos del electorado, y en particular los estados claves que determinarán el resultado final, en donde ella ha decidido girar a la derecha: sobre el tema de control de la frontera y del flujo migratorio; el tema del apoyo incondicional a Israel en el genocidio en Gaza y sobre el tema ambiental. Para un amplio sector latino, y para los jóvenes, estos temas son decisivos, y la apuesta a no abordarlos de otra manera podría acabar siendo un factor en un derrota. e verá, pero no son pocos los que afirman que no pueden votar por alguien que es cómplice de un genocidio.

Este sábado, la única diputada federal palestino-estadunidense, la demócrata de Michigan Rashida Tlaib, rechazó endosar su voto a Harris por el manejo de la guerra en Gaza.

A la vez, para los anti Trump no deja de asombrar que, ante un candidato republicano que es convicto por fraude empresarial y por ocultar pagos para callar a una estrella de pornografía, y que enfrenta decenas de cargos criminales federales y estatales por intentar subvertir la elección pasada y por manejo ilícito de documentos secretos oficiales, entre otras cosas, a tres días de las elecciones, esta contienda sigue en un empate técnico.

De hecho, hay algo curioso en lo que Trump ha logrado proyectarse como el insurgente y a su campaña no como una candidatura más del Partido Republicano, sino como la cabeza de un gran movimiento popular, algo que proyecta en todos sus eventos. Y la insurgencia es contra el statu quo en Washington ahora representado por Harris y su jefe Biden (aunque el presidente ha quedado casi invisible en los últimos tres meses), y con ello ha logrado mantener un apoyo popular espectacular de una población que, de acuerdo con los sondeos, no confía en las instituciones democráticas del país, incluyendo la cúpula política y gran parte, como entre trabajadores industriales en estados claves y granjeros, se sienten traicionados por el gobierno y los demócratas que dicen representarlos.

Para algunos expertos en movimientos derechistas nacionalistas, Trump cada vez encaja más en la descripción clásica del fascismo.

Ante ello, el argumento más efectivo contra el republicano no es necesariamente promover un voto pro Harris, sino un sufragio masivo anti-Trump. Ese es el mensaje de todo un coro de líderes políticos y activistas liberales y progresistas. El senador Bernie Sanders –aún el político electo más popular entre los votantes jóvenes– y la diputada Alexandra Ocasio-Cortez han realizado eventos de apoyo para Harris en Wisconsin y en Pensilvania, con Sanders difundiendo mensajes a sectores progresistas y jóvenes que podrían definir el resultado si participan. Subrayando que ellos también tienen diferencias con Harris sobre migración, la complicidad en la guerra contra los palestinos y en asuntos ambientales, afirman, como lo repite Sanders en cada evento que Trump y sus amigos derechistas son peores.

Trump ha amenazado con deportaciones masivas de indocumentados; en la imagen de arriba, una ofrenda a migrantes fallecidos en su intento de llegar a Estados Unidos. Foto Afp
 

Un desastre para el país

Sanders insiste en que no se puede reducir la decisión del voto a un solo tema, y enfatiza que en ámbitos como el de los derechos de las mujeres, el cambio climático y el racismo, Trump sería un desastre para el país. Tiene que ser derrotado.

Ayer en Pensilvania, Sanders encabezó un acto de apoyo a la vicepresidenta, pero cuyo mensaje no fue centrado en ella, sino como una invitación al movimiento para ampliar los derechos de los trabajadores y enfrentar los planes de Trump para desmantelar el poder de los asalariados en el país. Es hora de construir una economía que funcione para todos.

Este tipo de mensaje sobre los temas, no necesariamente sobre la candidata, también es proyectado por líderes a favor de los derechos de la mujer, la defensa de libertades civiles y de los migrantes, así como de las agrupaciones a favor del control de armas de fuego, de las garantías constitucionales para la comunidad gay, así como por expertos en relaciones exteriores y en asuntos militares (vale recordar que ex generales que trabajaron con Trump, incluyendo el entonces jefe de gabinete y el jefe del Estado Mayor, lo han denunciado como irresponsable, peligroso y autoritario) y ambientalistas, entre otros.

Ese discurso ha sido repetido, con mayor credibilidad que la de los políticos, por estrellas de la cultura y el deporte, o representantes de movimientos sociales, algunos de los cuales han acompañado a la candidata demócrata, otros participando como parte de la resistencia contra Trump, entre ellos Bruce Springsteen, Beyonce, George Clooney, Jennifer Lopez, Mark Ruffalo, Don Cheadle, Stephen Curry, Stevie Wonder, Los Tigres del Norte, el presidente del sindicato automotriz Shawn Fain, la líderesa del gremio de sobrecargos Sara Nelson y gremios del magisterio, entre otros – algunos de ellos críticos progresistas del gobierno actual, pero que ante la amenaza de la llegada de Trump a la Oficina Oval, es necesario votar por la opositora a ese proyecto derechista.

Entre el gran mosaico de voces conscientes, liberales y progresistas, hay discrepancias sobre casi todo menos una: no da igual –dentro y fuera del país– quién gane en estas elecciones.

La congresista demócrata palestino-estadunidense, Rashida Tlaib, quien dijo que no apoyará a Harris por el manejo de la guerra en Gaza. Foto Afp
 


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