Uno. De un querido amigo y compañero: “Leo todo lo que escribes, incluso cuando titulas con palabras abstrusas”. Quizá, tenga razón. En lugar de aporofobia o alexitimia, bastaba con un simple “figlio di puttana” para aludir al presidente de los argentinos. Aunque tampoco me cierra una expresión que para maldecir o celebrar, acomp aña la jerga de los argentinos. V.gr.: “El general Videla fue un hijo de…”; “Messi metió un gol de maravilla ¡Qué hijo de…!”
Dos. En alguna ocasión, pregunté a un viejo poeta de Buenos Aires si en su época era habitual emplear con ligereza palabras ofensivas. Respondió: “La degradación de nuestro lenguaje coloquial, empezó con el envilecimiento del lenguaje político”.
Tres. Veamos. La semana pasada, cuando falleció el ex ministro de Salud Ginés González García (18/10), Milei manifestó: “Hoy partió uno de los políticos más siniestros de nuestra historia. Fue cómplice y responsable de la cuarentena más larga del mundo. Su incompetencia le costó la vida a más de 100 mil argentinos […]. Este era un hijo de remilputas y será recordado como un hijo de puta” (sic). Bien. ¿Algo más podía esperarse del irascible gobernante? Pero lo preocupante fue que los empresarios presentes en el Tech Forum Argentina, aplaudieron a rabiar.
Cuatro. Por otro lado, un comentario cruel a más de injusto, pues un estudio publicado por la revista científica The Lancet, ubicó a Argentina entre los países de la región que mejor gestionaron la pandemia. Y, de paso, el alucinado Milei cargó contra el derecho al aborto, con la clásica moralina ultraconservadora: “…a mayor población de un país, más probabilidad de encontrar a un Mozart”.
Cinco. ¿A cuento de qué Milei escupió sobre la memoria del eximio médico sanitarista? ¿Por su filiación “kirchnerista”, o porque Ginés García había enfrentado a los grandes laboratorios farmacéuticos? Como fuere, el presidente cerró su intervención, diciendo: “Cuando los anarcocapitalistas quieren reventar el Estado, tienen razón”.
Seis. Y en eso consiste, justamente, la ideología cero del “libertario” (sic), que a millones de pobres castiga con el estigma y los juicios morales que acarrean la dependencia, las enfermedades mentales y las adicciones. Flagelos que inciden en su autoestima, retroalimentando la espiral que dificulta su reinserción sociolaboral.
Siete. Ejemplos: quita de los medicamentos gratuitos a los jubilados, y aumento exponencial de los precios; despiadado ajuste en el presupuesto de las universidades públicas y centros de investigación científica; negación de tratamiento oncológico a niños, y de morfina a pacientes en estado terminal; deliberada pudrición de millones de toneladas de alimentos destinados a comedores populares; amenaza de privatizar el prestigioso hospital siquiátrico Laura Bonaparte, o centros pediátricos como el Garrahan, de referencia mundial en salud pública, gratuita y alta complejidad.
Ocho. La novedad es el goce con que los libertarios se ufanan en sus crueldades, observa el politólogo Sergio Kiernan. Y de mi lado, agrego: a más del cinismo institucional. En julio, 10 personas murieron de hipotermia en varias ciudades, mientras el Ministerio de “Capital Humano” (sic) conducido por la tenebrosa Sandra Petovello, se negaba a repartir 65 mil frazadas para hacer frente a ola polar. Y en tanto, el secretario de Seguridad de la ciudad de Buenos Aires, Diego Kravetz, explicaba a los medios su filosofía libertaria: “Si como vecino le das un plato de sopa caliente a la persona que vive en la calle, lo acomodás en la pobreza”.
Nueve. Un caso indignante tuvo lugar en la madrugada del 29 de abril, cuando la policía detuvo a cuatro jóvenes que circulaban en un coche sin placas por el barrio porteño de Villa Crespo, disparando balines de caucho a familias que dormían en la calle. Identificados, los jóvenes rechazaron la asistencia legal proporcionada por el Estado, y solicitaron la de un abogado de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentina (DAIA, brazo político del genocida Benjamin Netanyahu), cuyo presidente era Ariel Cohen Saban, padre de uno de los detenidos.
Diez. ¿Cuál término, finalmente, sería el apropiado para calificar a quien desde la primera magistratura ejerce la crueldad como modo habitual de gestión, al tiempo de celebrar el genocidio económico social en curso, so pretexto de que “la patria requiere sacrificios”? Paradójicamente, el amigo y compañero lector me remitió al diccionario y… ¡ya está!... “¡abstruso!” Un adjetivo que a su vez remite a “… lo recóndito, de difícil comprensión o inteligencia”.
Once. Grafiti apuntado en el baño de un bar de Buenos Aires, cuando el presidente era Alberto Fernández, y nadie daba medio centavo por Milei: “¡Que nos gobiernen las putas, porque sus hijos nos han fallado!”
Primera parte: https://www.jornada.com.mx/2024/10/16/opinion/019a1pol