Ciudad de México. El ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá adviritó que no se puede aceptar la reforma judicial porque no es viable, y de lo contrario sería claudicar en contra de la Constitución “y con ello renunciar también a nuestra libertad”.
Al participar este martes en el VI Congreso Internacional de la Unión Iberoamericana de Universidades y de las Cortes Supremas y Constitucionales de Iberoamérica, celebrado en la UNAM, cuestionó si la actual reforma judicial puede ser aceptada en una República representativa, democrática, laica y federal como México.
“La respuesta que propongo es que no, y lo repito, la propuesta que propongo en el proyecto es que no, no toda reforma judicial es viable”, dijo.
Criticó el sistema de postulación de candidatos a jueces, magistrados y ministros al señalar que es “incierto” por cambiar las condiciones de permanencia, “que genera votaciones que no son auténticas y que acaba por remover a todas las juezas y jueces, a todos los magistrados y magistradas de nuestro orden federal, obligando a los Estados de la República, Estados soberanos, en su orden interno, a replicar lo mismo, no cabe en una República como la nuestra”, dijo.
Destacó que lo anterior “no tiene cabida en nuestra Constitución”. En ese contexto, afirmó que el proyecto que resuelve cinco acciones de inconstitucionalidad contra la reforma, que el Pleno discutirá la siguiente semana, busca la conciliación y romper con la actual crisis constitucional en el país.
“Aunque pudiera parecer bélico en este punto, la propuesta que yo hago a mis pares es una propuesta que busca conciliar, romper las distancias que hoy nos mantiene en una crisis constitucional, donde el desacato y la inseguridad jurídica son cotidianos y no lo digo yo nada más. Propongo tejer, propongo tejer de la mano con la historia constitucional de nuestro país, esa historia que este año cumple 200 años”, señaló.
Destacó que la Constitución mexicana es “un faro para navegar las aguas oscuras y turbulentas de un futuro incierto” que se alimenta de las añoranzas del pueblo que ofrezca respuestas satisfactorias.
“Aceptar lo contrario implicaría claudicar; aceptar lo contrario implicaría claudicar nuestra responsabilidad como ciudadanos y con ello renunciar también a nuestra libertad”, concluyó.