La derrama económica que alcanzó la organización del Gran Premio de la Ciudad de México, realizado el fin de semana pasado, calculada por los organizadores en cerca de 18 mil millones de pesos, ofrece un buen ejemplo de cómo el dinamismo de las grandes empresas relacionadas con la organización de espectáculos, en donde también se encadenan los hoteles, empresas de transporte, restaurantes y empresas de seguridad en buena coordinación con los gobiernos pueden reportar resultados positivos en beneficio de la económica y los trabajadores, comentó Gerardo Cleto López Becerra, presidente del Consejo para el Desarrollo del Comercio en Pequeño y la Empresa Familiar SC.(ConComercioPequeño).
En contraste a los buenos resultados que se dan en torno a la organización del Gran Premio, “en diversos sectores de nuestra economía estamos registrando pérdidas económicas por la desorganización de los sectores, así como por leyes y reformas restrictivas y la dificultad para hacer propuestas a la administración pública en cualquiera de sus 3 niveles de gobierno, lo que termina favoreciendo el crecimiento de la economía informal que hoy tiene captado a más del 50 por ciento de la capacidad productiva nacional”, aseguró el presidente de ConComercioPequeño.
Los bólidos que corren en el Gran Premio alcanzan velocidades que pueden superar los 350 Km por hora, mientras que los visitantes, trabajadores, ciudadanos y comerciantes “que necesitamos mover nuestras mercancías en la Ciudad de México o Zona Metropolitana, recorremos entre 15 y 18 kilómetros en más de 2 horas, al tener calles llenas de baches, operativos de tránsito que de manera permanente bloquean la circulación, sobre-saturación de vialidades primarias, transporte de pasajeros ineficiente y programas obsoletos”, apuntó.
En la Ciudad de México, “ahora nos anuncian mayor cierre de vialidades para incrementar el programa de ciclovías, lo que afectará más la movilidad del transporte”, indicó.
Para Gerardo López como representante de los comerciantes en pequeño -entre los que se encuentran abarrotes y misceláneas, transportistas independientes, comercios de ropa, calzado y refacciones, alimentos y bebidas, negocios de venta de diversos productos, así como empresas familiares-, las nuevas autoridades deben tener mayor sensibilidad para cambiar varias de sus propuestas y reformas que en vez de dinamizar la economía y hacer que las empresas chicas, medianas y grandes corran “como bólidos”, nos pueden tener “atascados”, incrementando los controles que sólo benefician a unas cuantas empresas y permitiendo el crecimiento de la informalidad”.