La algarabía de la Fernandomanía resurgió cuatro décadas después en la casa de los Dodgers. Sin tener que subir al montículo, Fernando El Toro Valenzuela fue la estrella en el comienzo de la Serie Mundial de la MLB en el que su equipo ganó 6-3 gracias a un agónico grand slam de Freddie Freeman en 10 entradas. El triunfo selló un emotivo homenaje al ídolo histórico tras su fallecimiento el martes pasado a los 63 años de edad.
Fue una celebración en memoria del lanzador mexicano que cautivó a la afición por su arriesgada técnica de tirabuzón, lanzamiento con el que doblegó a tantos y tantos rivales. Ese potencial lo llevó a ganar en 1981 con los Dodgers la Serie Mundial, precisamente ante los Yanquis.
Fue entonces cuando se desató la Fernandomanía. La afición se emocionaba al verlo lanzar con tal perfección, mientras Valenzuela sumaba triunfos que lo llevarían a ganar el premio al novato del año y el Cy Young en la misma temporada.
Ahora, más de 40 años después de esas hazañas, los Dodgers y la afición despidieron a ese ídolo con un ambiente latino, entre flores y cánticos.
Un altar informal ante el letrero que da la bienvenida a los aficionados al Dodger Stadium se formó desde el martes, horas después de la muerte del ex lanzador y aún seguía ahí tres días más tarde.
Grandes arreglos florales en azul y blanco formaban el 34
, su número en el dorsal y estaban colocados en la esquina cerca de la entrada al estadio.
Un video mostró los momentos más memorables en la carrera del Toro Valenzuela. Un mariachi procedente de Sonora, su estado natal, interpretó canciones mexicanas mientras las pantallas mostraban fotos del legendario serpentinero.
La armonía de las trompetas de los mariachis fue de la tristeza de Amor eterno, de Juan Gabriel, a la alegría desafiante de El rey, de José Alfredo Jiménez.
El número 34 que solía portar Valenzuela de jugador retomó un significado emblemático para recordar al ex lanzador. Los jugadores de los Dodgers portaron un parche en la manga izquierda con esa cifra, mientras cientos de seguidores también llevaron franelas con el nombre del sonorense.
No hubo primer lanzamiento. Ese momento de honor que marca el comienzo del juego quedó reservado para Valenzuela, luego de que los ex beisbolistas Orel Hershiser y Steve Yeager colocaran la pelota en la parte posterior del montículo, donde se había pintado el núme-ro 34.
Las banderas del parque se izaron a media asta. Durante un minuto de silencio, los fanáticos corearon Fernando, Fernando
.
En medio de esa emotividad, la nostalgia y el dolor se revelaron en el rostro de Linda, la esposa de Valenzuela, y sus cuatro hijos, quienes desde el centro del estadio recibían el afecto de los seguidores del ahora mítico beisbolista.
Incluso ya en el partido, la afición añoraba las jugadas épicas de Valenzuela, había un halo de confianza en que la memoria de El Toro podría influir en el equipo para tomar ventaja frente los Yanquis.
Con información de Ap