Acapulco, Gro., Un año después de que el huracán Otis, categoría 5 (la máxima en la escala Saffir-Simpson), devastó Acapulco, dejando un saldo de 52 personas fallecidas y 31 desaparecidas, entre la población persiste la incertidumbre porque aún ven lejana una recuperación total en algunas zonas del puerto, en las que es visible el deterioro urbano y ambiental.
Sin duda, ha habido avances en la reconstrucción después de los estragos ocasionados por los vientos de hasta 300 kilómetros por hora que impactaron el puerto en los primeros minutos del 25 de octubre de 2023; sin embargo, los trabajos se vieron mermados por el azote del huracán John, a finales de septiembre pasado.
Aunque las lluvias torrenciales que golpearon la zona entre el 23 y el 27 de ese mes no causaron grandes pérdidas económicas, sí dejaron un panorama desolador, falta de suministro de agua en más de la mitad de las viviendas y una industria turística en declive por ausencia de visitantes, la falta de diversificación de la oferta de servicios y acontecimientos de violencia que suelen ocurrir en la ciudad.
Natalia Salvador González, de 65 años, mesera en playa Suave, en la zona tradicional, vive en la colonia Morelos. Pudo reconstruir su vivienda de lámina de asbesto, comprar insumos y electrodomésticos gracias a los apoyos que recibió del gobierno federal tras el paso de Otis, pero ahora John tiró una pared de su inmueble.
“Se puso feísimo, no hay agua, apenas me llevaron el gas. No hay nada de turistas. Los ahorros ya se me acabaron, no me alcanzaron más que para arreglar el techo de la casa. Después de Otis ya había algunos visitantes, y ahora otra vez se nota su ausencia”, aseguró.
En tanto, en las ruinas del acceso a la playa Revolcadero, en la zona Diamante, Alejandrina Gutiérrez Añorve, comerciante, dijo: “Aquí estaba lleno de puestos. Apenas nos estábamos recuperando de Otis y ahora intentamos rescatar lo poco que se salvó de John”.
Alberto Salazar Ríos, quien se dedica a la albañilería y reside en la colonia Glorieta de Puerto Marqués, asentada desde hace unos 30 años en las inmediaciones de un arroyo, sólo logró sacar de los escombros una estufa que le entregó la administración estatal luego del desastre que dejó Otis.
Sus demás bienes, como colchón, refrigerador, ventiladores y hasta su vivienda, que fue construida por una fundación, se los llevó el caudal que con gran fuerza descendió de la parte alta del cerro debido a las lluvias constantes de casi cinco días, a finales de septiembre.
En cuanto a la recuperación hotelera, hasta ahora han sido habilitadas 12 mil habitaciones de 19 mil 600 que había antes del impacto de Otis y se espera que en diciembre haya disponibles mil más, panorama que es optimista para los empresarios; sin embargo, muchos trabajadores de este sector se quedaron sin fuentes de empleo.
Elizabeth Sánchez García, de 36 años, en entrevista telefónica narró que migró a Los Cabos, Baja California Sur. Ya puedo pagar mi renta. En Acapulco no hay trabajo, me vine hace dos meses, encontré un puesto de seguridad en un fraccionamiento
, relató.
Después del cierre del hotel Gamma Copacabana, donde trabajaba, encontró una vacante en lo que fue el hotel Calinda cuando estaba en obras de limpieza, pero sólo se quedó dos meses, pues a veces recibía su salario y otras no. Sinceramente no creo regresar
, apuntó.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el primer trimestre de 2024 la actividad económica de Guerrero registró una variación de menos 0.7 por ciento a tasa anual.
Las actividades primarias reportaron un decremento de 4.7 por ciento, las secundarias disminuyeron 1.9 por ciento y las terciarias cayeron 0.2 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior.
En este último indicador, que incluye los sectores dedicados a la distribución de bienes, comercio, servicios y turismo, Guerrero se ubicó en el último lugar nacional, siendo la única entidad con saldo negativo.
La ambientalista Vivian Heredia Hernández, integrante de la organización Habla bien de Aca, consideró que “de Otis aprendimos muy poco”. Es necesario enfocarse en acciones de prevención ante la llegada de otro fenómeno meteorológico de este tipo, pues nuestra relación con el medio ambiente tiene que cambiar
, enfatizó.
Durante este año, sostuvo, no hicimos nada para prevenir los incendios forestales las inundaciones, los deslaves, y es como una cadena: cuando se empiezan a caer los castillos de cartas, sabes cómo quedarán las de hasta abajo
.
Heredia Hernández subrayó que en lugar de que los pobladores de zonas de alto riesgo fueran reubicados, se les entregaron recursos para que siguieran construyendo en las mismas áreas, tolerando y fomentando esas colonias
.
Al respecto, el docente e investigador ambiental Benjamín Castillo Elías indicó que “a un año de Otis, se trata de tener cultura de prevención para que no se repita lo ocurrido con otros fenómenos de tal magnitud”.
Agregó que “después de sufrir a Pauline, Ingrid, Manuel, Otis, y recientemente a John, surgen las preguntas ¿cuál seguirá?, ¿qué otro huracán o meteoro? y ¿con qué intensidad?, por lo que sugirió aprender de las experiencias y prepararse.
Castillo Elías recordó que la devastación ocurrida en octubre pasado generó un golpe a la economía, a la parte social y ambiental, así como un daño incuantificable, al grado que hay infraestructura que sigue en mal estado y muchas viviendas desaparecieron
.
Por ello, destacó que es primordial mejorar la planeación urbana y revisar las zonas de asentamientos irregulares en el puerto, que en muchas ocasiones son las más vulnerables durante los fenómenos naturales.
Puntualizó que luego del impacto de Otis, el gobierno municipal no contaba con un plan adecuado de gestión para el manejo de escombros y residuos frente a un desastre, los cuales se estimaron en alrededor de un millón de toneladas.
Además, refirió que los cuerpos de agua tienen un cierto proceso de regeneración natural, pero se tiene que llevar a cabo una restauración ecológica asistida en la laguna negra de Puerto Marqués y en Tres Palos.
El también autor del libro Huracán Otis en Acapulco, Guerrero, vulnerabilidad sociológica y ambiental ante los impactos del fenómeno hidrometeorológico, escrito en conjunto con otros investigadores de la Universidad Autónoma de Guerrero, subrayó que no todo es culpa de los fenómenos naturales.
“Entre 1970 y 2020 se ha perdido superficie de manglar por causas antrópicas; llega Otis y genera un conflicto, pero el desastre lo causamos los humanos. En zona de humedales a través del tiempo se fueron asentando unidades habitacionales de manera irregular, pero recibían licencias”, apuntó.
El académico advirtió que las autoridades están a tiempo de actuar y detener el crecimiento de la mancha urbana en áreas de alto riesgo, aplicar las normas y trabajar en mitigar posibles perjuicios.
La problemática no se puede revertir, pero sí evitar que siga creciendo
, subrayó.