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Ciudad perdida

22 de octubre de 2024 08:25

La palabra es impunidad. Eso es lo que jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial pretenden que no se toque y por ello se niegan, de todas formas, a acompañar la reforma que en teoría no les daña porque conservarán todos sus derechos, pero que en la realidad les impedirá seguir por la ruta de la corrupción, y eso, eso sí les duele.

La marca de la casa, es decir, la corrupción, queda claramente señalada cuando se nos informa que una parte de la burocracia judicial en “paro” no trabaja pero sí cobra el dinero de la gente a la que se niega a atender.

Pero peor, hay algunos ignorantes que han dicho que la presidenta Sheinbaum está en desobediencia o desacato de una orden judicial emitida por Nancy Juárez de un distrito en Veracruz, sin querer enterarse que contra una reforma constitucional no hay amparo y lo hacen, entonces, sin respetar la ley.

Y no sólo eso: hasta el cierre de este espacio, en la Presidencia de la República o en las instalaciones del Diario Oficial no se había recibido la orden de la jueza de marras, que tal vez dio a conocer su resolución antes de hacerla para darse cuenta de cómo sería recibida y las consecuencias que para ella tendría faltar a la ley, y es que alguien, que la quiere bien, le dijo que se estaba ganando a pulso un juicio político.

En la Cámara de Diputados la gente de Morena ya empieza a preparar, jurídicamente, una estrategia para llamar a cuentas a la jueza de marras y de esa forma hacerla responsable de los juicios que emite.

Pero lo curioso de todo esto es que nadie sabe y nadie supo de la orden judicial, insisto, hasta el cierre de este espacio, que busca desaparecer del papel la reforma que ya es ley y que no puede ser atacada como lo hizo la jueza.

La ley se publicó, que quede claro, por el mandato del Poder Legislativo, y por ley no es posible que el Judicial pretenda desconocer la orden de los representantes de la gente.

Si el asunto lo viéramos sin ningún tinte ideológico –político siempre será–, tendríamos que decir que quienes se oponen a la reforma defienden una forma de vida que les dio un empleo considerado por encima de la ley, y eso, la reforma, les obligará a cambiarla, por eso están en contra.

Pero esa idea nos mostraría qué tan lejos de la gente se encuentra el grupo del Poder Judicial en paro, al que no le importa que 13 mil casos de gente de todo tipo y en todo el país estén en espera de una resolución sobre sus asuntos, mientras que, aún con el paro, se dé trámite a un nuevo amparo en contra de esa misma reforma.

Total, el asunto sigue, y aunque el gobierno, es decir, la representación de la mayoría de la gente, cumple con todas las de la ley, un pequeño grupo evidentemente contrario a las disposiciones de la mayoría se pretende un cártel (el de la toga) que hace y deshace en su beneficio y sin importar la ley. Por eso la reforma va.

De pasadita

Sonó bonito, eso que ni qué.

Nos dijeron que por fin se taparían todos los baches de todas las colonias de la ciudad, que no deben ser miles, sino millones.

La verdad nos ilusionamos, hasta creímos que sería cierto, pero nada, el bache que era un hoyito ha ido creciendo día con día hasta convertirse en un señor bache, con bachecitos a su lado y algunos nuevos acompañantes en sus alrededores.

Total, ahí están, listos para hacer caer a un anciano o para que la suspensión de un auto truene, mientras la promesa se diluye en otras más sustanciosas y el hoyito aquel se trague al arroyo que ya tiene su eslogan: “Por donde pase, siempre encontrará un bache”.

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