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El padre Marcelo, Árbol caído

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Foto Elio Henríquez
21 de octubre de 2024 14:51

Despertar con videos de el Padre Marcelo en el encierro de la pandemia era un bálsamo. Sus ojos recorrían las montañas al Alba. Cada día nos enseñaba el motivo por el que valía la pena estar vivo, la grandeza de la tierra, el canto de las aves y el naranja púrpura del amanecer. El paisaje que habitaba, Simojovel,Huitiupan, Pantelho, Chenalhó, las rutas pastorales que recorría.

Es misma ruta que desde tiempo atrás es el escenario de una terrible violencia, que no sólo atestiguaba, sino que buscó por todas las vías resolver. Siempre enunciando de Paz y justicia.

En aquellos largos y bellísimos videos nos narra,ba a veces en tsotsil y a veces en español, salmos, ensoñaciones y cuentos de su pueblo. Sacerdote tsotsil orgullo de su pueblo, uno de los pocos sacerdotes de las comunidades que existen.

Rememoro, mientras custodiamos su cuerpo en la fiscalía de Jobel, aquí con su clan de San Andrés Larrainzar. Lloramos. hay muchos Joveleños, sus cuates.

Su familia trajo consigo su ataviado tradicional. Su hermoso traje de San Andrés, su faja roja con blanco con las ranas cantadoras bordadas y el universo con las estrellas. Su chuj negro, su sombrero de listones, su calzón blanco.

Su familia, serena, toma acuerdos sobre los ritos y las exequias que ya se preparan en San Andrés, a pesar de que los del barrio de Guadalupe querían que fuera velado allí.

Se escuchan los cantos de la teología de la liberación. Sus feligreses, las y los siempre fieles a la Diócesis de San Cristobal, de las comunidades eclesiales de base, lo acompañan. Lloran desconsoladas mujeres de las comunidades del sur de san Cristóbal de las Casas, defensoras de los humedales.

Tomamos té de verbena con pox. Y esperamos. Adentro de la fiscalía impenetrable, nuestro Frayba, aguanta los modos judiciales y vigila que los peritos hagan su trabajo.

Ni en los años noventa, de rampante guerra paramilitar, la diócesis perdió a uno de los suyos. Sucedió ahora, que un presbítero tsotsil dirigía las homilías en los barrios más coletos de la ciudad Real .

En el recorrido que hacemos, el féretro pasa por el andador turístico, ahora convertido en pasaje de bares, cantinas y ruidosa música norteña. Creo que es inédito que un cura no Caxlan recorra este trayecto con los honores de una multitud. La iglesia está llena de gente de todas las parroquias de San Cristobal. Un coro de niños canta “ si hago silencio me habré de arrepentir” Se despiden las cofradías, el coro, la junta de festejos. El obispo dice que la iglesia está llena de perdón pero pide justicia.

El féretro es cargado por feligreses que hacen turnos. Así recorremos de vuelta el andador de Guadalupe y atravesamos la ciudad hacia el poniente, camino a San Juan Chamula, su camino a San Andrés Sakamanchen de Los Pobres.

Ya te vas a tu cueva. Ya te vas con tus pasados. Ya con el sol vas a encontrarte, le dice una mujer, en el oscuro y lluvioso anochecer en los linderos de San Cristóbal y San Juan Chamula. “Justicia”, acompañada de llanto, mucho llanto, es la consigna que nos mantuvo en pie.


(*) Defensora de Derechos Humanos. Desmi



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