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En imagen de archivo de octubre de 2010, el entonces presidente, Felipe Calderón, y Genaro García Luna, quien era titular de la Secretaría de Seguridad Pública. Foto Francisco Olvera
18 de octubre de 2024 07:46
Patético siempre ha sido, pero a raíz de la condena a su socio, mano derecha y confidente, de plano Felipe Calderón reivindica su condición de abyecto, cobarde y cínico al intentar, fallidamente desde luego, desvincularse de Genaro García Luna, su secretario del Narcotráfico. Pero va más allá y defiende su desastrosa decisión de iniciar una guerra sin ton ni son en contra –se supone– del crimen organizado, el mismo que encabezaba el hoy convicto: fue lo correcto y lo volvería a hacer, o lo que es lo mismo haiga sido como haiga sido, dice orondo.

Tras la condena de su mano derecha, el narcopolicía, Calderón no dio una sola explicación, mucho menos una disculpa, pero sí soltó una catarata de justificaciones y pretextos banales en su intento por evadir su responsabilidad: nunca tuve evidencia verificable que lo involucrara con actividades ilícitas (a García Luna), ni tampoco recibí información en ese sentido de agencias de inteligencia, mexicanas o extranjeras, que entonces confiaban en él e interactuaban con él. Eso dijo, y en el mejor de los casos, siendo benévolo, entonces se asume como un perfecto pendejo.

Humilde y no satisfecho con esta última calidad autoimpuesta, decidió repartir por doquier: en su administración, dijo, la lucha por la seguridad de los mexicanos no era responsabilidad de una sola persona, sino de todo un equipo de gobierno que combatió al crimen con toda la fuerza del Estado, ergo, sí decidió, pero poquito. Llama la atención que se victimice y sostenga que hizo lo que hizo aun a riesgo de mi propia vida. ‘¿En serio? Rodeado y protegido por alrededor de 8 mil integrantes del Estado Mayor Presidencial, ¿es real que corrió peligro? Ni lejanamente, pero de cualquier suerte se autopagó un bono de riesgo (equivalente, más o menos, a 30 por ciento de su sueldo como inquilino de Los Pinos) y lo hizo extensivo a los integrantes de su círculo de funcionarios más cercano, quienes ni de lejos vieron las zonas explosivas.

Dijo: abdicar frente al crimen significa abandonar a las personas y a las familias a su suerte, frente a un enemigo poderoso y perverso, dejándolas en manos de criminales, como las de su propio gobierno. ¿Olvidó que a la única familia que protegió fue a la de Margarita Zavala en el trágico caso de la guardería ABC de Hermosillo, Sonora?, porque, para no ir más lejos, destrozó, de un plumazo, a las 44 mil familias de igual número de trabajadores de Luz y Fuerza del Centro. Cínico hasta las cachas.

El comandante Borolas llora amargamente: he sido juzgado sin misericordia e insiste en que él no sabía nada de nada, lo que nos remite al ex presidente López Obrador cuando, allá, por inicios de 2023, decía que del juicio de Genaro García Luna saldrá mucha información e involucrará a un buen número de personajes de la política y el empresariado mexicanos.

El exmandatario analizó tres posibles desenlaces del juicio y posterior condena del narcopolicía: “que García Luna sea inocente y que Felipe Calderón no tiene por qué preocuparse. Y no sólo hablo de la responsabilidad ante la autoridad, sino lo que implica en la conciencia de cada cual. Entonces, esa es una posibilidad, que sea inocente y que se hayan equivocado o hayan actuado mal los que los están juzgando. Ésa es uno.

La segunda, que García Luna no es inocente, pero Calderón no está involucrado ni se enteró. Es un hecho que se convirtió en un hombre cercano y de toda la confianza, de eso no hay duda, porque fue como avanzando, avanzando, avanzando hasta que se puso del lado de él, pero tampoco eso significa que Calderón esté involucrado. Ahí lo que pudo haber sucedido, en esa hipótesis, es que él no tuvo cuidado y se dejó engañar o lo engañaron. Esto tampoco se descarta, porque en política los amigos suelen ser de mentira y los enemigos de verdad. Entonces, que lo engañó, que sí estaba involucrado y lo engañó, y sintió que era muy eficiente. Y la tercera, que Calderón sí sabía y que estaba involucrado.

Dado lo anterior, si lo sabía es cómplice; si no lo sabía, es un pendejo, y ahora con la condena de García Luna queda claro que es ambas cosas, más un ser despreciable.

Las rebanadas del pastel

Bien lo puntualiza la presidenta Sheinbaum: la condena a García Luna nos debe llevar a un análisis profundo de lo que fue ese periodo, la decadencia, la degradación del sexenio de Calderón; ¡cómo declara una guerra en su propio país! Guerra quiere decir permiso para matar bajo condiciones de excepción. Entonces, lo menos que podemos decir es que es de un cinismo terrible. Pero, miserable, Borolas dice que lo volvería a hacer.

X, antes Twitter: @cafevega

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