Ciudad de México., La pequeña Lidia Iris Fuentes Galván, de apenas 8 años, quien murió a causa de un disparo por personal militar de la Guardia Nacional, es velada en su hogar en la cuadra 3800 de la calle Tulipán en el fraccionamiento Valles Elizondo, del municipio de Nuevo Laredo, Tamaulipas.
Estos hechos han conmovido a la ciudadanía; sus compañeros de estudios de la escuela primaria Plan de Ayala, donde Iris soñaba con ser maestra de honores, le rindieron hoy un pequeño homenaje. Su madre, Iris Yajaira Galván, aun lucha por comprender lo sucedido y pide justicia con cada palabra.
El sábado, a las siete de la tarde, Lidia Galván se dirigía a recoger el uniforme que su nieta usaría en la ceremonia escolar. “De repente, escuché disparos y vi la camioneta blanca de la Guardia Nacional venir hacia mí”, relató Lidia, aún aturdida por la experiencia. En un instante, su vida cambió. “Me dispararon. No podía dejar a mi niña sola, me levanté de la camilla del hospital para estar con ella”, confiesa, su voz entrecortada por el dolor.
Lidia Iris no solo era una hija; era una hermana, amiga y un rayo de luz para quienes la rodeaban. Sus hermanos, su madre y su abuela, ahora enfrentan la amarga realidad de su ausencia. “Era una niña llena de sueños, que quería ser presidenta”, recordó su tía Pilar, mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.
La ciudadanía ha respondido al dolor de la familia con flores y exigiendo un cambio en las políticas de seguridad. “No queremos que más niños sufran así”, afirmaron compañeros de Iris, quienes la recordaron por su alegría y dedicación a sus estudios.
El clamor de justicia también se ha dirigido hacia la presidenta de México, Claudia Sheinbaum. “Señora Presidenta, ponga atención a nuestro dolor. Esto no puede seguir pasando”, demandó Lidia. “Nos prometió un país más seguro, y hoy sentimos que estamos en peor situación”, añadió, visiblemente angustiada.
Su abuelita Lidia y Pilar, su tía, en un acto de desesperación, pidieron que el gobierno proteja a los niños y adolescentes. “Hoy somos nosotros, pero mañana puede ser cualquier otra familia”, alertó Pilar, señalando que la violencia ha robado la infancia de muchos. “Queremos que los niños puedan salir a jugar, sin miedo a la violencia”, clamó.
“Por eso elegimos una Presidenta, porque yo voté por ella. Yo soy una de las personas que dijo que era necesario tener en la presidencia a una mujer que nos comprenda, que sepa el dolor que vivimos cada una de nosotras. Y yo se lo pido encarecidamente que volteé a mirarnos. Y que se nos haga justicia como familia, como mujeres. La niña era una estudiante en toda la extensión de la palabra. Ella quería ser presidenta también”, enfatizó.
El eco de estas palabras resuena en la ciudadanía, donde la pérdida de Iris se siente profundamente. La historia de esta niña no solo es un recordatorio del dolor personal de su familia, sino también una llamada urgente a la acción para proteger a los más vulnerables.
Mientras su familia, y amigos lloran la pérdida de la pequeña Lidia Iris, el clamor por justicia se intensifica. “Que se nos haga justicia como familia, como mujeres”, concluyó Pilar, recordando que su sobrina era una estudiante. La lucha por un futuro sin violencia y por la memoria de Lidia Iris apenas comienza.