Sin mantenimiento del gobierno capitalino ni de las alcaldías, comerciantes de los pasos peatonales subterráneos en la calzada de Tlalpan se encargan con sus propios recursos de mantener dichos espacios como cruces seguros, iluminados y limpios, para mantener a flote sus negocios.
En un recorrido, se observaron marcados contrastes en los pasajes, entre los que padecen inundaciones a diario y sufren una baja afluencia, como el de Manuel Gutiérrez Nájera, que comunica a las colonias Obrera y Tránsito, hasta algunos con una actividad comercial intensa como el de la calle Rafael Delgado, que incluso abastece a vagoneros del Metro con mercancías de novedad y dulces.
Hay también espacios inesperados como la galería que el artista Jesús Tello y su familia mantienen desde hace 20 años, en el pasaje a la altura de José T. Cuéllar y avenida del Taller, donde opera el restaurante Frida y luce un decorado por la celebración del Día de Muertos.
Algunos con entusiasmo y otros con escepticismo ven el proyecto que anunció la jefa de Gobierno, Clara Brugada, para construir un corredor peatonal en segundo nivel sobre el cajón del Metro, del Centro Histórico a Taxqueña; los primeros esperan que vaya acompañado de una intervención a los pasajes que revitalice su actividad, mientras en los segundos hay temor de que los perjudique si merma el uso de los subterráneos, como ocurrió cuando se habilitaron las estaciones del Metro como cruces seguros.
Además del mantenimiento, una de las principales preocupaciones de los comerciantes es tener seguridad jurídica sobre los espacios que ocupan. Roberto Ibarra Martínez es uno de los primeros que llegaron a ocupar los pasos peatonales hace 40 años, cuando se les ocurrió convertirlos en pasajes comerciales para que dejaran de ser sitios inseguros y sucios
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Contó que comerciaba petacas, mochilas y bolsas fuera de la estación Portales y la autoridad delegacional de entonces lo reubicó en el pasaje contiguo con la promesa de que iban a otorgar a los locatarios cédulas de empadronamiento para acreditar la titularidad del local que ocupan, pero no cumplió.
Los 27 locales del pasaje están ocupados, el cruce de personas es constante y el espacio se muestra limpio y bien iluminado; pero al igual que en los demás pasos, los mismos comerciantes se encargar de mantenerlo en buenas condiciones, aunque en temporada de lluvias, cuando se anega la lateral de Tlalpan, el goteo de agua junto al local de Ibarra es abundante. Ni cuando unos mariguanos nos quemaron el paso, ni un peso vimos de la alcaldía
, reprocha.
Son 32 pasos a lo largo de la calzada y su prolongación San Antonio Abad –al menos tres están clausurados– en los que cuentan los comerciantes que hubo asaltos, homicidios, suicidios y eran sitios de prostitución, pernocta de personas menesterosas y llenos de basura y heces fecales, que se transformaron en pasajes comerciales y de servicios como plomería, cerrajería, estéticas, barberías, sastrerías, cocinas económicas, cafés y venta de ropa, bisutería, cosméticos, accesorios para teléfonos, artesanías y hay incluso algunos con giros especializados como impresión y laboratorios dentales.