San Cristóbal de Las Casas, Chis., Los más de 700 delegados y delegadas de Ocosingo que asistieron a la conmemoración del Congreso Indígena realizado hace 50 años, acordaron promover la unidad para impulsar acciones y elaborar un plan conjunto en defensa de la madre tierra y el territorio que están amenazados.

 “Somos conscientes de que estamos dañando a la madre tierra y que debemos actuar ya”, afirmaron en un pronunciamiento, en el que reconocieron “la necesidad de reconciliarnos y tomar los acuerdos para enfrentar juntos la amenazas a nuestro territorio”.

Afirmaron que “las comunidades y organizaciones de base debemos caminar en unidad y también construir alianzas que nos fortalezcan; elaborar una estrategia para involucrar a jóvenes, niños y niñas porque son los más expuestos a los riesgos de las amenazas presentes en el territorio”.

Después de dos días de trabajos realizados en el ejido Las Tazas, situado en la selva Lacandona, reconocieron que las organizaciones sociales “son como herramientas que deben de ayudar a tejer la nueva unidad de los pueblos y comunidades, a formar y animar un movimiento en defensa de la vida, de la tierra y de los territorios”.

Manifestaron que los “acuerdos de unidad” que tomaron nacieron y se alimentaron de sus raíces; de los principios y valores de la palabra de Dios, de la historia de la Quiptic ta Lecubtesel ((Nuestra fuerza para progresar) y la Unión de Uniones que se inspiraron y apoyaron en los 23 acuerdos del Congreso Indígena celebrado en 1974 en San Cristóbal.

“Estos acuerdos son la fuerza que nos animan a caminar en unidad, como lo hicieron nuestras madres y padres; son acuerdos que serán la base de planes y programas de trabajo coordinados y la construcción de alianzas en los territorios”, expresaron.

Recordaron que el Congreso Indígena de 1974 “marcó un nuevo tiempo de organización y de lucha para las comunidades indígenas de Chiapas y de México; convirtió a nuestras abuelas y abuelos, madres y padres que participaron, en los nuevos Fray Bartolomé de Las Casas, que trabajaron para defender nuestros derechos a la tierra, a la salud, a la educación y al buen comercio”.

Después de 50 años de camino y de trabajo, abundaron, “aquí estamos, seguimos de pie y caminando hacia una nueva tierra de justicia, igualdad y felicidad para todas y todos. Reconocemos que en esta larga historia hemos tenidos tropiezos, dificultades, dolores, pero lo más importante, es que a pesar de las divisiones y los conflictos que vivimos hasta el día de hoy, tenemos la capacidad, la humildad y la fuerza del corazón para reconciliarnos y construir una nueva unión”.

 En el tema de educación y cultura los asistentes a la reunión acordaron elaborar “un reglamento interno comunitario para la buena educación que regule las relaciones entre alumnos, maestros y padres de familia para que se vean como aliados en la educación de las y los niños y jóvenes”, así como “exigir a la Secretaría de Educación que los planes y programas tengan contenidos educativos acordes a los contextos, que incluyan y respeten la lengua, cultura y saberes comunitarios, con un plan de capacitación y actualización para educadores comunitarios, a fin de que mejoren su desempeño con las metodologías de la educación intercultural y bilingüe”.

En cuanto a salud convinieron en “recuperar e implementar un programa preventivo basado en la orientación y concientización sobre medidas para prevenir las enfermedades, como la incorporación de los saberes y plantas medicinales tradicionales de la salud comunitaria”, además de recuperar la cultura alimentaria tseltal para que sea la que oriente la producción de alimentos y la salud, así como exigir su derecho a la salud, al gobierno para que les brinde la atención médica adecuada y los medicamentos necesarios”.

En el tema de comercialización y buena economía, acordaron organizarse “para tener una estrategia y trabajar en el cuidado de la madre tierra con un plan de capacitación para tener mejores producciones, sanas y de buena calidad, así como construir buenos acuerdos para la comercialización; realizar estudios y análisis de la tierra-territorio para identificar las zonas más apropiadas para los cultivos como maíz, café y otros y que sean acordes con el uso de técnicas agroecológicas que no dañen la tierra”.

Durante los trabajos se instaló una mesa en la que se acordó “facilitar espacios para el diálogo intergeneracional para escuchar las opiniones de los niños/as, acompañarlos en sus planes de trabajo y ofrecerles el apoyo que requieran de acuerdo a sus opiniones; crear un plan curricular educativo en el que se reconozca su contexto, la historia de sus comunidades, el Congreso Indígena y la educación en valores”.

Agregaron: “Considerando que los y las niñas son herederos de la lucha y que si no enseñamos a ellos y ellas nuestra lucha, ¿quién defenderá el territorio? Dejemos plasmados en los acuerdos lo que les vamos a heredar: madre tierra y territorio, mercados, comunidades reconciliadas, organización fuerte”.

También acordaron que “en las asambleas comunitarias se debe reconocer el derecho de las mujeres a participar, tomar decisiones y vincular este derecho a los reglamentos existentes” y que sea reconocido su derecho a la tierra y al territorio”.