Guadalupe Victoria, el primer presidente de México, uno de los más importantes líderes insurgentes, mantuvo en las tierras veracruzanas el ideal libertario en los momentos más difíciles, después de la muerte de Morelos. Esa resistencia, junto con la de Vicente Guerrero y otros destacados luchadores, contribuyó a que México fuera un país libre, independiente y soberano. Durante su gobierno se construyeron las bases por las que habría de transitar nuestro país en las décadas siguientes.
Guadalupe Victoria, nombre que adoptó por su identificación con la causa insurgente, nació en Tamazula, Durango, el 29 de septiembre de 1786. Quedó huérfano muy pequeño; fue criado por su tío Agustín Fernández, párroco de su pueblo natal. A los 19 años, se fue a la ciudad de Durango para estudiar en el seminario; como no tenía dónde vivir se quedó en el atrio de San Francisco y fue apresado por vagancia; el rector lo alojó en el cuarto del portero; para pagar sus estudios hacía mandados a sus compañeros. Fue un estudiante brillante. En 1806, fue el mejor estudiante de filosofía. Al año siguiente se trasladó a la Ciudad de México, cursando derecho en la Real y Pontificia Universidad y en San Ildefonso. En 1811 se unió al ejército de Morelos. Participó en el sitio de Cuautla, bajo las órdenes de Hermenegildo Galeana; después participó en noviembre de 1812 en la toma de la ciudad de Oaxaca. Por sus méritos, fue nombrado coronel. Entonces adoptó el nombre de Guadalupe Victoria.
Tras la muerte de Morelos y la disolución del Congreso de Anáhuac, la lucha insurgente vivió sus años más difíciles. Sólo un puñado de rebeldes mantuvo la llama libertaria en las montañas de lo que hoy es Guerrero y en Veracruz. Victoria, desde 1814, se volvió un maestro en la táctica guerrillera. Mantuvo en jaque a las tropas realistas en el camino real de Xalapa al puerto de Veracruz y de Xalapa a la Ciudad de México. Hizo de las montañas veracruzanas su centro de operaciones. Soportó hambre y enfermedades; vivió a salto de mata durante meses. La superioridad militar de sus enemigos hizo que perdiera las posiciones que mantenía; sus compañeros lo abandonaron. Jefes como Manuel Mier y Terán, Anastasio Bustamante y Nicolás Bravo aceptaron la amnistía. Se quedó casi solo, escondiéndose en la sierra pero nunca abandonó la lucha. Fue de los pocos insurgentes que jamás aceptaron la amnistía que les ofrecía el gobierno virreinal.
En 1821 Guadalupe Victoria se sumó al Ejército Trigarante. Se reunió con Iturbide y le reclamó que ofreciera el gobierno de México a un monarca extranjero. Le pidió convocar a un congreso nacional de inmediato y formar un gobierno provisional a través de una junta de jefes independentistas. Iturbide no aceptó y lo consideró enemigo. Aunque Victoria fue elegido diputado al primer Congreso Constituyente, fue arrestado por conspirar en favor de una república. Escapó de prisión y volvió a las montañas veracruzanas. El 1º de agosto emitió una proclama en la que acusó a Iturbide de tirano y llamó al pueblo a luchar por la libertad y establecer una república. Iturbide disolvió el Congreso el 31 de octubre de 1822. Guadalupe Victoria, junto con Santa Anna, se levantó en armas en diciembre de 1822 con el Plan de Veracruz, que exigía la restauración del Congreso y la renuncia de Iturbide. A fines de ese mes, Santa Anna fue derrotado y huyó. Victoria se mantuvo firme encabezando la lucha contra Iturbide, quien había sido proclamado emperador en julio de ese año.
La rebelión creció. El 1º de febrero los rebeldes proclamaron el Plan de Casa Mata que llamó a formar un nuevo congreso. La rebelión triunfó. Iturbide abdicó el 20 de marzo de 1823. En sólo 10 meses desapareció el primer imperio mexicano. La nación mexicana y los jefes insurgentes que la representaban exigían una república. Restablecido el Congreso, éste nombró un triunvirato integrado por Guadalupe Victoria, Nicolás Bravo y Celestino Negrete, quienes se hicieron cargo del Poder Ejecutivo.
Las provincias presionaron para establecer una república federal. Reclamaban autonomía y soberanía regional. Mientras se discutía la forma republicana de gobierno en el nuevo Congreso, entre centralistas y federalistas, Victoria fue nombrado comandante general de Veracruz y organizó la defensa del puerto ante el ataque de las tropas españolas, estacionadas en San Juan de Ulúa.
Regresó a la capital en junio de 1824, cuando el segundo Congreso discutía la que sería la primera Constitución. La mayoría de los diputados eran partidarios del federalismo, cuyos principales líderes eran Vicente Guerrero y Valentín Gómez Farías. Guadalupe Victoria fue el candidato federalista a la Presidencia de la República. En la elección, obtuvo el voto de la mayoría de los 17 estados y derrotó al centralista Nicolás Bravo.
Asumió como el primer presidente de México el 10 de octubre de 1824. En su discurso dijo: “La independencia se afianzará con mi sangre y la libertad se perderá con mi vida. La unión entre los ciudadanos y habitantes todos de la República será firme e inalterable, como las garantías sociales: las personas, las propiedades serán sagradas… La forma de gobierno federal, adoptado por la nación, habrá de sostenerse con todo el poder de las leyes”.