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Simpatizantes de Donald Trump, ayer en Prescott Valley, Arizona. El respaldo al republicano se encuentra, en su mayoría, entre los blancos de clase trabajadora, miembros de la pequeña burguesía y un creciente índice de latinos. Foto Ap
14 de octubre de 2024 08:35

Ser testigo del avance y posible triunfo de un movimiento proto-fascista en el país más poderoso del planeta es casi inaguantable. Debería ser intolerable para todos, y el hecho de que no lo es, aun para opositores que tienen muy claro que implica esa posible victoria de las fuerzas más oscuras de este país, tal vez es lo más terrible del momento.

El mundo es un lugar peligroso en el cual vivir, no por la gente que es malvada, sino por la gente que no hace nada al respecto”, aseguran que dijo Einstein. No quedan inocentes en esta elección estadunidense. Todos los que desean saber, saben quién está en esta contienda; de hecho, ya hay muy pocos que dicen que aún no saben por quién votarán. Lo preocupante es que esta contienda está empatada, lo cual implica que decenas de millones (en la elección hace cuatro años eran 74 millones) dicen que votarán por un abusador sexual de mujeres, un empresario farsante, el primer ex presidente con decenas de cargos criminales, un incitador de un golpe de Estado y alguien que amenaza a sus críticos, incluidos periodistas. No oculta su propuesta: usar a los más vulnerables para llegar a la Casa Blanca, acusando a los inmigrantes de todo mal en este país –“estos migrantes entrarán a tu cocina y te cortarán el pescuezo”, declaró recientemente– e impulsar un régimen de venganza contra todo opositor e imponer un proyecto que en su esencia es fascista.

Nada de esto está oculto. Que sus simpatizantes lo apoyen sabiendo quién es, representa una manera de medir cuánto desencanto y desesperación cunden en este país, sobre todo (pero no sólo), entre blancos de clase trabajadora, granjeros y pequeña burguesía que asisten a sus actos. Pero aún más desconcertante es el creciente apoyo entre latinos (casi cuatro de cada 10) y afroestadunidenses y hasta entre inmigrantes legales. ¿Cómo se explica que un amplio sector de mexicano estadunidenses en la frontera del suroeste, sobre todo en Texas, expresa apoyo para un hombre que basa su campaña en demonizar a los padres, abuelos, bisabuelos de estos mismos? Un colega periodista cuenta que se subió a un Uber en Nueva York, y el chofer le contó que es inmigrante de Ghana, que acababa de adquirir la ciudadanía estadunidense, y que iba a votar por primera vez en esta elección… por Trump. A la pregunta de por qué, respondió que, además del tema que más le preocupaba, la economía, opinaba que se estaba permitiendo la llegada de demasiados inmigrantes a este país. Otra persona en el sector de salud comenta que una de sus colegas, una enfermera, que tuvo que atender a pacientes en el epicentro de la epidemia de covid en este país, donde murieron cientos de miles que no deberían de haber muerto sólo por el manejo de la crisis del entonces presidente Trump, ahora dice que votará por el magnate.

Más allá de estos misterios está la observación consciente de millones a la amenaza que representa Trump, que todos los días comentan entre sí qué tan terrible sería el retorno del payaso peligroso a la Casa Blanca, y repiten las repercusiones que esto podría tener tanto para los inmigrantes y sus familias, como para las mujeres, las minorías, la comunidad gay, para los derechos civiles y electorales. Todos los días llegan alertas de diversas agrupaciones, centros de análisis, comentaristas incluso de conservadores tradicionales en oposición a Trump, solicitando fondos, con varios argumentando la urgencia de votar contra Trump. Hay expresiones y esfuerzos, algunos extraordinarios, por todo el país –o sea, no es que impere el silencio– y por supuesto hay intentos de movilización, aunque otra vez el llamado es votar en contra.

Pero sí es cierto que se aproxima una crisis existencial para Estados Unidos, y de verdad los anti-Trump creen, como repiten, que realmente representa una amenaza fascista, ¿no tendrían que declarar una emergencia y convocar a todas las fuerzas no sólo a votar por la candidata anti-Trump, sino para conformar un movimiento de resistencia nacional?

Ante todo esto, una vez más se tiene que repetir la pregunta ¿sí pasarán? Más bien, ¿dejarán que pase?

The Highwaymen. Deporteehttps://open.spotify.com/track/2pLA0e3UwyyROja6iooImh?si=8d04334ecd6448f3

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