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De la importancia

07 de octubre de 2024 00:03

Cien puntos como los expuestos por la presidenta Sheinbaum en la inauguración de su gobierno hacen una larga lista. El conjunto es muy general y diverso. En la manera en que se expone se advierte una extraña secuencia.

Cabe aplicar a esta lista el modo en que el filósofo inglés Alfred N. Whitehead se aproximó a la noción de la “importancia”. Todo pensamiento parte de los hechos que se confrontan y requieren un criterio de orden para determinar su importancia. El primer paso es la selección de los hechos a considerar. Este conjunto debe ordenarse conforme algún principio que le dé coherencia. A partir de ahí hay que jerarquizar, pues no todos los elementos tienen una misma naturaleza, carácter y relevancia. Finalmente, el conjunto ha de pasar por un proceso de ensamblaje para darle una forma discernible que sirva de guía para el conocimiento, la acción y la comprobación de lo que se pretende conseguir. Como advirtió Whitehead, la sistematización es la crítica de la generalidad.

La noción de la importancia es un aspecto de la perspectiva que se impone al universo de los hechos, las acciones y los propósitos. Es un sustento para señalarlos, considerarlos y exponerlos de manera clara y conferirles consistencia. En el caso que nos atañe, el asunto se enmarca en el campo de lo público, de la política, de la gestión y su impacto económico y social. La cualidad de importante atribuida a una determinada cuestión no es neutral; surge de los intereses, las necesidades y los usos de quien la define según los propósitos que persigue. En el caso de la política está el asunto clave del poder que se alcanza en un momento determinado y que ha de conservarse y aumentarse, mismo que en el momento actual se transfirió.

La llamada 4T, que ahora inicia un segundo periodo de gobierno, partió de una concepción, que se definió progresivamente, de cuáles eran las cuestiones de importancia para consolidar su poder y ejercer el gobierno. Lo que identificó como importante desde esa perspectiva satisfizo una serie de necesidades de la población, no menores por supuesto, como ha sido el aumento del ingreso disponible de las familias, y una serie de programas de apoyo a distintos sectores. Otras cuestiones quedaron rezagadas, como ocurrió, por ejemplo, con la calidad de la educación, la prestación de los servicios de salud (incluyendo la muy cuestionada gestión de la pandemia) o la inseguridad pública, que se ha mantenido en niveles muy elevados y de creciente violencia, al tiempo que ha ampliado su extensión territorial. En materia política ha quedado claro el objetivo de centralizar el poder y se ha actuado en consecuencia, definiéndose así lo que se considera importante. Que la población haya preferido privilegiar unos elementos sobre los otros, según se expresa en el alto grado de aprobación que tiene el gobierno y los abultados resultados electorales a su favor, es un asunto ciertamente relevante que concierne al análisis político, sicológico y sociológico. En todo caso, hay que considerar el balance de la situación actual en cuanto a los aspectos del bienestar social alcanzados hasta ahora y que es necesario mantener y aquellos que se requieren para asentar tal bienestar sobre una base más amplia y profunda para extenderlo en el mediano y el largo plazos. Ese armazón está hoy todavía pendiente. Lo mismo ocurre en cuanto al entorno democrático del país, cuyo marco se ha alterado de modo significativo.

De esto puede desprenderse también la referencia a la metáfora del “segundo piso”, usada repetidamente para expresar el objetivo general que pretende alcanzarse en este nuevo gobierno. Con esto se alude en esencia a una continuación de las medidas del conjunto de la política pública. Un segundo piso se construye porque el primero es insuficiente. El segundo piso al que se hace referencia en este eslogan –el del Periférico de la Ciudad de México– sigue el mismo curso que el primero, pero tiene altura, ofrece otras perspectivas del espacio y del entorno, además de que requiere de salidas propias. Por más que el gobierno que ahora se inicia se presenta de modo explícito como una continuación ajustada al anterior, cabe la pregunta de cuál será la marca propia que quiere forjar durante su mandato. Espacio para ello lo hay. El piso político original al que la metáfora alude tiene grietas y baches que se han formado con el modo del ejercicio mismo del poder y como consecuencia de las decisiones de gobierno que se adoptaron. El pavimento se desgasta. Comprender bien la estructura, la composición y la funcionalidad de ese primer piso es indispensable para que el segundo sea firme y útil y, aun más, original y productivo.

Un aspecto de las acciones que emprenda ahora el gobierno y de la manera en que ordene, jerarquice y ensamble las muy diversas cuestiones enumeradas en los 100 puntos de referencia es que todas tienen un costo implícito y explícito. Los recursos presupuestales están ya apretados; el déficit fiscal aumentó sensiblemente en este año y la deuda pública también; el crecimiento del producto está apocado. Las cosas cuestan lo que cuestan, las decisiones políticas también.

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