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El gabinete de Claudia Sheinbaum durante la sesión en el Congreso donde rindió protesta como Presidenta. Foto Germán Canseco
02 de octubre de 2024 07:47
Se acabó la espera: Claudia Sheinbaum ya es, oficial y constitucionalmente, la primera presidenta de México, y en el relevo republicano de gobierno y mando ella despidió a Andrés Manuel López Obrador cariñosamente como el dirigente político y luchador social más importante de la historia moderna, el presidente más querido, sólo comparable con Lázaro Cárdenas; detalló su eje programático sexenal, el segundo piso de la 4T; echó cuentas (“después de 200 años de la República y de 300 años de la Colonia … por primera vez llegamos las mujeres a conducir los destinos de nuestra hermosa nación, y digo llegamos porque no llego sola, llegamos todas”); reiteró la prohibición de prohibir, porque la libertad es esencia de la democracia; y envió un claro mensaje a una sombra, y lo que representa, que medio se alcanzaba a ver en uno de los extremos del presídium de San Lázaro: piénsenlo sólo por un momento: si el objetivo hubiera sido que la presidenta controlara la Suprema Corte, hubiéramos hecho una reforma al estilo Zedillo. No, eso es autoritarismo, nosotros somos demócratas. Queremos que se termine la corrupción en el Poder Judicial.

Día de fiesta: Claudia Sheinbaum llegó radiante a San Lázaro en donde se encontró con su antecesor y comenzó el ceremonial de toma de protesta, de acuerdo con el artículo 87 constitucional (“protesto guardar y hacer guardar…”) y de ahí para adelante los próximos seis años, no sin antes subrayar que tengo la certeza de que consolidaremos juntas y juntos un México cada día más próspero, libre, democrático, soberano y justo. No les voy a defraudar. Les convoco a seguir haciendo historia. ¡Que viva la Cuarta Transformación! ¡Que viva México!

En su discurso, la presidenta Sheinbaum paseó por la historia mexicana y enalteció hechos y personajes que han dado cuerpo a la nación y ha formado el carácter de sus habitantes, a quienes invitó a reflexionar sobre lo que ha significado el cambió del modelo de desarrollo del país, pues pasamos del fracasado modelo neoliberal y el régimen de corrupción y privilegios a uno que surgió de la fecunda historia de México, del amor al pueblo y de la honestidad, lo llamamos el humanismo mexicano. Por eso, hablamos de una transformación profunda. Y aceptémoslo, a todas y a todos les ha ido mejor.

Con este pensamiento y su puesta en marcha, dijo Sheinbaum, se cayeron muchos mitos y engaños del pasado. Por ejemplo, durante el periodo neoliberal, ese que le costó tanto al pueblo de México y que marcó nuestra historia por 36 largos años, se decía que el Estado debía diluirse o subordinarse a las fuerzas del mercado, que si la economía se regaba desde arriba iba a llegar a los de abajo, que si aumentaba el salario mínimo iba a haber inflación y no iba a haber inversión extranjera, que si el Estado participaba en la economía iba a haber crisis económica y devaluación, que la corrupción era inherente al gobierno, que la libertad sólo existía en el mercado, que la educación, la salud, la vivienda y el salario justo eran mercancías y no derechos. Todo resultó falso. Por ello, para bien de México, de todas y todos, vamos a continuar con el humanismo mexicano, con la Cuarta Transformación.

Entre otros principios a seguir, subrayó: la prosperidad, debe ser compartida, o dicho de otra forma: por el bien de todos, primero los pobres; no puede haber gobierno rico con pueblo pobre; las y los gobernantes debemos ser honrados y honestos; el uso de las estructuras de gobierno para el beneficio personal o de un grupo ensucia el servicio público; la corrupción debe combatirse por ética y por principios, pero, además, como lo hemos visto, porque ahí radican los recursos necesarios para el bienestar del pueblo y el desarrollo de la nación; la honestidad da resultados; la autoridad moral es lo más importante, y esa no se compra en la esquina, se construye con una sola mística, la de luchar con honradez todos los días por un México con justicia, democracia y libertad; México es un país soberano, independiente, libre y democrático. Queremos la paz y la fraternidad de las naciones; nos coordinamos, más no nos subordinamos; condenamos el clasismo, el racismo, el machismo y cualquier forma de discriminación; la profundización de las desigualdades llevará siempre a la injusticia; en nuestro gobierno garantizaremos todas las libertades, la de expresión, de prensa, de reunión, de movilización; la libertad es un principio democrático y nosotros somos demócratas.

En fin, enorme momento histórico que vive el país.

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