Sheinbaum en el recinto parlamentario se mostró firme, con un discurso de pasajes duros, sin regatearle méritos al ya ex, López Obrador, pero con formulaciones retóricas en busca de llenar con rapidez el presunto hueco o superar la añoranza condicionante que estaría dejando el intenso líder tabasqueño. Momentos hubo en los que aparecía el recuerdo de la advertencia andresina de que él iba a parecer fresa ante la sucesora que ayer se mostró, al menos retóricamente, decidida a rebasar desde el flanco denominable izquierda.
Podría apuntarse que en la casa de los diputados y, en fechas especiales, de los senadores, la científica especializada en temas de energía se energizó para tomar, por primera vez en el plano institucional, un verdadero bastón de mando. Aunque tal toma de poder simbólico se materializaría horas más tarde, en la Plaza de la Constitución, conocida como el Zócalo, donde Claudia fue otra, más instalada en el tono de la campaña electoral y del flujo proveniente del pasado inmediato, con una ceremonia cargada de significados, una relatoría de compromisos que podrían poner a temblar al secretario de Hacienda, Ramírez de la ¡Oh!, y una prosodia relatora de cien bienaventuranzas que se supone habrán de llegar.
La primera Claudia del martes primero de su sexenio hizo discurso firme en San Lázaro, con muestras de esa personalidad propia que tanto le han regateado los opositores, incluso llegando a extremos de bajeza que en realidad les definen. Recurrió a las buenas formas políticas al darle lugar institucional y saludar sin recelo a la villana del tramo final del obradorismo, la presidenta de la Corte, ante la cual, y ante los demás ministros presentes en la sala, reivindicó los términos de la reforma judicial y la contrastó con el autoritarismo del priísta Ernesto Zedillo.
La segunda Claudia llegó en la tarde del martes de su asunción a un largo templete en el Zócalo donde le esperaban-acompañaban-custodiaban-relanzaban decenas de mujeres que fueron anunciadas como representantes de pueblos originarios y afrodescendientes detodo el país. Con indumentaria propia de cada región y enarbolando vegetales lanzas nutricias, las mujeres enmarcaron una sesión plena de copal, con limpias, rezos y proclamas para entregar un bastón de mando a la figura central, vestida de blanco, luego de una tan detallada como larga ceremonia.
Ya al micrófono, la Claudia vespertina desgranó sus cien compromisos de gobierno con un aire de alegría anticipada, de realidad virtual confiada en un presupuesto confirmatorio, remarcado tal tono en la parte final de algunas de sus lecturas, entre el júbilo de la multitud en la que destacaban banderas de grupos, sindicatos (el de Petroleros, de Ricardo Aldana, el impune heredero de Carlos Deschamps; la CTM-4T
, llamada Catem, y el SME, entre otros) e invitados especiales de variada índole.
Las golondrinas de un primer día no tienen por qué hacer verano, así que es prematuro plantear que Sheinbaum ya está construyendo un liderazgo propio y se empeña en que el pasado se conmemore, pero no rija ejecutivamente. Por lo pronto, hoy irá a Acapulco, al que por razones nunca esclarecidas el antecesor no quiso ir en situaciones de crisis. Claudia tendrá que desdoblarse, levitar unas veces y aterrizar en otras, endurecerse y suavizarse, ser institucional, radical, pragmática y táctica en este proceso de seguir elogiando sin mengua al presidente que ya cumplió su etapa, pero poniendo ladrillos con su marca (CS) en la nueva edificación. ¡Hasta mañana!
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