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Tiempo de mujeres

01 de octubre de 2024 00:01

Bienvenida, Presidenta. Hoy recibe usted la máxima responsabilidad sobre el destino de este complejo país en alegre efervescencia. La agitación de la nación no es para menos: por primera vez en su historia las mayorías del pueblo mexicano han vivido y sentido que no son los olvidados y marginados de siempre.

Quienes no forman parte de los casi 10 millones de mexicanos que han salido de la pobreza, tienen ahora la fuerza que da la esperanza fundada: su momento debe llegar en el próximo futuro. Unos y otros esperan una vida mejor y el gobierno de la República deberá mantener su principal mirilla puesta sobre ellos: por el bien de todos, primero los pobres. Llega usted a su alto cargo respaldada por el cumplimiento cabal de los cauces y normas constitucionales y legales, y con la recia legitimidad construida por casi 36 millones de votos de todos los estratos sociales.

En la presidencia y la secretaría general de Morena estarán dos mujeres: Luisa María Alcalde Luján y Carolina Rangel Gracida.

Es tiempo de mujeres y de relevo generacional; la tarea que tienen por delante es formidable. Morena, según sus principios, no quiere representar al pueblo, sino ser el pueblo organizado.

Entre sus definiciones más profundas está la de ser un partido antineoliberal y de izquierda en el campo de la economía. También, que sólo el pueblo organizado puede salvar al pueblo de “la opresión, la represión, la marginación, la pobreza, las crisis económicas recurrentes, la corrupción, el incumplimiento de derechos, la inseguridad, la manipulación, la desinformación y la discriminación”. Morena, pueblo organizado, luchará sin descanso al lado del gobierno de Morena, o frente a él si es necesario, para sacudirse esas lacras infames.

El vocablo izquierda figura en los principios de Morena, pero no era (no es) del gusto de AMLO, quien prefiere la voz “conservador”, término de los liberales del siglo XIX mexicano. Morena tiene entre sus pendientes “una etapa de discusión amplia”. Despejar qué significa izquierda para Morena, es un debate relevante.

Algunos aprendimos con Gramsci y Nicos Poulantzas que el poder del Estado es un campo de la lucha política. Las políticas ejecutadas por el Estado pueden estar orientadas en beneficio de los excluidos de siempre o, como lo hicieron los neoliberales, orientadas hacia su propio beneficio con inhumana exclusión de los más pobres. México prueba que es posible, además de indispensable, que el Estado trabaje por y para los de abajo.

Pero, como en tantas cosas, es de discutirse hasta dónde se puede llegar en ese objetivo altamente deseable. En el primer gobierno de Morena los de arriba tuvieron ganancias descomunales y muchos de los más ricos vieron acrecidos sus capitales como nunca en su vida, entre ellos, como pocos, los bancos. Como la izquierda lo ha sabido siempre, tanto los ingresos de los trabajadores como las ganancias de los capitalistas son generados en el proceso de trabajo por los trabajadores. Así que la bárbara desigualdad en la distribución del ingreso muestra que hay un gran espacio para continuar mejorando la vida de los de abajo.

Morena se propone organizar 70 mil 751 comités seccionales; es una tarea aterradora, pero en la medida que avance resultará más aterradora para la oposición. El partido entero está convocado a ese objetivo; aunque la tarea de Andrés López Beltrán marea. Preocupa que el partido quede exhausto y tenga fuerzas escasas para tantos otros objetivos decisivos.

La economía neoliberal debe continuar siendo cercada y reducida. Una tarea con ángulos muy complicados. No se trata sólo de las políticas del Estado. El neoliberalismo está coagulado en instituciones públicas y privadas.

Su centro más duro, el sistema financiero, es a la vez dominante, productor de desigualdad y parasitario. Reformarlo exige activismo político internacional en busca de aliados y acuerdos; es preciso incluir a los bancos centrales y a las calificadoras.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha estado activo buscando acuerdos internacionales para gravar a los 3 mil milmillonarios del planeta con un impuesto de 2 por ciento sobre el rendimiento de sus fortunas. Un gravamen suficiente a los bancos, en todos los países, que permitiera compensar los pagos de los gobiernos por concepto de deudas a esas instituciones, liberaría ingentes recursos para la inversión pública y el bienestar de los pueblos. Es menester contar con cancillerías sensiblemente fortificadas.

El gobierno de AMLO fortaleció la postura internacional de México. Puede advertirse que así continuará con el de Claudia Sheinbaum. El primer gesto de firmeza de la Presidenta frente a la cómica monarquía española y sus súbditos (como Pérez Reverte y Enrique Krauze), ha sido festejado extensamente por la sociedad mexicana. Es una buena señal para todos los países.

Desde esa postura de claridad y firmeza, México puede emprender alianzas y acuerdos que, en última instancia, redunden en el bienestar de los pueblos de México. Es preciso construir ese futuro.



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