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Orgullo azul y oro; Pumas vence al América en el clásico capitalino

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El peruano Piero Quispe marcó el único gol del duelo en el estadio Ciudad de los Deportes. Sobre estas líneas el festejo de los de la universidad frente a un graderío casi a plenitud. Foto Víctor Camacho
30 de septiembre de 2024 08:45

En el futbol hay aficiones que se transmiten de padres a hijos. Para cientos de los que asistieron ayer al estadio Ciudad de los Deportes, la camiseta de Pumas resume sus momentos más felices. Aunque hace más de 13 años que no ganan un título en la Liga, los universitarios hicieron del clásico capitalino contra el América una fiesta colectiva en la que familias, amigos y personas de todas las edades con la camiseta auriazul celebraron la victoria por 1-0 con el gol del peruano Piero Quispe.

La esencia de este partido aún se refleja en las calles. No se necesita ninguna herramienta especial, sólo las ganas de estar, una camiseta y un amplio repertorio de canciones. Es un encuentro que representa la forma de ser de cada afición, esa certeza de que se vive como se juega en cualquier lugar del país. Los americanistas acostumbran a hacerlo al ritmo del ¡vaaamos, vaaamos América !, su canción preferida desde los años 90. En cambio, los auriazules recuerdan el Goya, pero también su ya conocida presunción de paternidad. “El puma no tiene mujer/ el puma no tiene marido/ pero tiene un hijo p… que se viste de amarillo”.

En noches como la de ayer, el valor de los aficionados no radica en las clases sociales, sino en lo que son capaces de transmitir en las gradas. Cada uno hace honor a los colores de su club. A pesar de que el juego no les hizo justicia por momentos, la apropiación del ambiente fue completa. Se escucharon tambores, aparecieron telones gigantes y los jugadores, que compitieron al final bajo la lluvia, miraron más de una vez a su alrededor cada vez que el piso se cimbraba. El idioma futbolero volvió a ser el mismo para todos.

Con el silbatazo del árbitro, el América y sus figuras intentaron ganar terreno en el inicio. Sin embargo, el ataque del que se hablaba en los días anteriores y que todos querían ver no apareció. El único elemento que se acercó a eso fue el colombiano Cristian Borja con un par de avances veloces por la banda, los cuales sirvieron tan sólo para provocar lamentos en sus compañeros. En medio de una batalla física, que incluyó patadas y empujones, esa sensación de competir en un clásico como si no hubiera un mañana se siguió encontrando en diferentes sectores.

Sin boleto ni Fan ID

Cerca de 830 elementos policiacos, con 84 patrullas y una ambulancia del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas fueron desplegados por la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, pero, como suele ocurrir en grandes concentraciones, transitaron por las calles hombres y mujeres que desafiaron el orden, tratando de no seguir las reglas. Varios de ellos ingresaron a la cabecera visitante sin presentar un boleto ni acreditar su registro en el sistema Fan ID, debido a una logística que causó aglomeraciones.

Tampoco fue casualidad que el árbitro Fernando Hernández respondiera a los reclamos del técnico André Jardine con la advertencia de expulsarlo. En una de esas imágenes teatrales, el brasileño bajó la cabeza cuando el peruano Piero Quispe entró por la banda izquierda y remató de zurda ante Luis Malagón, luego de una mala salida de los zagueros americanistas (minuto 19). El volante de 23 años celebró su obra mostrando la lengua a sus rivales, justo del lado donde la barra Monumental mostró una bandera con la leyenda No es un clásico en alusión a esta rivalidad.

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No se puede entender el peso de la victoria en un duelo así, sin considerar su influencia en los días siguientes. En el América el resultado golpeó el orgullo, fue la consecuencia de un equipo que no encuentra la manera de reducir a sus rivales cuando juega como local y cuya semana será un nuevo problema. A diferencia de otras aduanas que mostraron mayoría de asientos vacíos, ayer los aficionados en la capital estuvieron cerca de lograr el lleno en el estadio Ciudad de los Deportes, donde sonoros silbidos acompañaron al bicampeón.

Con apenas un remate de larga distancia de Rodrigo Aguirre y la respuesta de Chino Huerta, quien falló un mano a mano frente a Malagón, el último actor de la noche fue el árbitro central. Por razones poco claras, Hernández agregó nueve minutos de compensación y, en ese tiempo, el paraguayo Richard Sánchez recibió la tarjeta roja al no encontrar el empate. Los de la UNAM, con el pecho inflado de orgullo, cerraron la fecha 10 en el quinto lugar con 19 puntos. Mucho más abajo, en el puesto 11, las Águilas terminaron fuera de la zona de repechaje con 13 unidades.

A la salida del estadio, un par de aficionados americanistas se liaron a golpes en la zona de plateas con seguidores de Pumas, quienes quedaron ensangrentados, pese a la presencia de elementos policiales. No hubo detenidos.

Al calor de la victoria, el técnico argentino Gustavo Lema destacó la personalidad de sus jugadores para llevarse un clásico que despierta tantas pasiones. Ganar este partido es sensacional. Desde que estamos en este club, repetimos, dijo en referencia al triunfo de la campaña pasada. Me parecía apresurado creer que estábamos en una crisis. Enfrentamos al equipo bicampeón y no nos pateó al arco. Lo de la gente fue fantástico. Vi a muchos festejando, era algo que necesitábamos.

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