El autor de Z y Missing reconoce que hacer cine le sigue dando vida: "Cuando empiezo una película, el problema con la edad y el rodaje es que tienes toda la imaginación, tienes la voluntad, lo tienes todo, pero la energía no siempre está ahí. Pero cuando empiezas a rodar, cuando yo empiezo a rodar, la energía llega bastante inmediatamente".
Costa Gavras no esquiva el aspecto religioso y social de la muerte, cómo desde niños la cultura judeocristiana la plantea como el paso a algo mejor. "Cuando yo era muy joven, nací en una familia muy cristiana, con un padre muy cristiano, y él me dijo: 'Irás al paraíso'. Entonces, más tarde, miré hacia arriba para ver dónde estaba el paraíso, pero no vi dónde podría estar. Miré alrededor, en la Tierra, y no había lugar para el paraíso. Había seres humanos por todas partes, y también gente mala. Así que entendí rápidamente que no era así. Vivimos, nacemos, vivimos y desaparecemos. Eso es normal para todo lo que nos rodea. Para las personas, para los animales, para la tierra, para los árboles, para todos...".
"Las religiones -añade-, las principales religiones que conocemos, las tres, todas tienen un paraíso. Es una forma de existir. Es una forma de convencer a la gente para que esté allí, creo. No voy a entrar en esa crítica, pero existen gracias a eso".
El greco francés no ve a Le dernier souffle como algo muy distinto a las películas políticas que le dieron fama, ya que planta la libertad del individuo. "¿Por qué crees que la muerte, o morir, es la única parte de la vida humana que le molesta a la gente que decidas cuando y como llegará? No están en contra, no sé, de que seas o hagas cualquier cosa en la vida, o la mayoría de las cosas, pero no quieren que decidas cómo morir. Quiero decidir, pero en nuestra sociedad no hay posibilidad de decidir".
Ahonda el director sobre la imposibilidad de elegir una muerte placentera a voluntad propia: "Godard decidió morir. Entonces llamó a gente de su país, Suiza, donde la eutanasia es legal, y media hora después estaba muerto. Pero no se puede hacer en Francia, ni en Alemania, ni en Inglaterra ni en ningún otro lugar, porque la religión, desde el principio, todas las religiones, incluso las religiones bárbaras, dicen que no se puede morir. Hay que pedirle a la muerte, hay que decidir por la muerte".
"Creo -detalla- que, de manera general, filosóficamente, uno tiene que ser libre de morir como uno quiera morir. Y creo que uno tiene que serlo, para que los médicos le ayuden a morir en el momento en que pide terminar".
Siempre amigo de generar debates, Costa Gavras considera sano hablar de un tema del que todos de alguna manera intentamos escapar. "En este siglo -afirma-, hay que hablar de la muerte. No de la muerte de masas, de miles de personas, sino de la muerte humana, de una persona humana que muere. Porque nos afecta directamente. De eso nadie habla. En la televisión no ponen muertos, está prohibido. No hablan de muerte. Hablan de miles de muertes, pero no de una sola muerte. A menos que se trate de un asesinato, de algo muy agresivo y muy bárbaro. Pero la muerte normal no existe. Por eso es importante hablar de eso. Tratar de aprender a morir".
Respecto de la forma en que -como en la película- los médicos hablan también con pudor sobre la muerte, el cineasta concluye: "Es una lección personal que he aprendido por mí mismo, que es importante morir con dignidad y estar preparado para hacerlo. Las demás personas no pueden ayudarte.
Y si un médico lo sabe, creo que tu también tienes que saber la verdad. La verdad es importante. Es más fuerte que la mentira, porque la mentira te hace pensar que es peor".