Justo hace un año, en este espacio abordé la importancia y lo imperativo de continuar trabajando por una cultura de paz y por la reconstrucción del tejido social. De manera desafortunada, pareciera que el clamor de los miles que han sufrido y aún padecen por el crimen organizado y el narcotráfico, que continúan buscando a sus seres queridos, que persisten en desterrar la impunidad de los sistemas de seguridad y justicia, que aún tienen fe en un México mejor, tardará en ser debidamente atendido.
Hoy las palabras son insuficientes para describir el dolor de innumerables mexicanos; sin embargo, la esperanza se ha hecho cada día más presente y múltiples sectores de la sociedad se han unido para llevar a cabo un necesario e imprescindible ejercicio para recobrar la añorada paz social.
Existen múltiples hechos que se han convertido en momentos decisivos. Sin duda, uno de ellos fue el asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar y del guía de turistas Pedro Palma Gutiérrez, el 20 de junio de 2022 en la Sierra Tarahumara; el cual desencadenó la indignación, así como una serie de manifestaciones y solicitudes de ayuda por parte, no sólo de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, sino de las demás asociaciones religiosas y de la sociedad en general.
Así, surgió la iniciativa Diálogos por la Paz, integrada por la Conferencia del Episcopado Mexicano, la Conferencia de Superiores Mayores Religiosos de México, la Dimensión Episcopal para los Laicos y la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús. Durante la primera etapa se llevaron a cabo los conversatorios por la paz y los foros Justicia y Seguridad, donde participaron unas mil 600 instituciones y más de 20 mil personas, culminando con un encuentro nacional en la ciudad de Puebla, para finalmente derivar en la redacción de la Agenda nacional de paz.
En una segunda etapa se impulsaron las acciones nacionales, además se presentó el documento Compromisos por la paz, en el cual se exponen propuestas de más de 50 expertos. Es importante mencionar que el 11 de marzo pasado, los entonces candidatos a la Presidencia de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, Xóchitl Gálvez Ruiz y Jorge Álvarez Máynez, fueron invitados a un evento donde se les entregó dicho documento y se les invitó a firmar para comprometerse a trabajar de manera conjunta para desarrollar políticas públicas y crear espacios de encuentro y reflexión en pro de la armonía y la paz.
Hoy nos encontramos en la tercera fase, donde se impulsarán las acciones locales a través de proyectos locales de paz desde las parroquias, las universidades, las pastorales sociales y diversas instituciones; además, se buscará lograr puntos de encuentro entre funcionarios y la población con la finalidad de dar seguimiento a los compromisos presentados en marzo.
Si algo hemos comprobado con el transcurrir no sólo de los años, sino de las crisis a las que nos enfrentamos, es que la única manera de solventarlos es unidos, es construyendo acuerdos y desarrollando puentes de comunicación; sobre todo impulsando el trabajo en la educación y la tolerancia; y, por supuesto, que en esto tanto la familia como las instancias educativas desempeñan un papel esencial.
Es cierto que los esfuerzos se han sumado, que la sociedad se encuentra cada día más desesperada y demandante, y tristemente, pareciera que la violencia continúa siendo una forma de vida, de alguna u otra forma elegida en amplios sectores de la población, que sin duda repercute política, económica y socialmente.
Además, sigue creciendo la nación de la prevalencia del más fuerte y en muchas ocasiones cuando la injusticia y el dolor se deslizan silenciosos e imparables la idea de venganza se instala con una fuerza arrasadora; por lo que hoy es necesario abrazar con todo nuestro amor y buena voluntad un cambio interno que nos permita no olvidar las palabras de su santidad el papa Francisco: “No nos dejemos contagiar por la lógica perversa de la guerra; no caigamos en la trampa del odio al enemigo. Volvamos a situar la paz en el centro de nuestra visión del futuro, como objetivo central de nuestra acción personal”.
Para el Papa la educación y paz han sido temas significativos, incluso en la 57 Jornada Mundial de la Paz 2024, durante su mensaje titulado “Inteligencia artificial y paz”, aborda la importancia de la ciencia y la tecnología como aliados del bien común, como instrumentos al servicio del desarrollo integral del hombre y de la comunidad, tema que abordaré en una futura edición con la finalidad de profundizar un poco más en las notables ideas plasmadas.
Es probable que muchos hayamos sido víctimas de alguna injusticia o tipo de violencia; sin embargo, debemos tratar por todos los medios de no caer en la oscura posición en que nos coloca el dolor, porque desde ahí seguramente nos convertiremos en aquello que algún día juramos combatir.
Debemos continuar repitiéndolo, pero sobre todo insistiendo: la paz es un trabajo mancomunado, que debe realizarse en equipo con el amor hacia el prójimo como estandarte, con el ser humano en el centro del quehacer, con diálogo y escucha atentos, con solidaridad, con respeto a las diferencias y con la firme convicción de que podemos lograr una sociedad que no vea en la violencia una forma común de vida.
*Consultor en temas de seguridad, inteligencia, educación, religión, justicia y política.