Un sistema democrático requiere la competencia de partidos. No puede haber democracia en un régimen de partido único. Si en México se logró derrotar al llamado “partido oficial” fue porque, aun cuando el PRI controlaba todo y era experto en hacer fraudes electorales, nunca dejó de convocar a elecciones. Hoy hemos dado un paso toral en la democratización de México y tenemos que cuidar que el partido Morena no repita los viejos esquemas; por tanto, debe haber una oposición real, organizada, con una propuesta propia. Entre los partidos actuales el PRD desapareció, el PRI ha quedado muy desprestigiado y, en mi opinión, sólo el PAN podría llenar el papel de oposición.
Lo digo por su historia, ahora es minoritario, olvidó su doctrina, marginal, pero es la segunda fuerza política del país. Representa 14.2 por ciento de legisladores en la Cámara de Diputados y 17.1 en la de Senadores. Gobierna cinco estados de la República y cinco alcaldías en la capital. No hace mucho fue la alternativa que ganó la Presidencia primero con Vicente Fox (2000) y luego con Felipe Calderón (2006), aunque ya para entonces había renunciado a su primogenitura política por un plato de lentejas. Fox, con las siglas del PAN y con el apoyo de los empresarios reunidos en una organización paralela denominada Amigos de Fox, para ganar aceptó que los principios fueran “abandonados en el cajón del escritorio” y basó su campaña no en propuestas, sino en la imagen de él mismo creada por los “genios” de la publicidad. Nada de doctrina y mucha mercadotecnia.
Ahora está lejos de ser el partido de ciudadanos que se enfrentaron, sin muchas posibilidades, al “partido oficial” antiguo rival, con el que a la larga terminó aliado y con el cual fue derrotado en la reciente contienda ganada ampliamente por la primera mujer que presidirá al país, ambos fueron derrotados por Morena, partido de reciente fundación y movimiento con aliento histórico.
En una nota publicada por La Jornada el pasado martes 17, se da cuenta de que ese partido, considerado de derecha, cumple 85 años de haber sido fundado y así es; en 1939, el día 17 de septiembre, en las instalaciones del Frontón México tuvo lugar esa fundación y la aprobación de sus estatutos y sus principios de doctrina.
Era el año en que culmina el polémico gobierno de Lázaro Cárdenas; había cambiado el artículo tercero de la Constitución para declarar que, en México, la educación sería socialista; se había expropiado el petróleo y se repartían por todo el país latifundios de las antiguas haciendas para entregarles a los pueblos convertidas en ejidos y tierras comunales, rompiendo con ello el esquema liberal de la propiedad privada.
El PAN recién fundado, en 1940, tomó su primera gran decisión; tenía que optar entre participar con un candidato propio o hacerlo sumándose a una campaña muy popular y bien organizada del antiguo revolucionario zapatista y luego huertista Juan Andreu Almazán, candidato de oposición que compitió con Manuel Ávila Camacho, el sucesor oficial de Cárdenas. El nuevo partido, titubeante, acordó en su asamblea dejar en libertad a sus militantes de apoyar o no al candidato de oposición a sabiendas de que no era fácil derrotar al oficialismo y sería un mal comienzo iniciar su vida política con una derrota.
En esa fundación, cuya efeméride pasa desapercibida, se aprobaron documentos que abrieron una opción electoral democrática, en lo político, y liberal, en lo económico, e independiente del gobierno, formada por ciudadanos deseosos de participar en política sabedores de que era poco menos que imposible derrotar a la aplanadora oficialista.
Durante años, el PAN no obtenía triunfos electorales, sin embargo, aportó una mística partidista y una férrea voluntad de ejercer los derechos democráticos establecidos en la Constitución. Durante décadas sus bancadas fueron minoritarias, cinco o seis diputados de mayoría, pero que dieron inicio a una incipiente vida parlamentaria en la que se dieron testimonios heroicos en los debates aun a sabiendas de las derrotas seguras en las votaciones.
Digno de recordar es su lema: “Por una patria ordenada y generosa y una vida mejor y más digna para todos”, así como a algunos de sus fundadores reclutados principalmente en el mundo de la cultura y de la acción católica. Menciono a Manuel Gómez Morín su fundador, uno de los “siete sabios”, funcionario público en los gobiernos de Obregón y Calles y rector de la Universidad de México; otros dignos de ser recordados son el jalisciense Efraín González Luna; el poeta tabasqueño José María Gurría Urgell; el maestro universitario Roberto Cossío y Cosío; el filósofo del derecho Rafael Preciado Hernández, y el escritor e historiador Luis Calderón Vega.
Se requiere una oposición propositiva y creo que el PAN podría aprovechar la oportunidad de reivindicarse; volver a sus épocas de partido formador de ciudadanos y sacudirse a los dirigentes convertidos en mafia inmobiliaria. [email protected]