La sierra oaxaqueña esconde enigmas para compartir con la sociedad. Para Manuel Miguel el arte atañe a la observación constante, como un libro para leerse todos los días.
Ese libro que Manuel encontró dentro de una biblioteca en su comunidad, liberó todo su contenido creativo, como si un oráculo provocador le susurrara. Un mensajero ausente cuya frase más célebre: “Que la muerte es democrática”1, desató la furia creativa de aquel joven de Teocucuilco de Marcos Pérez, Oaxaca; que inquieto entre la cosecha comenzaba a generar sus primeros trazos sobre la tierra.
La pasión por el dibujo lo llevó a derribar paradigmas establecidos por la Academia y encontró en su propia naturaleza: una fuerza de expresión necesaria; para construir un diálogo constante con todo aquello que lo rodeaba.
Encontró en los talleres de grandes maestros oaxaqueños, las herramientas necesarias para generar su propia poética pictórica y un discurso social certero.
El fervor a su trabajo es una marea intensa que, a todos quienes hemos tenido la oportunidad de visitar su taller, nos sumerge en un mundo donde la creatividad se revela en todo su esplendor; en esa revelación las palabras no alcanzan y se atoran en los dientes. Nos hace reflexionar ante un mar profundo en donde sólo podemos guardar silencio.
Su comprensión del trabajo con los materiales es implacable en todas las técnicas que Manuel explora. El entendimiento hacia lo contemporáneo nos vuelca a las raíces que Manuel nunca suelta y que todos los días desenreda y, por las noches antes de dormir, vuelven a enredarse. En él, el trabajo es prodigioso, nunca lo traiciona y más bien le acompaña.
Su obra establece conexiones con todo aquello que no podemos observar, se intensifica cuando todo comienza a manifestarse frente a nosotros. Los colores en sus obras se mueven para encontrar su lugar en esos mundos, en constante movimiento y comunicándose entre sí. Su obra desprende sonidos que conquistan el silencio con su luminosidad y con certeza en los trazos, contendores de un ADN ancestral.
En sus obras el color es un complejo aglutinante visual, de acciones perceptivas coincidentes con el acto de ver. El color, para Manuel, ya no es local ni forjado en un ambiente específico, es el resultado de una astucia y técnica instintiva. Las imágenes se transforman en auténticos espacios cromáticos que transmiten la vida del cuadro.
El trabajo de Manuel incumbe no sólo al de un artista o creador, se asemeja más a un Tlacuilo: nunca quita el pie de su entorno social, su terruño. Se desprende para después volver a adherirse a los asuntos de lo “real”, dotándolo de una condición y compromiso con su estado. Un trabajo de dualidad reflejado en sus piezas.
Su trabajo social contiene el mismo valor que su obra. Es generador de proyectos sociales y culturales que promueven el trabajo de su cultura. Dentro de estos proyectos se encuentra “Las rutas escultóricas”, espacios que brindan a artistas jóvenes y con trayectoria a convivir en torno al arte y la cultura desde el 2018.
Inmerso en el desarrollo cultural de su comunidad, Manuel Miguel inauguró en octubre del 2023 “El arco de la hermandad serrana” como símbolo de unión de la identidad oaxaqueña en la región de la sierra. Un proyecto a largo plazo que plantea realizarse en las 8 regiones del estado de Oaxaca.
La preocupación por la contaminación ambiental lo impulsó a crear “dispositivos/esculturas” que funcionan como captadores de residuos PET y otros materiales contaminantes y, una vez transformados en obras de arte, modifican el espacio cotidiano y promueven conciencia social entre los habitantes de la comunidad y sus visitantes.
La intensidad de vivir como un colibrí y su capacidad de compartir, es de naturaleza oaxaqueña: otorgar sin pedir nada a cambio. Bajo esta premisa, actualmente su acervo personal gira en las 8 regiones de Oaxaca, se comparte por todo el estado, casas de cultura y casas del pueblo.
Su apoyo incondicional a jóvenes oaxaqueños en diferentes disciplinas como cine, danza, teatro o música popular, lo han posicionado como un promotor de su propia cultura y, sobre todo, un artista ocupado por la formación artística de Oaxaca.
Pocas veces puede conocerse a un ser humano como Manuel Miguel, la excepción a la regla es la evidencia en su trabajo: Preciso y determinante. Sólo la sierra y el campo dan semillas que transforman otras vidas con su energía extraordinaria.
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1111 “La muerte es democrática, ya que, a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera” cita de José Guadalupe Posadas.