La edición 189 de la Oktoberfest, la fiesta de la cerveza, la más grande del mundo, abrió sus puertas en Munich este fin de semana para recibir a por lo menos 6 millones de visitantes. Del 21 de septiembre al 6 de octubre llegan turistas de todo el mundo a la capital de Bavaria a la que podría considerarse una amable carta de presentación del pueblo alemán.
Se inaugura el primer sábado después del 15 de septiembre, y no propiamente en octubre, como su nombre la define, para aprovechar el fin del verano con temperaturas más cálidas, en una inmensa área con gigantesca rueda de la fortuna, miles de visitantes con la típica indumentaria bávara –pantalones cortos de piel y tirantes–, infinidad de puestos de golosinas, carretas con caballos y decenas de carpas que son restaurantes.
Algunos dan cabida hasta a 10 mil personas y adentro se instalan pequeños escenarios donde se presentan artistas locales. Innumerables filas de bancas y mesas y, por supuesto, las atractivas mujeres con pronunciados escotes en su vestimenta tradicional.
En cada brazo cargan hasta tres o cuatro tarros de un litro, característicos con asa amplia, precisamente para cargarlos. El precio es de 15 euros el litro, 324 pesos mexicanos. Es tal vez la temporada en que Alemania recibe el mayor número de turistas de todo el mundo.
El terreno es de 40 hectáreas, en un área verde llamada Theresienwiese, La pradera de Teresa, que se encuentra al oeste de la ciudad. El origen de esta celebración fue el matrimonio entre el príncipe Luis I y Teresa de Sajonia, en 1810. En ese entonces los habitantes fueron invitados a los festejos, que se prolongaron varios días y cuyo atractivo principal era una carrera de caballos.
La pradera de Teresa adquiriría el nombre del noble personaje. La temática sobre la cerveza llegó posteriormente, cuando se incorporaron establecimientos que podían desarmarse (actualmente carpas) con la oferta gastronómica de la región y la bebida artesanal que llegaba en barriles.
La cerveza en Alemania es mucho más que una bebida; se considera un aspecto cultural unido al país, pues se habla de cerca de 5 mil marcas. La elaboran maestros cerveceros y se exporta. Existe un ritual importante con el que empieza la Oktoberfest. Se trata de abrir el primer barril con un martillo, lo que suele ser papel del alcalde de Munich o del gobernador de Bavaria.
La entrada es gratis y las líneas de transporte público se encuentran abarrotadas desde las primeras horas de la mañana, ya que abren a las 9; al mediodía, la masa humana en el recinto es desbordante, por lo que el público local suele ir ya por la tarde.
Por ahí también es posible encontrar a algún visitante prominente, aunque no hay áreas reservadas, es la fiesta del pueblo alemán que muestra sus mejores galas al mundo.
En varios lugares del mundo se imita, incluso en México; en otras regiones de Alemania se ofrecen típicos platillos de su gastronomía, como las inigualables salchichas acompañadas por la frescura de una cerveza, que permite por un momento decantarse de la cotidianidad y disfrutar la vida a la manera alemana.