muera la corrupción.
Fue la última vez que la figura del presidente López Obrador se recortaba en el balcón central de Palacio Nacional, y de él se puede decir lo que se quiera, en contra o a favor, pero es indiscutible que entrega otro país, un México diferente al que recibió hace seis años.
Sí, las obras marcarán por mucho tiempo el paso de López Obrador por los corredores del poder, pero la 4T resulta una meta que apenas empieza a dar resultados si se toma en cuenta la fuerza con la que el grito de muera la corrupción
se escuchó la noche del 15.
Y es que el fin del esfuerzo del gobierno que termina es el cambio en la forma de resolver la vida por parte de sus ciudadanos, a partir de los ejes que puso en marcha la 4T, cuya base es precisamente eso, la muerte a la corrupción.
Nombre por nombre el Grito cumplía con la tradición. Vivas para Hidalgo, Morelos, cada uno en el orden acostumbrado, y luego casi ligado al muera la corrupción
, llegó el viva la justicia
.
Eso le faltaba al Grito. Nadie podía negar la asociación a la que invitaba el binomio corrupción-justicia y la siguiente idea, el nombre que se ha escuchado por todos lados en las últimas semanas: Suprema Corte de Justicia.
Por eso, y con todo ese apoyo, ayer se publicó en el Diario Oficial de la Federación la ley que da un vuelco al quehacer de la justicia en el país.
Fue la última sentencia sobre uno de los pilares más sólidos del neoliberalismo, y así se obedeció lo que en las urnas se obligaba. No hubo muestras de rechazo por parte de la gente. No las hubo en el Zócalo, pero tampoco en los restaurantes que estuvieron llenos.
En los hoteles con mirador hacia Palacio Nacional el costo de una noche rebasaba el precio de un fin de semana en algunos destinos turísticos del país. Algo así como 30 mil pesos costaba ser testigo del último Grito de López Obrador.
A este episodio de nuestra historia le faltan sólo dos semanas y aparentemente, para este momento, ya todo está dicho, aunque hay quien asegura que aún hay cabos sueltos y que más tarde que temprano se tendrán que ir anudando.
Y es que, por ejemplo, una de las preocupaciones serias de los miembros más sólidos de Morena es: ¿quién va a escribir la historia de este lapso? ¿Se dejará sólo en manos de los perdedores encabritados el relato?
Lo malo es que desde el lado del gobierno no hay nombres, no muchos, que puedan escribir la historia sin fantasear, sin hablar de la huella y abstenerse de ser ellos los protagonistas, por eso es que decimos que no hay muchos.
Fue el último Grito de López Obrador y ya viene el de Claudia Sheinbaum, el segundo piso de la 4T.
De pasadita
Lo ocurrido ayer en San Miguel Xicalco, en la alcaldía Tlalpan, es de preocupar. ¿Será que el jefe de la policía no sabe cuáles son los puntos más difíciles de la ciudad? ¿De verdad ignora dónde debe estar la policía?
Hay un franja en esta capital que está muy bien identificada por la población, es decir, todos saben qué pasa en el sur, en las alcaldías más alejadas del Centro Histórico, así que sí, tal vez no se pueda prevenir lo que sucede en un festejo, pero no tener el trabajo de inteligencia que impida que uno de los elementos más importantes de la corporación sea asesinado, es el colmo, se vea como se vea. ¡Qué lástima!