Hoy tendremos un rencuentro con aquellos momentos compartidos años atrás. Estaremos miles de personas, a lo largo de todo el país, presentes en un Grito de Independencia especial, no sólo por nostálgico, sino también por lo esperanzador. Y, no obstante ser el último que escucharemos del presidente Andrés Manuel López Obrador, este festejo patrio reaviva la motivación de esos primeros días de su sexenio. Las expectativas continúan, así como los deseos de seguir haciendo historia. Hemos tenido avances, quieran o no reconocerlos.
En 2018 comenzó una etapa transformadora en la cual participaron millones de ciudadanos. Y, pese al ambiente de agresión constante, alimentado por dinero malhabido y sostenido por aquellos personajes egoístas, líderes neoliberales y, francamente, antipatriotas, no pudieron detener los pasos hacia la Cuarta Transformación (4T).
Los grupos de oposición a la 4T tendrán que conformarse con lo que tienen. Ya no será posible continuar con su aspiración de grandezas millonarias. Ya se ha demostrado que el país es una fuente de riquezas para toda su población y no sólo para beneficio de unos cuantos. Los grupos de oposición tendrán que sumarse al gran movimiento por la transformación económica, política, social y cultural del país porque el equilibrio que hemos experimentado en la política de izquierda del presente gobierno podemos continuarlo para el próximo y los que vendrán.
Un ejemplo de dicho avance es el regreso de los trenes. Es una gran satisfacción para quienes hemos insistido en que, como parte de un cambio verdadero para la calidad de vida y el mejoramiento ambiental, el sistema ferroviario es la mejor opción. En este sexenio comenzó su tan esperado rescate.
Lo que en otros países es una forma de viajar cotidianamente, en México empieza a ser una posibilidad tangible. Tenemos múltiples ejemplos alrededor del mundo sobre la importancia de este tipo de transporte. Entre los más espectaculares están, sin duda, los trenes de alta velocidad fabricados en China. En el periodo neoliberal se detuvo irresponsablemente una de las industrias más importantes del país: la industria ferrocarrilera. De haber continuado hace décadas, tendríamos en la actualidad una red amplia que cubriría todo el territorio nacional.
El planteamiento de la presidente electa, Claudia Sheinbaum, es la construcción de más líneas de trenes. El beneficio para la movilidad de la población será enorme, ya que las expectativas comerciales y de otra índole se multiplican por la ventaja de recorrer mayores distancias en corto tiempo.
Sin embargo, no sólo la construcción de más rutas ferroviarias es una tarea factible para el próximo sexenio. Estamos buscando las mejores opciones para acceder a las fuentes de energía limpia que satisfagan en el menor tiempo posible las necesidades de un transporte libre de contaminantes que está esperando la población, incluidas las más lejanas. Pero que, además, nos permitirá cumplir con los compromisos ambientales que México ha firmado.
Confiamos en la política exterior que Claudia Sheinbaum implementará durante su gestión. Hasta el momento, el acercamiento con los futuros inversionistas industriales es positivo. Tenemos la seguridad de que los tratos con visión coercitiva por parte de países como Estados Unidos o Canadá no encontrarán cabida en el próximo gobierno.
Confiamos en que la tradicional diplomacia pacifista mexicana, reconocida en todo el mundo, continuará dando protección a la soberanía nacional. Ya hemos experimentado que la defensa de nuestra política interna es una garantía para hacer valer el respeto hacia nuestro país y que las amenazas comerciales, y aun las militares, no han prosperado ni lo harán en el futuro.
Muy importante para la siguiente administración es el blindaje que proporcionará un sistema judicial libre de corrupción y de abusos que durante los últimos 50 años han deteriorado la imagen de los profesionales del derecho en todas sus ramas.
La reciente reforma judicial aprobada el pasado miércoles le dará a la ciudadanía un carácter cualitativo de democracia efectiva y será una muestra de la capacidad de responsabilidad y madurez, tanto de las nuevas instituciones restructuradas como de su personal y autoridades. Pero, sobre todo, la elección popular de jueces, magistrados y ministros será una muestra de civilidad por parte de toda la ciudadanía de la que formamos parte.
*Colaboró Ruxi Mendieta [email protected]
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