Los garbanzos de a libra nacen, pero además se van haciendo y puliendo para convertir a esa persona especialmente dotada en un artista excepcional, un sujeto referencial por sus cualidades, recibidas por azares del destino pero responsablemente pulidas, siempre y cuando se tenga vocación; esa voz interior que llama a la acción a quien la posee, pues una cosa son las cualidades y otra la capacidad para desarrollarlas con una meta precisa. Por eso hay tantas vocaciones fallidas, por suponer o sobrevalorar atributos o, peor, por confundir ambición con vocación.
Desde hace tiempo el sistema taurino de México cosecha la negligente e imprevisora siembra de casi cuatro décadas de neoliberalismo autorregulado e importaciones irresponsables mientras esos criterios debilitaban y desmotivaban la producción oportuna de nuevos valores a los que se dieran suficientes oportunidades para cuajar en toreros capaces de atraer al gran público, no sólo por su carisma, sino por su probada capacidad de rivalizar y triunfar. Prevalecen el amiguismo y la imprevisión, por lo que la falta de nuevos productos toreros atractivos ya es preocupante, aunque nadie sufre ni se acongoja.
Aquí a unos muchachos los mandan a España, donde la novillería tiene cabida en diferentes localidades con concursos diversos, y a otros a su casa, para que recuerden quién manda y quiénes deben obedecer o a quién no se debe tocar ni con el pétalo de un adjetivo. Por ello, a los que guardamos en la memoria la privilegiada tauromaquia del joven mexiquense Emiliano Losornio, nos dio un gusto enorme ver sus avances y consolidación de sus cualidades toreras en el importante certamen Alfarero de Oro, en Villaseca de la Sagra, Toledo, ganado a la postre por ese magnífico prospecto que es el zaragozano Iker Fernández El Mene.
Nuestro Emiliano Losornio se abrió de capa el pasado 9 de septiembre y de inmediato conectó con el público en tres templadas verónicas rematadas con un manguerazo de Villalta ante un serio novillo de Partido de la Resina, antes Pablo Romero. Luego, con valor sereno y cabeza torera, se sucedieron los derechazos con sentimiento, seguridad y señorío, gustándose y gustando. Coronó su labor con soberbia estocada, pero el público, sorprendido e incrédulo ante lo que acababa de ver, se olvidó de pedir la bien ganada oreja. Luego, con un castaño de Cocha y Sierra, repetiría color, aunque la embestida durara poco. Ahora sí fue llamado al tercio. Amorantao
, se le ocurrió decir al boquiabierto cronista sobre el sentido estilo de Losornio, pero más que un cumplido fue otra perla del incorregible hispanocentrismo de los taurinos españoles. Ojalá Emiliano sume más festejos, tome la alternativa y regrese a México a hacer fila en los desaprensivos despachos. Por cierto, ¿la empresa no lo contrató o él no quiso venir a esta decaída temporada?
Decaído, débil serial novilleril en el que han salido 54 novillos, de los cuales por lo menos la mitad, por su embestida, debieron irse sin una o dos orejas al destazadero y 26 novilleros, ya que en el noveno festejo uno repitió. De esos 26 muchachos sólo cuatro lograron cortar oreja –César Ruiz, una con fuerza en la inaugural; Jesús Sosa y José María Mendoza, una protestada en la segunda y tercera tarde, y Bruno Aloi, dos clamorosas orejas por estructurada y sentida faena en la sexta–, el resto, quien más quien menos, exhibiendo no sólo severas carencias técnicas sino escasa o nula disposición a una entrega sin adjetivos, como Luis Conrado, por ejemplo. Con cuatro triunfadores, ¿qué combinaciones hará la empresa en las dos novilladas restantes? ¿Acaso manos a mano y que repita el triunfador? ¿Vendrá Bruno Aloi? A saber, pero esta selección tampoco destacó.