El clásico nacional retornó a su escenario de origen, el estadio Ciudad de los Deportes, después de 70 años, en un duelo que transitó entre lo gélido hasta la algarabía con la victoria 1-0 del América ante Chivas.
Ramón Juárez (31) fue el protagonista al marcar el tanto que le dio vida a un juego que se perfilaba para el letargo. Con el triunfo en la jornada siete del torneo Clausura 2024, las Águilas ganan terreno en la Liga Mx al llegar a nueve puntos, mientras el Guadalajara tiene once unidades.
La final de la Copa México del 12 de mayo de 1954, disputada en el estadio Ciudad de los Deportes, es considerado el origen del llamado clásico nacional. No obstante, el recinto recibiría en pocas ocasiones ese duelo.
Apenas unos meses más tarde ese mismo año, el 5 de septiembre, sería la última vez que el inmueble de la colonia Noche Buena sería el escenario de un clásico nacional, luego de que las Águilas dejaron el recinto para mudarse al estadio Olímpico Universitario y más tarde asentarse en el estadio Azteca, donde habían permanecido desde 1966.
Ahora, el estadio Ciudad de los Deportes se rencontró con uno de sus pasajes históricos. En esta ocasión, el dominio fue de Chivas al inicio del encuentro con disparos de Armando González y Alan Mozo, al tiempo que en las gradas la presencia de los rojiblancos también pesaba.
Todo vislumbraba a una noche de tortura para las Águilas, hasta que la reacción inesperada de Ramón Juárez (31) en un rebote les permitió dar un giro al guion de este clásico para sacudir las redes.
Más allá de darle la ventaja a los americanistas, el tanto también les recordó la trascendencia de este duelo, enfrentar al acérrimo rival, en un escenario histórico del que parecieran sentirse lejanos aún cuando ha marcado parte de su esencia.
Así, ambos fueron un poco más arriesgados en el ataque pero dejaron en promesa los goles para desatar la euforia como un disparo de Bryan Rodríguez que pegó en el travesaño. La afición, en cambio, cayó en la polémica al lanzar el grito homofóbico en el complemento, un alarido que sólo ensombreció el juego.