Madrid. José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores de España, se refirió a la decisión de gobierno de Nicolás Maduro de convocar al embajador español en Caracas y llamar a consultas a su represententante diplomática en Madrid, al señalar que “son cuestiones soberanas, nosotros trabajamos para tener las mejores relaciones con el pueblo de Venezuela, con los que nos sentimos muy cercanos como el resto de países de América Latina”. El intento de Albares de rebajar la tensión entre ambos países contrastó con las reuniones que mantuvo el líder opositor Edmundo González con dos ex presidente españoles, el socialista Felipe González y el conservador Mariano Rajoy, que le reconocieron como el “presidente legítimo” del país.
El origen de la crisis diplomática entre ambos es la aprobación en el Congreso de los Diputados de una proposición no de ley en la que se insta al Ejecutivo español, presidido por el socialista Pedro Sánchez, a reconocer a Edmundo González, asilado en Madrid desde el pasado lunes, como el “presidente legítimo” de Venezuela y por tanto como el ganador de los comicios presidenciales del pasado 28 de julio. La escalada fue a más tras el encuentro de ayer entre el propio Sánchez y González en el Palacio de la Moncloa. Y, finalmente, lo que terminó por indignar al gobierno de Maduro fueron una declaraciones hechas durante la noche del jueves, en un acto no oficial y durante la presentación de un libro, de la ministra de Defensa, Margarita Robles, que se “solidarizó” con los exiliados venezolanos y tildó al régimen del país como una “dictadura”.
El ministro Albares buscó la conciliación, al insistir en varias ocasiones que “Venezuela es un país hermano” y que el gobierno español “trabaja para tener las mejores relaciones”. Además, al ser preguntado si compartía la definición de su compañera de gabinete sobre Venezuela, es decir si cree que es una “dictadura”, Albares señaló que “no soy politologo” e instó al Partido Popular (PP) y a la derecha a reconocer que el régimen franquista que tuvo España entre 1939 y 1976 “sí fue una dictadura”.
Albares no ocultó su incomodidad ante la crisis abierta con Venezuela, sobre todo porque desde que decidieron otorgarle la condición de asilado político a Edmundo González, gracias entre otros a la intermediación del ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, el Ejecutivo español se ha manejado con mucha cautela. Por ejemplo, el encuentro de Sánchez con González no formó parte de su agenda oficial y lo defendieron aludiendo a “cuestiones humanitarias”, en la votación del Congreso presentado por la derecha el grupo parlamentario del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) votó en contra y durante la votación se ausentó el pleno del gobierno. Además tanto la vocera del gobierno, Pilar Alegría, como el propio ministro de Exteriores insistieron en que su voluntad es “mantener las mejores relaciones con un país hermano, como es Venezuela”. Albares también confirmó que desde el Ejecutivo español no tienen prevista adoptar ninguna medida específica a raíz de la llamada a consultas de la embajadora venezolana.
Mientras la diplomacia española intenta tender puentes con Venezuela, el líder opositor protagonizó dos encuentros de alto calado con los ex presidente Rajoy y González, en la que ambos le reconocieron como el presidente “electo” y el ganador “legítimo” de las elecciones. Tanto Rajoy como González firmaron junto a 31 ex presidente de Iberoamérica la denuncia que presentaron a través de la Fundación Idea contra Nicolás Maduro en el Tribunal de La Haya.
Además, la derecha europea, a través del Partido Popular Europeo (PPE) buscan sacar adelante una moción en el pleno del Parlamento en la que se acusa al gobierno de Venezuela de “crímenes de lesa humanidad por las graves violaciones de los derechos humanos que ha cometido” e insta “a la UE y a sus Estados miembros” a que “ejerzan toda la presión posible sobre el régimen de Maduro y su círculo íntimo para que acepten la voluntad democrática del pueblo venezolano”.