Fráncfort. El Banco Central Europeo volvió a recortar los tipos de interés este jueves ante la desaceleración de la inflación y el crecimiento económico, pero apenas dio pistas sobre su próximo paso, en un momento en que los inversores apuestan por una relajación constante de la política monetaria en los próximos meses.
El BCE redujo su tipo de depósito en 25 puntos básicos, hasta 3.50 por ciento, en una medida ampliamente telegrafiada, tras un recorte similar en junio, mientras la inflación está ahora a un paso de su objetivo de 2 por ciento y la economía local bordea la recesión.
Ante la expectativa generalizada, la atención de los inversores se ha centrado ya en lo que vendrá después, pero el BCE no arrojó ninguna luz al respecto, ya que se atuvo a su directriz de que las decisiones se tomarán reunión por reunión, sin compromiso previo con ninguna senda de tipos en particular.
"El Consejo de Gobierno continuará aplicando un enfoque que dependerá de los datos y que se adoptará reunión por reunión para determinar el nivel y la duración adecuados de la restricción", dijo el BCE en un comunicado. "El Consejo de Gobierno no se está precomprometiendo con una senda de tipos concreta".
La atención de los inversores se centra ahora en la rueda de prensa de la presidenta del BCE, Christine Lagarde, a las 12:45 GMT, en la que será cuestionada sobre las perspectivas de tipos y sobre cómo puede influir en el BCE la esperada reducción de tipos de la Reserva Federal estadunidense.
Los economistas creen que lo máximo que hará será mantener la puerta abierta a otro recorte en octubre diciendo que todas las reuniones, incluida la próxima, son "en vivo".
"La inflación interna sigue siendo alta, ya que los salarios siguen aumentando a un ritmo elevado", dijo el BCE. "Sin embargo, las presiones de los costes laborales se están moderando y los beneficios están amortiguando parcialmente el impacto del aumento de los salarios sobre la inflación".
Los responsables del BCE más a favor de la relajación monetaria, principalmente del sur de la zona euro, han argumentado que los riesgos de recesión están aumentando y que los elevados tipos del BCE están restringiendo el crecimiento mucho más de lo necesario, lo que aumenta el riesgo de que la inflación no alcance el objetivo.
Pero los responsables de línea dura, recelosos de la inflación y que siguen siendo mayoría, afirman que el mercado laboral sigue estando demasiado agitado para que el BCE se quede de brazos cruzados y que las presiones subyacentes sobre los precios, evidenciadas por la persistencia de los costes de los servicios, aumentan el riesgo de que la inflación vuelva a dispararse.
Nuevas previsiones
Las nuevas previsiones económicas no contribuyeron mucho a zanjar el debate.
Las proyecciones trimestrales de los servicios del BCE indican que el crecimiento de este año será ligeramente inferior al previsto en junio, mientras que la inflación no volverá a situarse en el objetivo hasta el segundo semestre del año próximo.
Esto significa que pocos responsables de política monetaria, si es que hay alguno, se opondrán a una mayor relajación y que la principal discrepancia estriba en la rapidez con la que el BCE debe actuar.
Los dirigentes monetarios de línea dura han dejado claro que consideran apropiados los recortes trimestrales de los tipos, ya que los indicadores clave de crecimiento y salarios —que informan las propias proyecciones del BCE— se compilan cada tres meses.
Los inversores también están divididos: en los mercados financieros ya está descontado un nuevo recorte en diciembre, mientras que la probabilidad de que se produzca en octubre oscila entre 30 y 50 por ciento.
Bajada técnica de tipos
Con la decisión de este jueves, el tipo de depósito del BCE bajó 25 puntos básicos, hasta 3.5 por ciento. El tipo de refinanciación, sin embargo, se redujo en 60 puntos básicos, hasta 3.65 por ciento, un ajuste técnico largamente anunciado.
La brecha entre los dos tipos de interés se había fijado en 50 puntos básicos desde septiembre de 2019, cuando el BCE bombeaba estímulos a la economía para evitar la amenaza de deflación.
En marzo anunció planes para reducir la diferencia a 15 puntos básicos a partir de la reunión de este jueves, para fomentar la eventual reactivación de los préstamos entre bancos.
Aún faltan años para que se produzca esa reactivación, por lo que la medida del BCE es un ajuste preventivo de su marco operativo.
Por el momento, los bancos disponen de un exceso de liquidez de 3 billones de euros que depositan en el BCE a un día, lo que convierte al tipo de depósito en su principal instrumento de política monetaria.
Con el tiempo, esta liquidez debería disminuir, empujando a los bancos a pedir prestado de nuevo al BCE al tipo de refinanciación, tradicionalmente el tipo de interés de referencia del banco central.
Una vez que esto ocurra, el tipo principal recuperará su condición de referencia, mientras que el estrechamiento de la diferencia de los tipos debería ayudar al BCE a gestionar mejor los tipos de mercado.
El tipo marginal de crédito, un instrumento poco utilizado, también se redujo 60 puntos básicos, hasta 3.90 por ciento.
Debilidad del PIB
La debilidad del crecimiento es uno de los principales motivos de la moderación de la inflación y el producto interior bruto (PIB) de los 20 países que comparten el euro crecerá 0.8 por ciento este año, por debajo de 0.9 por ciento previsto hace tres meses.