Del sueño a la pesadilla. A finales de enero del año pasado, mil 368 habitantes de la comunidad nahua de El Coire, votaron por obtener su presupuesto directo y tener su “autogobierno indígena”. Siete meses después, celebraron, con honores a la bandera y una gran fiesta popular con espectáculos deportivos, danzas y comida regional, el 319 aniversario de su fundación.
Muy poco les duró la alegría. En apenas un año, el festejo se transformó en horror. Entre el 13 y el 19 del pasado agosto, comandos del cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) sembraron el terror en la cabecera comunal. Su objetivo es controlar el territorio y despoblarlo para el despojo.
Fuertemente armados, en numerosas camionetas, con uniformes de camuflaje, los de las cuatro letras tomaron el poblado. Asesinaron a dos jóvenes comuneros (Rafael Bautista Cruz, del poblado de Estopila, y a Eutimio Medina Herrera, de la encargatura de Chacalapa), desaparecieron a otros siete, golpearon y torturaron a decenas de personas, violaron a multitud de mujeres y robaron y saquearon casas y comercios de la cabecera comunal.
El Coire posee unas 54 mil 500 hectáreas de tierras comunales, en el municipio de Aquila, en la codiciada sierra-costa michoacana. Colinda con las comunidades nahuas de Santa María Ostula y Pómaro, así como con el municipio de Coalcomán al norte y el océano Pacífico al sur.
La cabecera comunal se encuentra en la sierra. A 19 kilómetros está la playa de Careycito. Tiene 17 encargaturas de tenencia. Las autoridades municipales de Aquila contabilizaron, al menos, 211 desplazados, 76 menores de 12 años. Estiman que el número de desplazados no registrados seguramente es mucho mayor.
Quienes han sido obligados a abandonar sus casas por parte del crimen organizado viven hacinados en la cabecera municipal de Aquila y en el vecino municipio de Coahuayana. Las encargaturas de Chacalapa, Zilapa, El Diezmo y El Salitre, así como la cabecera comunal, están casi despobladas. La empresa criminal aprovechó la ausencia de fuerzas del orden en la zona.
Aunque desde febrero la comunidad de Santa María Ostula ha exigido a los gobiernos federal y del estado que establezcan una base de operaciones en la colindancia de los municipios de Aquila y Chinicuila, el pasado 13 de agosto un batallón del Ejército permaneció en la cabecera comunal de El Coire menos de dos horas.
De haberse establecido la base de operaciones no habría tragedia que lamentar. El pasado 15 de junio debió concluir el periodo del comisariado de bienes comunales Celerino Álvarez Mauricio, pero éste se negó a convocar la asamblea para elegir al nuevo representante.
En los hechos, a través suyo, el CJNG comenzó a infiltrarse en la comunidad. No todo lo que brilla es oro. Celerino fue quien promovió, con el apoyo del gobierno del estado y de un colectivo de académicos, la formación de un denominado “auto gobierno indígena”, que dispone de presupuesto directo del Estado.
Fue así como surgió una nueva estructura de gobierno con un Concejo Comunal Náhuatl de El Coire, un Concejo de Seguridad y Justicia, dos comandantes y dos policías o guardias comunales por cada una de las encargaturas del Orden que integran la comunidad.
Sin embargo, más que expresión de autonomía indígena genuina, esta estructura de “autogobierno” sirvió al crimen organizado para infiltrarse en la comunidad. Lamentablemente, sus comandantes y muchos integrantes de su policía comunal están plegados al CJNG. De la mano de la integración de este “autogobierno indígena”, la comunidad ha sufrido una ola de violencia y asesinatos perpetrados por quienes la dirigen.
Desde un primer momento, Dionisio Silva Cruz, el primer comandante nombrado, manejó la estructura de la guardia comunal a su capricho, sin respetar las reglas internas de la comunidad. Los guardias comunales que no quisieron prestarse a sus intereses fueron arbitrariamente separados del cargo o desarmados.
Los encargados del orden en Chacalapa y Valdovinos fueron encarcelados por la sencilla razón de no estar de acuerdo con su proceder. A otros les fue peor. Las arbitrariedades de la policía comunitaria del “autogobierno indígena” son innumerables.
El 5 de julio de 2023, esposaron, torturaron y ejecutaron extrajudicialmente al joven Juan Orcino Reyes. El 27 de junio, integrantes del autogobierno citaron a las 10 de la mañana, a Jesús Pantaleón Álvarez Rentería y Alberto Contreras Herrera, encargados del orden de Zilapa. Tras la reunión,
el presidente del consejo de vigilancia, Francisco Javier López, ordenó la detención de los convocados. Y, el comandante Dionisio Silva Cruz le preguntó a su escolta Juan Orcino Ávila: “¿Lo matas tú o lo mato yo? El guardia disparó su fusil de asalto AK-47 en la espalda de Álvarez Rentería. El resto de la comitiva logró escapar.
Por si fuera poco, el pasado 29 de mayo, la policía comunitaria del autogobierno, detuvo, esposó y asesinó, en el panteón de El Coire, a Cipriano Medina Rentería. La violencia en esa región va más allá de El Coire. Las diócesis de Apatzingán y Lázaro Cárdenas, Desaparecidos de la Costa y Feminicidios de Michoacán han denunciado agresiones criminales contra comunidades de Aquila, Chinicuila y Coahuayana.
El 8 de septiembre fueron al Faro, encargatura de El Coire, Carlos Torres Piña y Juan Carlos Oseguera, secretarios Gobierno y Seguridad Pública de Michoacán. Allí expresaron que podían apoyar a que los desplazados sacaran sus cosas. Pero ¿y garantizar la seguridad? El gobernador Alfredo Rodríguez Bedolla anunció ayer lunes, que se establecerá la base de operaciones interinstitucionales solicitada en la colindancia de los municipios de Aquila y Chinicuila. Esperamos que así sea a la brevedad.
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