Ciudad de México. Dar a sombra, primer libro de la escritora catalana Berta Mongé (Barcelona, 1979), irrumpe en el ámbito editorial como una crónica o el diario íntimo de una mujer que busca ser madre y encuentra el camino en la reproducción asistida.
Desde las primeras páginas el lector descubre que el relato es también una bitácora de recuerdos, preguntas, deseos e incertidumbre. Editado por Malpaso, se trata de un texto en el que, simplemente, se escribe acerca de la belleza de la vida, con todos sus claroscuros, explica la autora en entrevista con La Jornada.
Luego de años de plasmar en sus letras de manera privada sus ilusiones e ideas, Mongé se percató de que tenía suficiente material para armar un libro. Su editora le dijo que se trataba del género memorias, y en México le mencionaron que era prosa poética. “Nunca había imaginado que mi primer libro sería sobre este tema y de esta forma, pero cuando me di cuenta de que era una historia fuerte, con la que quizá se identificaría alguien, presenté el manuscrito en la editorial donde trabajo como directora de arte y me dijeron: ‘sí, aquí hay un libro’.
“Dar a sombra nace de la pulsión de la escritura que he tenido desde siempre, no de la intención de hacer un libro, y me llevó el tiempo que tardé en hacer siete tratamientos de fecundación in vitro, es decir, cuatro años.”
Con el volumen en las manos, en videollamada desde su casa en Barcelona, Berta dice con mucha seguridad: “Escribir es una manera de entender la vida y entenderme, a la que no llego ni hablando ni pensando ni leyendo ni estando en silencio. Escribir es una vía de aprendizaje y de conocimiento propio porque para mí la escritura tiene que ver con la introspección. Técnicamente podría escribir una aventura de piratas, pero no me nace, porque para mí la escritura va de adentro hacia adentro”.
El libro se publicó en España en 2022, “un mes antes de que naciera mi hijo Bruno, y fue extrañísimo porque es mi primer libro, con mucha ilusión detrás, con el orgullo de empezar y terminar un proyecto de este tipo. Habla de la imposibilidad de ser mamá y cuando estaba por publicarse yo tenía 8 meses y medio de embarazo, entonces era la ilusión de tenerlo en mis manos y por otro lado pensar ‘qué poco identificada estoy ahora con esta historia’.
“Al final, me agradezco mucho haberlo hecho porque da testimonio, muy real y absolutamente fidedigno, de las emociones y pensamientos que tuve en una parte de mi vida que fue muy turbulenta. Si no lo hubiera escrito recordaría perfectamente esta historia, pero al estar aquí, no es que la recuerde, sino que la tengo sellada, con el sentimiento y el pensamiento exacto de aquellos días, de aquellas tardes, de aquellas noches, y eso me hace mucha ilusión, tener un libro testimonio que es totalmente real”.
Luego del nacimiento de Bruno, la escritora puso en pausa la promoción del libro, la cual comenzará este mes en México.
La autora reconoce que no es una gran lectora de poesía, aunque sus textos estén impregnados de ella: “Quizá me sale el tono poético porque consumo mucha belleza a lo largo del día, en el sentido de que trato de alimentarme de la poesía de la vida.
“Ahora, por ejemplo, estoy en la terraza de mi casa en el campo y la noche está superestrellada, se escuchan las cigarras de fondo, hay luciérnagas, eso es poesía pura, no en el sentido literario, pero sí en una alta dosis.
“Las flores son poesía, una buena película (consumo mucho cine) o un bonito cuadro. Me gusta mucho la estética en general, el interiorismo de las casas, la moda, el arte; un juguete bonito es poesía, una manera de andar bella, un buen plato, un alimento rico, una puesta de sol, el mar, en fin, ese tipo de cosas que son infinitas son poesía; entonces creo que mi manera de escribir poéticamente bebe de eso, de la poesía de la vida, no de los libros, aunque me nutro de los buenos, que son inabarcables.
“Hay un canon universal que no está escrito en ningún lugar, pero lo que trato de leer son libros que ya sé que me van a gustar porque son librazos”.
Momento de pausa
Berta Mongé insiste en que la escritura le da una mirada muy bella hacia la vida, la cual “no tendría si no lo hiciera. Me siento superafortunada de saber escribir. No me interesa la parte comercial de la literatura, no busco la mirada del otro. Es sólo el goce del momento tú a tú con el papel.
“La escritura te hace detenerte, porque vamos muy rápido en general, lo queramos o no. Escribir es tener un momento de pausa y aunque se trate de algo triste o duro, el hecho de hacerlo es bello.
“En Dar a sombra supe que lo que estaba explicando era muy difícil, pero sabía que podía hacerlo bonito. No quise hacer un drama. Escogí vestirlo con una ropa linda porque, finalmente, por encima de todo, la vida es bella”, concluye.
El libro de Berta Mongé ya se encuentra en librerías mexicanas.