Moscú. Ucrania atacó la madrugada y la mañana de este domingo con 159 drones Moscú y 15 regiones de Rusia y ésta respondió, a lo largo de la jornada, lanzando misiles balísticos Iskander-M y bombas guiadas FAB-500 contra la ciudad de Járkov y aparatos aéreos no tripulados contra 5 regiones ucranias.
Al mismo tiempo, los combates en Donietsk y Kursk no cejaron, manteniendo los sendos peligros potenciales que se ciernen sobre ambos: para los ucranios, los rusos siguen aproximándose a la ciudad de Pokrovsk; y para los rusos, los ucranios no renuncian a la idea de cerrar el cerco a las tropas enemigas en la parte del territorio de Rusia, una franja de cerca de mil 300 kilómetros cuadrados, que mantienen bajo su control.
El ministerio de Defensa, en su parte de guerra diario, reportó haber derribado todos los drones ucranios, sin precisar –como es habitual para su servicio de prensa– si alguno impactó en un eventual blanco o si cayeron fragmentos sobre edificios civiles o instalaciones militares y de infraestructura energética.
Sólo se sabe que este domingo circularon en redes sociales videos e imágenes de explosiones e incendios en refinerías y depósitos de combustible en diferentes zonas de Rusia, entre otros siniestros uno correspondió a la principal refinería de Moscú y una de las más grandes del país, en el distrito de Kopotniya, tras caer un dron o fragmentos de él sobre una de sus instalaciones.
Según el alcalde de Moscú, Serguei Sobianin, durante la noche las defensas antiaéreas lograron rechazar 9 ataques contra la capital rusa, derribando o desviando 7 en las afueras y dos sí entraron a su espacio aéreo, siendo abatidos cerca de la refinería de Kopotniya. Los bomberos consiguieron extinguir el fuego hacia las 11 de la mañana.
Dos grandes centrales hidroeléctricas, una en Kashira, región de Moscú, y otra en Konakovo, región de Tver, también figuraron entre los blancos del ataque ucranio, causando incendios que, conforme a las autoridades, se sofocaron y no afectaron el suministro de electricidad ni el sistema de calefacción.
De acuerdo con el comunicado de los militares rusos, en las regiones fronterizas con Ucrania abatieron el mayor número de aparatos aéreos no tripulados: 46 en Kursk, 34 en Briansk, 28 en Voronezh y 14 en Belgorod.
Asimismo, interceptaron 8 en Riazan, 5 en Kaluga, 4 en Lipetsk, 3 en Tula, 2 en Smolensk, 2 en Tambov, 1 en Ivanovo, 1 en Oriol y 1 en Tver. Cuatro de estas regiones sufrieron ataques con drones por primera vez desde que empezaron las hostilidades en febrero de 2022.
Y aunque el departamento castrense no incluyó en su comunicado la región de Yarsolavl, que tiene una refinería importante, su gobernador Mijail Yevrayev informó que la defensa antiaérea de la ciudad homónima abatió un dron.
Hasta hoy (domingo) Ucrania había dado su mayor golpe contra Rusia con vehículos aéreos no tripulados la madrugada del 14 de agosto, cuando el ejército ruso aseguró haber derribado más de 100 drones en 8 regiones del país.
La fuerza aérea de Ucrania, de su lado, aseveró que derribó 8 de los 11 drones que lanzó Rusia durante la madrugada contra, subrayó, “el cereal ucranio y la logística del sector agrario” en Odesa, Mikolaiv, Jersón, Kirovograd y Dnipropetrovsk. Un misil balístico Iskander-M dañó varios camiones que se utilizaban para transportar granos, agregó.
Horas después, Rusia bombardeó Járkov, la segunda ciudad en importancia de Ucrania, informó el jefe de la administración militar de esa región, Oleh Syniehubov, añadiendo que cazabombarderos Su-34, desde la región rusa de Belgorod a 25 kilómetros de la frontera, lanzaron bombas aéreas guiadas FAB-500 y misiles en cinco zonas de tres distritos de esa urbe, con un saldo mortal de 6 personas y 97 heridos.
Las autoridades ucranias –el propio presidente Volodymir Zelensky– no ocultan y hasta suelen detallar con videos subidos a Internet las víctimas entre la población y la devastación causadas por los ataques rusos, a diferencia del hermetismo que prima en los reportes oficiales de los militares rusos sobre las bajas entre civiles que causa el ejército ucranio.
Así este domingo, Ucrania difundió con amplitud imágenes de edificios de vivienda en llamas y de lo que quedó, reducido a ruinas, del Palacio de los Deportes, el más grande de Járkov y que se usaba también como sede de congresos, así como de una oficina del correos, de un supermercado y de varias tiendas.
La estrategia de información de Kiev, opinan expertos, persigue una doble finalidad: dar a entender que se trató de impactos directos rusos contra instalaciones civiles y, de paso, mandar el mensaje a Estados Unidos y sus aliados de que necesitan más sistemas de defensa antiaérea.
Los gobernantes de las regiones de Rusia que sufren ataques ucranios, sin apartarse de la línea que marca el Kremlin de silenciar las pérdidas, son los encargados de dar a conocer lo que luego los comentaristas de la televisión pública llaman durante varios días “crímenes abominables de los nazis ucranios”, por poner un ejemplo reciente el caso de una mujer embarazada que murió al caer un proyectil de artillería o el fragmento de un dron sobre el coche en que viajaba con su esposo.
Dos horas después del bombardeo de Járkov este domingo, el gobernador de Belgorod, Viacheslav Gladkov, publicó en sus redes sociales la foto de un edificio de vivienda atacado este domingo en la ciudad homónima. El funcionario informó que hubo “once heridos, entre ellos dos menores de edad”, la mayoría de los cuales, añadió, recibieron asistencia médica por “heridas penetrantes de metralla”.