El genio del Presidente saliente fue identificar y aceptar una realidad que no le complacía, pero exigía partir de ahí y no de otra, ideal, para encauzar la Cuarta Transformación y lograrla. Vimos y vivimos cómo redireccionar hacia cualquier meta las políticas públicas. Su tarea le costó casi la vida, aunque su entereza venció todas las debilidades del cuerpo y, como los grandes, pudo cumplir su misión: transformar las conciencias del pueblo.
Palabra antes declamatoria o peyorativa, condescendiente o de vaga alusión, para diferenciarse como clase media
a sí mismo, pero nunca precisa respecto de cuál o quién era su objeto. Hasta que la 4T dio contenido a pueblo
, y millones pudieron identificarse con este nombre, reivindicarlo con orgullo desde la primaria hasta los recuerdos de ancianos y ancianas que recuperaron su identidad como pueblo real, de carne y hueso, que produce maravillas para los cinco sentidos, desde las comidas hasta los vestidos, instrumentos de música, relatos, lenguas diversas, artesanías y arte de escala mundial… Lo que no nos puso a competir, sino a sentir orgullo y tratar de superarnos para enseñarlo a las nuevas generaciones… Los aplausos al Presidente han sido del pueblo que, a través de los corre-ve-y-dile, ya fueron atravesados por el mismo sentimiento de existir en carne y hueso para sí mismos, para los vecinos, la prensa y la televisión, sí lo son para el mismísimo presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pero ahora falta cumplir otra misión, obligada para los mexicanos que se reconozcan reivindicados en los más de cinco años pasados, como sería la de continuar la tarea aprendida y enseñada a costa de muchos esfuerzos, estudios, cálculos, conferencias y debates dentro del gobierno que está terminando, bajo amenazas, inseguridad provocada, trampas, maniobras ilegales, discursos difamatorios, traiciones…
Lo que falta, estamos mil por ciento seguras millones de personas, y yo misma, es unión, y no sólo para ser más fuertes contra las malas mañas en que exceden los opositores de derecha e izquierda, sino las personas que se enteran a través de voces confiables para ellos mismos, sin poder acceder a las letras impresas porque no las dominan…
Pero nosotros tenemos lo que falta, los hombres y mujeres pensantes en su sillón o escritorio, pero aislados desde la pandemia o por la inercia de la edad…, quienes, sin embargo, tenemos una voz necesaria para completar el Segundo Piso de la 4T, y que, por ahora, llama a reunir lo que los caprichos de la(s) historia(s) separaron hasta dar la impresión de ser facciones irreconciliables, zapatistas y obradoristas…
Pues no, señoras y señores, el país está dividido por líneas imaginarias que limitan sociedades y algunas de sus regiones autónomas, pero México no es estados, ni municipios, ni colonias urbanas. Es su pueblo, los que votamos por el Segundo Piso de la Cuarta Transformación y confiamos en una persona concreta y en su equipo para llevar a cabo el proyecto con acciones reales, que se vean y palpen, como han sido los apoyos sociales a sujetos concretos mediante leyes irreversibles y acciones que se aprecian en los rostros y caminares del pueblo. Por ello, tenemos sustento real, ejemplificado apenas, para exigir a la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo pasar al piso siguiente, pero no mediante la profundización del esquema neoliberal, que sólo arroja cifras tranquilizadoras sobre la paridad de nuestra moneda, la baja de la deuda pública, etcétera, sino por algo más real que cualquier otra política: la transformación del campo mexicano y de quienes legítimamente lo habitan, para alcanzar su arraigo con bienestar y progreso personal (entendido éste como la satisfacción de sus necesidades corporales, mentales y espirituales), mediante las siguientes premisas (y todas las que se le sumen hacia el mismo propósito).
1) Implementando una política que haga realidad la existencia del llamado pueblo mexicano con acciones que acerquen el campo y las urbes, dando recursos legales a las comunidades y al estado del que dependan, garantías políticas de respeto al autogobierno campesino y sus propiedades, incluir las políticas de beneficios públicos –agua, electricidad, transporte, escuelas, seguridad, etcétera a todas las comunidades del país.
2) A cambio, dar un vuelco rotundo a las políticas agrarias neoliberales (que sólo explotan el trabajo campesino y exigen producir mercancías a cuya industria van a parar los salarios mientras los trabajadores mueren prematuramente por enfermedades, carencias y sueños irrealizables. Derrotados de antemano por una propaganda y vox populi que los sobaja e idiotiza, como cualquier droga que trastorna al individuo que la consume…
3) Que el Segundo Piso de la 4T se caracterice por sumar las voluntades mediante programas de construcción conjunta en los que, por ejemplo, los zapatistas identifiquen sus demandas y comprendan que no hay verdadera oposición entre ellos y el resto del campo mexicano. Simultáneamente, claro está, a un trabajo paralelo para disuadirlos de abandonar la agricultura de monocultivos que envenena suelos y productos comestibles, mostrándoles la belleza y virtudes de la verdadera agricultura milenaria, opuesta y aplastada por los monocultivos masivos y actualmente acusados de casi todos los males físicos de la especie humana…
Unir al país para construir, debería ser la máxima del sexenio que abre sus puertas en estos días a la realización de nuestro interés común que, si alcanzó una cifra histórica de ciudadanos activos, ya deben irse preparando los que perdieron la aguja de la dirección y las generaciones que no votaron todavía.