Studs Terkel (1912-2008), voz esencial de Chicago, donde se acaba de realizar el gran espectáculo de la Convención Nacional Demócrata, tenía un talento sin igual (que políticos y no pocos periodistas deberían imitar): escuchar. Pero escuchar como parte de un diálogo, en el cual como periodista la palabra del otro escribe la nota. Regalaba los cuentos de los demás a una audiencia masiva, sobre todo a través de sus programas de radio, pero también por escrito en sus libros.
Terkel, como locutor de radio en Chicago durante 45 años, se volvió una voz icónica de esa ciudad, pero también a nivel nacional. La diversidad de sus audioentrevistas y sus historias orales que integran libros sobre el trabajo, la Gran Depresión, sobre la raza, entre otros, son fundamentales para cualquier estudiante de Estados Unidos. Su voz rasposa conversaba igual con obreros anónimos como con algunas de las estrellas de música, teatro y cine más famosas; era un locutor y autor realmente democrático. Para él, la historia de cada quien era igual de importante.
Como entrevistador –a diferencia de tantos otros–, Terkel casi desaparecía. “Hablar con otra gente era una aventura, un viaje de descubrimiento, una fuente de sorpresas encantadoras… (sus entrevistas) reflejan su convicción de que si trata a sus sujetos con respeto, escucha cuidadosamente lo que tienen que decir, y toma en serio sus preocupaciones (pero nunca sin humor), ellos le retribuirán con honestidad”, comenta Anthony DeCurtis sobre Terkel al introducir una colección de sus entrevistas con músicos, And They All Sang. Esa colección, junto con The Spectator, entrevistas con artistas de cine y teatro, además de ofrecer voces maravillosas y apasionadas, revelan algo en común entre todos estos artistas: su compromiso con la humanización a través del arte.
Un director de teatro inglés le cuenta sobre el trabajo necesario con Shakespeare, y cómo sólo dos personajes en todas las tragedias son los únicos que dicen la verdad: el rey o reina, porque ya lo tiene todo, y el bufón, quien nada tiene. Todos los demás tienen que mentir, engañar y más para tratar de escalar hacia el rey y también para evitar caer tan bajo como el bufón.
O el director de orquesta de Viena que cuenta cómo inmediatamente después de la guerra, y cómo hambrientos, sin calefacción y desechos, él y sus músicos tenían una misión urgente: tocar Mozart porque esa música era lo único grandioso que nos quedaba
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Leonard Bernstein, Louis Armstrong, Bob Dylan, Andrés Segovia, Janice Joplin, entre los músicos; Lotte Lenya, Marlon Brando, Marcel Marceau, Vittorio de Sica, Buster Keaton, entre los actores y directores.
Terkel escribió tal vez el libro más importante de la sociología (no era sociólogo) estadunidense: Working. “Este libro, que se trata de trabajo, es, por su propia naturaleza, sobre violencia; al espíritu como también al cuerpo… es, sobre todo (o debajo de todo) sobre las humillaciones cotidianas. Sobrevivir un día es triunfo suficiente para los heridos ambulantes entre la gran mayoría de nosotros… También es sobre una búsqueda, por un significado cotidiano como para el pan diario, por reconocimientos y también por lana, por asombro más que sopor; en breve, por algo de vida en lugar de algo de muerte de lunes a viernes. Tal vez la inmortalidad también es parte de la búsqueda. Ser recordado era el deseo, explícito o implícito, de los héroes y heroínas de este libro”. Lo que sigue son historias orales de todo tipo de trabajadores, desde mineros y siderúrgicos, hasta obreros de construcción, maestros, atletas profesionales, editores y periodistas, policías, vendedores, azafatas y más, un universo de los que trabajan todos los días contando lo que que hacen todo el día y cómo se sienten; un viaje de autonarrativas contadas a la grabadora del escuchador.
Su ultimo libro, Más pensamientos de una vida de escuchar, se publicó en 1988. Ganó el Pulitzer y la Medalla Presidencial de Artes entre muchas más premiaciones, las cuales aceptaba sin ego en medio.
Para escuchar a Terkel y algunos de sus invitados: https://studsterkel.wfmt.com/