Tel Aviv. La Organización de Naciones Unidas se ha visto obligada a detener sus operaciones de ayuda humanitaria en Gaza, advirtió un alto funcionario, después de que Israel emitió nuevas órdenes de evacuación para la ciudad de Deir al-Balah.
En momentos en que la ronda más reciente de pláticas de alto nivel para un cese del fuego en la guerra de 10 meses –desencadenada por la incursión de Hamas en Israel el 7 de octubre– terminó este domingo, sin un acuerdo final, Israel emitió una orden más de evacuación en una parte de Deir al-Balah que, afirma, es considerada ahora “una peligrosa zona de combate”.
Autoridades de la ciudad informaron que 250 mil personas han sido desplazadas allí en semanas recientes; muchas familias se han visto forzadas a dormir a la intemperie en caminos y en la playa cercana, y la ONU advirtió de una disminución de 85 por ciento en la provisión de agua debido a que sólo tres de los 18 pozos de la ciudad se mantienen en operación.
Y un alto oficial de la organización, en declaraciones anónimas a Reuters este lunes, advirtió que “esta mañana hemos dejado de operar en Gaza” en el reparto de ayuda humanitaria, porque “no podemos hacer entregas en las condiciones en que nos encontramos.
“No nos iremos [de Gaza] porque la gente nos necesita allá”, expresó el funcionario, y añadió que el personal en el terreno ha recibido instrucciones de tratar de encontrar una forma de seguir operando.
“Intentamos equilibrar la necesidad de la población con la necesidad de seguridad del personal de la ONU”, añadió.
Anteriormente, indicó, la organización reubicó en Deir al-Balah su centro de operaciones en la franja y la mayor parte de su personal, después de que Tel Aviv ordenó la evacuación de Rafah. “¿Adónde nos vamos ahora?”, preguntó el funcionario. “El espacio para operar se restringe cada vez más”.
Una mujer palestina comentó que ella y sus hijos han sido desplazados 11 veces.
“Dejé atrás a la mitad de mis hijos, cerca de mis muebles, y ahora estoy aquí con los más pequeños y mi hija. Sólo Dios puede ayudarnos… no tengo dinero para transporte; iré a la zona 17, donde mi familia se está quedando conmigo. Me llevé a mis hijos y tres se quedan. No tengo idea dónde”, añadió.
Las nuevas órdenes han obligado a muchas familias y pacientes a dejar el hospital Al Aqsa, principal instalación médica en el centro de Gaza, donde se han refugiado cientos de miles de residentes y desplazados, por temor a los bombardeos. Si bien Israel ha informado a los funcionarios de salud que no se requiere evacuar las instalaciones, el hospital se encuentra en la zona cubierta por el aviso de evacuación, y este lunes se pueden ver personas saliendo del nosocomio y de las áreas cercanas, algunas llevando pacientes en camillas o cargando niños enfermos.
“Estamos destinados a morir”, dijo a la agencia Ap una mujer llamada Fátima al-Attar, al salir de terrenos del hospital. “No hay adónde ir. Ningún lugar seguro”.
Médicos Sin Fronteras (MSF) señaló que una explosión a unos 250 metros del hospital, ayer domingo, aceleró el éxodo.
“En consecuencia, MSF está considerando si suspende la atención a los heridos por el momento, mientras trata de mantener el tratamiento para salvar vidas”, informó la organización filantrópica.
El hospital indicó que antes de la orden de evacuación atendía a más de 600 pacientes. Este lunes quedaban sólo unos 100, entre ellos siete en cuidados intensivos y ocho en el pabellón de niños.
Mientras continúa la ofensiva israelí, un funcionario estadunidense informó que las pláticas de alto nivel para un cese del fuego y un acuerdo para el retorno de los rehenes capturados el 7 de octubre terminaron en El Cairo sin un acuerdo final, después de cuatro días. Sin embargo, las conversaciones continuarán en niveles inferiores en los próximos días, en un esfuerzo por zanjar las diferencias.
Un alto funcionario estadunidense dijo que las pláticas fueron “constructivas”, pero Osama Hamdan, oficial de Hamas, afirmó que ese comentario es falso y está dirigido a promover la votación en la próxima elección presidencial. Hamas informó que rechazó nuevas condiciones impuestas por Israel durante las pláticas.
Entre tanto, Israel y el grupo militante libanés Hezbolá intercambiaron fuego intenso la mañana del domingo, pero se abstuvieron de encender una temida guerra abierta, al dar indicios de que sus hostilidades más intensas en meses habían llegado a su fin.
Hezbolá afirmó haber impactado en un centro de inteligencia israelí cerca de Tel Aviv como parte de un bombardeo de cientos de cohetes y drones, en tanto Israel sostuvo que sus docenas de disparos habían sido preventivos, para evitar un ataque mayor. Ninguno de los dos bandos ofreció evidencias.
El líder de Hezbolá, Hassán Nasrallah, señaló que el ataque, en respuesta al asesinato israelí de un alto comandante militar en Beirut, el mes pasado, se había retrasado para dar oportunidad a las pláticas de cese del fuego en Gaza, de modo que grupos asociados, apoyados por Irán, pudieran analizar con Teherán la conveniencia de atacar a Israel todos a la vez.
Añadió que Hezbolá “se reserva el derecho de responder en una ocasión posterior” si los resultados del ataque del domingo no son suficientes. Añadió que sus aliados hutíes en Yemen –y el mismo Irán– aún no han respondido. Pero dijo en un mensaje al pueblo libanés: “En la etapa actual, el país puede tomar un respiro y relajarse”.
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu aseguró que su ejército eliminó docenas de cohetes que iban dirigidos al norte de Israel y derribó tres drones que se enfilaban al centro del país, y añadió: “Repito: no es el final de la historia”.
David Mencer, vocero del gobierno israelí, afirmó que Hezbolá había sufrido un “golpe devastador” con los ataques israelíes, y advirtió que la situación actual de decenas de miles de israelíes desalojados de sus hogares “no es sostenible”. Prometió que Israel devolverá a su población a su territorio soberano.
Traducción: Jorge Anaya