Ciudad de México. El deporte no puede entenderse sin finales inesperados. México llegó a la última entrada con desventaja de tres carreras ante Cuba, en la tercera ronda de la Serie Mundial de ligas menores de beisbol. Faltaba un out para terminar el partido. De pronto, el cerrador Denis Zamora envió una recta sobre el cuadro y Antonio Guerrero, con dos compañeros en base, igualó las acciones al conectar un cuadrangular sobre el jardín izquierdo. Fue sorprendente la reacción en el estadio de los Voluntarios, ambientado con banderas tricolores y aficionados enloquecidos sin rubor. En el siguiente turno al bat, con un saco ocupado, el catcher Ulises Ortiz pegó otro vuelacercas para la victoria por 6-4.
“Era ‘hacer historia o ser historia’. Y nosotros nunca nos rendimos”, dijo después Ortiz, sonriente y orgulloso de la eliminación de los Bombarderos de Santa Clara. “Ahora vamos contra Venezuela y le vamos a dar con todo”.
Cuba tuvo en sus manos el destino del equipo de Tamaulipas. En cuatro entradas y dos tercios, el pitcher Deivy Hernández permitió sólo una anotación y liquidó a cinco bateadores por la vía del ponche. Lo que restaba era coronar su labor con un cierre limpio.
Si en el beisbol hay juegos que se instalan en la memoria, este estuvo repleto de significado. Fue una de esas tardes en la que los pequeños peloteros de México reactivaron imágenes gloriosas de las Grandes Ligas. Todo a partir del último out, esa delgada línea entre seguir y quedar fuera del torneo. Su siguiente rival este miércoles será Venezuela.