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Médicos para la paz

14 de agosto de 2024 00:02

Este julio se graduó de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), en Cuba, el primer grupo de jóvenes colombianos becados por la isla como parte de su contribución al proceso de paz entre el gobierno de Bogotá y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Cuba lleva desde los años 1990 facilitando el contacto entre las dos partes y fue sede de los históricos acuerdos de paz firmados en 2016. Tras su firma, Cuba se comprometió a ofrecer mil becas durante cinco años a ex guerrilleros y víctimas del conflicto.

Con más de 50 años, el conflicto armado en Colombia ha sido el más largo en América: 450 mil muertos, unos 120 mil desaparecidos y más de 7.5 millones de desplazados. Desde la década de los 60, cuando se formaron grupos guerrilleros decididos a desmantelar las históricas estructuras de explotación, el gobierno respondió con una despiadada guerra en la que además del ejército colombiano y los cárteles, participaron grupos paramilitares organizados por terratenientes y compañías petroleras y bananeras estadunidenses.

Mediante acuerdos como el Plan Colombia, supuesta iniciativa para combatir el narcotráfico, el país sudamericano se convirtió en uno de los más grandes recipientes de ayuda militar estadunidense en lo que más bien fue una guerra de contrainsurgencia. Entre sus tantas atrocidades estuvieron los más de 6 mil falsos positivos, civiles asesinados por el ejército durante el gobierno de Álvaro Uribe y luego vestidos de guerrilleros para ser contados como rebeldes.

El conflicto armado en Colombia tiene largas raíces. La batalla entre los históricos partidos liberales y conservadores que marcó el siglo XIX en América Latina perduró en Colombia hasta muy entrado el siglo XX. Ambos partidos representaban a la élite hasta que en 1946 surgió la candidatura de Jorge Eliécer Gaitán, cuyo carisma y preocupación por las mayorías excluidas logró grandes movilizaciones.

Su asesinato en 1948 detonó lo que en Colombia es conocida como La Violencia, una década de guerra entre liberales y conservadores que dejó unos 300 mil muertos y 2 millones de desplazados. En 1958 estos dos partidos llegaron a un acuerdo para alternarse en el poder. Las mayorías pobres seguirían excluidas.

En los 60 se formaron tres grupos guerrilleros: las FARC, compuesta de comunistas y liberales de corte popular; el Ejército Popular de Liberación (EPL) de tendencia maoísta, y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) inspirado por la revolución cubana y su estrategia foquista. En esta última militó Camilo Torres, quien fue sacerdote y proclamó: “El deber de todo cristiano es ser revolucionario, y el del revolucionario hacer la revolución”.

Esta revolución no se logró y en 1985, como resultado de negociaciones de paz, las FARC formaron la Unión Patriótica, partido que en las elecciones de 1986 ganó 14 legislaturas. La respuesta a esta vía pacífica fue una campaña de exterminio perpetrada por el Estado, paramilitares y narcotraficantes. La desaparición, masacre, asesinatos, tortura, amenazas y ataques que sufrieron legisladores y militantes del partido llevó a que en 2023 la Corte Interamericana de Derechos Humanos declarara que la erradicación del partido fue un crimen de lesa humanidad.

En 2012 las FARC y Bogotá volvieron al diálogo. Durante cuatro años entablaron pláticas en Cuba que, junto con Noruega, fue garante del proceso. En 2016 se firmaron los históricos acuerdos que le valieron al entonces presidente Juan Manuel Santos el Premio Nobel de la Paz. El diálogo continuó en Cuba, ahora con el ELN, hasta que, en 2019, el presidente Iván Duque, se retiró de las negociaciones, desconoció los protocolos de negociación y emitió órdenes de captura para los miembros del ELN que se encontraban en la isla. Cumpliendo su obligación como país garante, Cuba se negó a extraditarlos; posición apoyada por Noruega. Esta postura sirvió de pretexto a EU para incluir a Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo.

Con el arribo de Gustavo Petro al poder (2022) las negociaciones se retomaron. Otros países se han unido al proceso y los cinco ciclos de diálogo se han turnado entre México, Venezuela y Cuba.

Mientras, han seguido llegando a la ELAM jóvenes colombianos. Éstos son escogidos bajo distintas modalidades que incluyen ser ex guerrilleros o sus familiares, víctimas de la violencia, provenientes de zonas rurales o pertenecientes a organizaciones sociales. Al ser entrevistados por el periódico Granma, Jhonatan Tordecilla Ramos, cuyo tío trabajaba para las víctimas del conflicto, cuenta “los mil becados que prepara Cuba podemos reformular patrones con acciones para que las personas entiendan que la medicina no es una mercancía sino un derecho y un servicio que deben recibir. Aspiro a desarrollar campañas rurales, llegar a los lugares carentes de servicios médicos”.

En la misma entrevista Karenth Fernanda Cortés Castillo, cuyos familiares fueron víctimas del conflicto armado, expresó que el “sistema de salud está muy deteriorado en Colombia y nosotros tenemos el deber de sembrar concepciones diferentes para un mayor y mejor acceso a los servicios. Cuba educa médicos para realizar labor preventiva en las comunidades, primordialmente. Eso hace falta enraizarlo en mi país. Basta de clasificar a las personas por tener o no dinero para acceder a calidad de vida”.

La verdadera paz llegará a Colombia no al cesar la violencia armada sino cuando las necesidades básicas de la población entera sean atendidas. Al formar médicos comprometidos con las comunidades más necesitadas, Cuba hace una indeleble contribución a una paz duradera.

*Profesora-investigadora del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Autora del libro Lecciones inesperadas de la revolución. Una historia de las normales rurales (La Cigarra, 2023).



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