La pasión de más de un millar de integrantes de la Orquesta Monumental Pilares se mostró la mañana de ayer en el Altar a la Patria, con el concierto que cerró el Festival Chapultepec Naturaleza y Cultura 2024.
Durante una hora, se interpretó una docena de piezas, entre las que había música clásica cargada de significado, rock actual, bolero y canciones que se han grabado en el gusto popular de nuestro país. Todas, a través de la ejecución gozosa de la agrupación capitalina, formada como una iniciativa de acceso cultural y artístico comunitario.
Desde temprano, los músicos de la agrupación afinaban y se concentraban con fragmentos de las piezas que interpretaron a partir de las 9:30 horas. El clima fresco y nublado no disminuyó el entusiasmo de los participantes en los centenares de talleres que se imparten en los más de 300 puntos Pilares de la Ciudad de México.
Se anunció que la orquesta, que ya ha dado conciertos en el Monumento a la Revolución y el Zócalo capitalino, tiene programado otro el primero de octubre, día de la toma de protesta presidencial.
Además de familiares, amigos de los participantes en la agrupación e interesados que vinieron expresamente para el concierto, paseantes y practicantes de algún deporte en Chapultepec fueron atraídos por lo que escucharon en el momento de los últimos ajustes. Un par de corredores detuvieron su marcha. ¡Ah, qué padre!
, dijo ella. Son maravillosos. Vamos a escucharlos
.
Javier Hidalgo Ponce, coordinador general del Subsistema de Educación Comunitaria Pilares, sostuvo que la orquesta es un sueño que empezó con el proyecto Pilares, para llevar música, cultura y educación a las comunidades con el fin de que todos tengamos acceso a ella de manera gratuita. La iniciativa empezó con 50 usuarios, y ahora ya tiene mil 400 músicos
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La presentación de ayer cerró el Festival Pilares Chapultepec Naturaleza y Cultura 2024. Foto María Luisa Severiano
Participantes de todas las edades
La multitud de jóvenes y adultos intérpretes, sentados, flanqueaban a los centenares de integrantes del coro. Al frente, los violines; las guitarras, a la izquierda, y percusiones a la derecha. En todos el orgullo de asistir al histórico espacio, que ahora es lugar de disfrute de sus habitantes.
El público podía ver a los músicos, detrás, al Monumento a los Niños Héroes, y más allá sobresalían de los árboles el torreón, el alcázar del Castillo de Chapultepec y un cielo pleno de nubes como majestuoso telón de fondo.
Las composiciones fueron comentadas en su contexto histórico, buena parte marcadas por corrientes que transformaron la cultura o la sociedad de entonces. Algunas, como el Himno a la alegría, siguen concitando al imaginario social con sus estrofas de hermandad y esperanza que acompañan la potente composición de Beethoven.
La presentación fue formada, en ese orden, por Palladio, del Karl Jenkins; Canon en Re Mayor, de Pachelbel; Piano Man (versión en español), de Billy Joel; Himno a la alegría; Tiene espinas el rosal, del Grupo Cañaveral; Dos gardenias, de Isolina Carrillo; La bamba; Habanera, de Bizet; la fusión de la Quinta sinfonía de Beethoven con el Mambo no. 5, de Dámaso Pérez Prado, y Vive la vida, de Coldplay.
El programa musical fue un recorrido por piezas evocadoras y reflexivas; abarcó también la confianza en la naturaleza humana y la variedad de la experiencia cotidiana en el amor y el arte, hasta la alegre mixtura cultural y de ritmos, que devino experiencia placentera de baile, para concluir con la potente invitación a vivir la vida.
Hubo personas que llevaban el ritmo con el cuerpo, los jóvenes que se besaban y practicaban algunos pasos tropicales, el papá que bailaba con su hija en hombros o la madre que aplaudía frente a su vástago que da pequeños saltos al ritmo de la música.
La fría mañana de este domingo permitió una atmósfera extraordinaria y de celebración de músicos y cantantes que llegaron a Chapultepec para ejercer su pericia y disfrutar del reconocimiento nacido de su acceso al arte.