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México, SA

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Instalaciones de Altos Hornos de México, cuya fracasada privatización sigue generando altos costos para México. Foto tomada de la página web de la empresa
12 de agosto de 2024 08:21

Orondo, como siempre, Carlos Salinas de Gortari promovía que su devastadora política privatizadora fue rotundamente exitosa y afirmaba, sin gramo de verdad, que la entrega de los consorcios propiedad del Estado al capital privado (es decir, al propio grupo compacto de sus amigos) se dio por razones prácticas, más allá de cualquier consideración de carácter ideológico, en el entendido, según decía, que los particulares son mejores administradores que el gobierno. La historia, desde luego, le ha dado una patada en el trasero, porque a las arcas nacionales les ha resultado onerosísimo el rescate de no pocos de esos mejores administradores.

De lo anterior existen muchos ejemplos (banca, aerolíneas, carreteras, ingenios azucareros etcétera, etcétera), pero uno de ellos es el de Alonso Ancira Elizondo (gánster disfrazado de empresario y asociado con la pandilla neoliberal), quien, junto con el farmacéutico Xavier Autrey Maza, se quedó con Altos Hornos de México (AHMSA) y 11 empresas adicionales –entre ellas seis mineras– por un precio de regalo: 145 millones de dólares, cuando su valor real se aproximaba a 4 mil millones de billetes verdes. Desde luego, los pasivos (2 mil 500 millones de dólares) íntegramente los asumió el Estado mexicano.

Eso fue en diciembre de 1991, cuando, como parte de su política privatizadora, Salinas de Gortari decretó que el acero no es estratégico para el país y por lo mismo privatizó AHMSA, Siderúrgica Lázaro Cárdenas Las Truchas y Fundidora Monterrey (esta finalmente causó baja), las tres paraestatales que daban cuerpo al gigante estatal Sidermex.

Los ingresos generados por la privatización masiva de bienes del Estado, según Salinas de Gortari, se destinarían a cubrir las necesidades sociales del país y a reducir la deuda pública. En los hechos, la pobreza creció al igual que el endeudamiento, pero de esa política surgió la nueva oligarquía nacional (el grupo compacto del propio ex mandatario); hoy, la mayoría de ellos forman parte del inventario Forbes.

Con Altos Hornos de México, Alonso Ancira cometió cualquier cantidad de excesos y fraudes (entre ellos al propio Estado que lo benefició), pero al barón se le acabó la buena suerte (léase la impunidad garantizada). Cuando Salinas le entregó AHMSA, el gánster aseguró: Tenemos un proyecto a prueba de balas, fue el mejor y creo que esto fue lo que le gustó al gobierno, y su socio, el farmacéutico Autrey Maza (quien también se quedó con el Banco Comermex, posteriormente rescatado por el Fobaproa y extranjerizado a favor de Scotiabank), se comprometió con el estado en donde operaba la ex paraestatal: No vamos a defraudar a Coahuila (incluso, entre los accionistas apareció Sandra López Benavides, propietaria entonces de Calzados Canadá, como los bostonianos).

¿Qué sucedió? Todo lo contrario; reventaron a la mayor productora de acero del país, que llegó a emplear a cerca de 20 mil trabajadores especializados (a partir de 2006, Ancira contrató a golpeadores y metió a un organismo gremial patronal), y como bien lo subraya el líder del sindicato minero Napoleón Gómez Urrutia, la quiebra de AHMSA es un ejemplo nefasto de las privatizaciones, de tal suerte que debe ser investigada a fondo para fincar responsabilidades a dueños, accionistas y directivos que la llevaron a esa situación por su ineficiencia y gran corrupción al operarla. El gánster Ancira dejó a la empresa como un gran cementerio: instalaciones abandonadas, saqueadas, vendió e hipotecó parte de la maquinaria, y a oscuras, porque la CFE les cortó la luz.

Gómez Urrutia detalla: La quiebra es un grave problema social y el mejor ejemplo de las consecuencias nefastas de la privatización que Salinas de Gortari llevó a cabo al entregar a amigos e incondicionales empresas públicas rentables. Ancira, deshonesto e involucrado en fraudes, no tenía ninguna experiencia en el sector siderúrgico; el desplome de AHMSA representa un reto enorme para Claudia Sheinbaum. Sin empleo, con una liquidación mínima o sin nada para los trabajadores, está en riesgo no sólo Monclova, sino toda la región Carbonífera de Coahuila ( La Jornada, Andrea Becerril).

He ahí un ejemplo, solo uno, de las razones prácticas, más allá de cualquier consideración de carácter ideológico.

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X: @cafevega

 
 

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