Si un profesor de Economía se propusiera explicar a sus alumnos mediante un solo ejemplo en qué consiste el neoliberalismo, bien podría tomar el caso de Altos Hornos de México (AHMSA), otrora una de las empresas más importantes del país y hoy en bancarrota.
En 1991, Carlos Salinas de Gortari entregó la principal siderúrgica mexicana por una quinta parte de su valor al dueño de Grupo Acerero del Norte, Alonso Ancira. Sólo ocho años después, la impericia (o el saqueo sistemático) en la administración de la empresa la llevaron a acogerse a la Ley de Quiebra y a declarar la mayor suspensión de pagos en la historia de América Latina. Pese a que estaba prófugo en el extranjero por acusaciones de evasión fiscal, en 2014 Pemex le compró a Ancira su planta Agronitrogenados en 475 millones de dólares, 200 millones más de lo que valían unas instalaciones que eran prácticamente chatarra después de años de abandono.
Por esa operación ruinosa para el país, el empresario y el director general de Pemex que negoció la compra, Emilio Lozoya, enfrentaron procesos por corrupción que Ancira libró comprometiéndose a devolver al erario el monto estafado. Él endilgó a AHMSA el costo del reintegro, que aún no se completa, con lo cual impuso a la firma una carga financiera insostenible que terminó por precipitar su quiebra.
En suma, un presidente que a la postre también se exiliaría remató una empresa estratégica a un empresario que la llevó dos veces a la ruina y que, en el ínterin, conspiró con un alto funcionario para robar dinero de todos los mexicanos. Los beneficiados fueron un puñado de capitalistas y políticos, pero los perjudicados son decenas de miles de ciudadanos cuyos empleos y negocios se encuentran en riesgo: se estima que AHMSA representa 70 por ciento de la actividad productiva de Monclova, Coahuila, y que de ella depende más de 50 por ciento de la población de ése y otros cuatro municipios.
Además de los 17 mil empleos directos perdidos, el cese de pagos a contratistas provocó el cierre de decenas de empresas y llevó al colapso económico de la región. A los damnificados cabe añadir al propio México, que perdió el control sobre una industria clave por su papel multiplicador en otros sectores de la economía.
La caída de AHMSA ilustra la falacia del dogma neoliberal según el cual la iniciativa privada es intrínsecamente superior al Estado en la administración empresarial, así como las tramas corruptas detrás de las entregas de bienes públicos a particulares. Como señaló el dirigente del gremio minero, Napoleón Gómez Urrutia, con toda seguridad Ancira y los demás tienen sus capitales en paraísos fiscales, mientras que lo que fue una gran acerera es ahora un sitio fantasma
, por lo que se debe investigar a fondo el manejo corporativo y fincar responsabilidades a quienes hayan operado de manera fraudulenta a fin de inducir una quiebra de consecuencias desastrosas para trabajadores y pequeños empresarios.