París. Con una ceremonia más convencional que la de apertura, París cierra el telón este domingo a 19 días de fiesta olímpica, concluidos con un último oro para el equipo estadunidense femenino de basquetbol y el 'Team USA' en lo más alto del medallero.
La neerlandesa Sifan Hassan fue la sensación de la mañana con su triunfo en el maratón femenino, que por primera vez clausuró el atletismo de unos Juegos Olímpicos.
La neerlandesa acabó la mítica distancia de 42.195 km con un tiempo de 2 horas, 22 minutos y 55 segundos, estableciendo un nuevo récord olímpico, y relegando a la plata a la etíope Tigst Assefa (2h22:58) y al bronce a la keniana Hellen Obiri (2h23:10).
Hassan suma este oro a los dos bronces obtenidos en los 5 mil y los 10 mil metros en la pista del Estadio de Francia, recinto que acogerá a partir de las nueve de la noche hora local la ceremonia de clausura, en la que Tom Cruise y Snoop Dogg harán una aparición hollywoodiense para el relevo a Los Ángeles, próxima sede olímpica en 2028.
Distopía futurista
Los organizadores adelantaron que la clausura girará en torno a una distopía futurista, en la que un personaje, "el viajero dorado", encarnado por el breakdancer francés Arthur Cadre, redescubre los Juegos Olímpicos, como hiciera el barón Pierre de Coubertin en el siglo XIX.
Con unas dos horas y media de duración, será más breve que la de apertura efectuada el 26 de julio, que duró cuatro y fue única en la historia del olimpismo al desarrollarse no en un estadio, sino a lo largo del Sena y con los atletas desfilando a bordo de 85 embarcaciones.
"Será un momento muy fuerte para decir 'au revoir' a todos los atletas", anunciar los Juegos Paralímpicos -del 28 de agosto al 8 de septiembre- y dar el relevo a Los Ángeles-2028, comentó el presidente del comité de organización de París 2024, Tony Estanguet.
El director artístico es de nuevo Thomas Jolly, blanco de ataques por una escena de tema dionisíaco en la apertura, que actores políticos conservadores de lo más variopinto - desde el Vaticano al guía supremo iraní, pasando por Donald Trump- criticaron, en su mayoría por ver en ella una parodia ofensiva de la Última Cena de Jesús con sus apóstoles.
Leyendas vivas
En estos 19 días de competencias, varias estrellas hicieron historia. El luchador cubano Mijaín López ganó su quinto oro consecutivo en la misma disciplina, una hazaña jamás vista, y la nadadora estadunidense Katie Ledecky conquistó dos oros -800 metros y 1,500-, y ya es con nueve la mujer más laureada en Juegos Olímpicos, junto a la gimnasta soviética Larissa Latynina.
Otro nadador, el francés Léon Marchand, hizo delirar a la hinchada local con sus cuatro oros; la gimnasta Simone Biles se repuso del bloqueo mental de Tokio y recuperó su trono en París con otros tres oros, entre ellos el del concurso individual; y en la pista de atletismo brilló el garrochista sueco Armand Duplantis, que batió de nuevo el récord mundial con un vuelo de 6.25 metros.
Éxito de público
Las competencias en París tuvieron un decorado de lujo: la Torre Eiffel frente a la cancha de voleibol de playa, el Palacio de Versalles en las pruebas de hípica, el obelisco de la Plaza de la Concordia acompañando el BMX, sin olvidar las olas de Tahití, donde el surfista brasileño Gabriel Medina protagonizó una de las imágenes más icónicas de estos Juegos Olímpicos, levitando sobre las aguas, brazo en alto.
Estanguet comentó a propósito que el objetivo era resaltar "nuestro patrimonio francés", para "inspirar, maravillar, impresionar y emocionar a los espectadores del mundo entero".
El río Sena fue otro de los grandes protagonistas. Pese a los mil 400 millones de euros gastados en limpiar el río, la organización tuvo sudores fríos a diario y se vio obligada a anular varios entrenamientos y postergar un día el triatlón masculino, aunque todas las competencias previstas, incluyendo la natación en aguas abiertas, se pudieron celebrar.
La cita se celebró bajo un dispositivo masivo de seguridad, que incluyó patrullas mixtas de la policía francesa con agentes extranjeros, los más numerosos de ellos, los españoles.
La cita fue también un éxito de público, pese a los elevados precios: se vendieron más de 9.5 millones de entradas, muy por encima del anterior récord de Atlanta 1996, cuando se despacharon 8.3 millones.