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Congreso chiapaneco da la presea Rosario Castellanos a la arqueóloga Fanny López

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Fanny López durante la recepción de la medalla que le otorgó el Legislativo chiapaneco. Foto cortesía del Congreso
10 de agosto de 2024 09:15

Tuxtla Gutiérrez, Chis. La descubridora de la Reina Roja de Palenque, en 1994, Fanny López Jiménez, fue galardonada con la Medalla Rosario Castellanos 2024, que otorga el Congreso del estado de Chiapas a mujeres y hombres distinguidos en las artes, la ciencia, la humanidad; además, se le impuso la virtud en grado Eminente por el gobernador Rutilio Escandón, en sesión solemne e histórica por tratarse del 50 aniversario luctuoso de la literata chiapaneca.

Con humildad recibo esta distinción en nombre de las mujeres de Chiapas, afirmó López Jiménez.

Su mérito fue acertar con una corazonada en 1994, respecto de que los restos teñidos por el cinabrio, encontrados en el sarcófago en la subestructura del templo XIII de Palenque, se trataban de una mujer.

Tal descubrimiento arqueológico tiene un tanto de discriminación de género del oficio también de tinieblas (parafraseando a Rosario Castellanos, porque trabaja bajo tierra), pues López Jiménez recordó ante los asistentes a la sede del Congreso, que defendió la identidad de la mujer de los restos por encima de la opinión contraria de sus pares, porque la tumba correspondía a una dinastía de hombres. Les dijo: Pues será el sereno, pero para mí que es mujer, y así confirmarían después los estudios realizados por el antropólogo físico Arturo Romano.

El eslabón más fuerte

En su discurso, que comenzó con la declamación de Autorretrato, la galardonada preguntó: “¿por qué cuesta tanto trabajo admitir que una mujer es tan capaz o más que cualquier hombre? Ya quisiera ver a un profesionista hacer lo mismo que una mujer y además encargarse de hijos, del hogar, de gestionar la vida emocional de la familia y de desvelarse cuidando a viejos y enfermos.

“A ver, ¿por qué? Parece mentira que no podamos darnos cuenta de que las mujeres constituimos el eslabón más fuerte y el más débil de la sociedad. Más fuerte, porque sobre nuestra energía, inteligencia, capacidad, empatía, tenacidad y creatividad ha recaído, históricamente, la tarea de llevar a cabo la reproducción de la familia, de la sociedad, de la vida.

Más débil, porque nuestras necesidades han sido invisibilizadas, ignoradas, minimizadas y escatimadas, en lo particular y en lo general, en lo público y en lo privado, por los individuos y los Estados, las instituciones y los gobiernos.

Concluyó: Por eso, en Chiapas, la agenda pública tiene una deuda pendiente con sus incansables y dedicadas mujeres.

De ahí su afán de dar a la mujer en la arqueología su verdadera identidad, para lo cual la investigación que realiza en pos de su doctorado se dirige a la arqueología con enfoque de género; el propósito ideal debería ser sacar a la luz a la mujer olvidada, asignándole su verdadero papel en la sociedad del pasado, y restudiar el rol del hombre, con el fin de desmitificar las actividades sociales que el androcentrismo imperante le otorgó. La galardonada dijo que espera llegar a explicar el papel que desempeñaron las mujeres del clásico maya, en particular las de la nobleza.

Con 30 años dedicada a su profesión, subir montañas y trabajar tierra milenaria, descifrando jeroglíficos e identificando colores de antaño de la prehistoria de su estado, López Jiménez narró su procedencia familiar y su sueño realizado de ser arqueóloga, y de seguir escudriñando el pasado prehispánico de Chiapas, del que me siento heredera, con la única finalidad de entender quiénes somos como y cuál es nuestro lugar en este mundo.

La decimoctava portadora de la medalla reconoció que no fue lectora precoz, pues los libros no eran accesibles para ella, además de que no todas las mujeres tienen el privilegio de la lectura; compartió que el primer libro que leyó de Rosario Castellanos fue Oficio de tinieblas, que la conmovió profundamente, no en términos intelectuales, sino humanos; pasó de la pena al dolor de los personajes, a la rabia, a la impotencia y a la indignación, dijo.

Reconoció que nunca había leído a nadie que describiera de manera tan exacta la opresión y el menosprecio de que eran objeto los indígenas, y el maltrato y el abuso del que eran víctimas las mujeres, las indígenas y las ladinas por igual.

Citó a poetas como Mikeas Sánchez, Ruperta Bautista, Adriana López, Enriqueta Lunes y Juana Karen Peñate, a quienes no hay que ver como excepción, sino como regla común, aseveró.

Con una sonrisa, recordó la anécdota con el doctor Carlos Navarrete, quien, al ver que Fanny López llevaba el libro Mujer que sabe latín, le dijo: Hay que tener miedo a las mujeres que leen esta obra.

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