Uno. Empecé estos apuntes en México (aquí), y los retomo en Buenos Aires, donde las redes antisociales (X –antes Twitter–, Youtube, Tik Tok, Facebook, Instagram, Reddit, Snapcht, Whatsapp) aseguran que los cambios por los que votaron millones de argentinos se van cumpliendo y el país está tomando el rumbo que ellos han elegido con su voto.
Dos. Eso es lo que dicen las plataformas y las fake news propagadas por las milicias digitales de Javier Milei. Pero en bares, taxis, tiendas de barrio, en el transporte público, impera un agobiante clima de apatía, resignación, tristeza y confusión, junto con la violencia síquica que, segundo a segundo, cultivan dichas redes y los grandes medios concentrados que operan como repetidoras para conservar el rating.
Tres. Ayer nomás, todos los argentinos buenos, malos y más o menos, cerraron filas con Milei y la judicialmente perseguida Cristina Fernández de Kirchner, quien en México exigió al presidente Nicolás Maduro que “exhiba las actas”. ¿O acaso alguien cree que en la patria de Gardel y el Che, en subasta hoy al 2x1, puede haber algo más importante?
Cuatro. Trato de pensar con serenidad en Milei, y viene a mi memoria aquel pandillero del filme La naranja mecánica (Stanley Kubrick, 1971), cuyos placeres eran la ultraviolencia o escuchar a Beethoven. Y sabido es que en la residencia presidencial de Olivos, el presidente suele oír ópera con sus perros y algún amigo. Sin embargo, creo que su perfil encaja mejor con el del payaso y comediante fracasado del filme Guasón (Todd Phillips, 2019), que desciende a la locura, el nihilismo y siente ser portador de una revolución contracultural contra los ricos (en tanto Milei la hace contra los pobres).
Cinco. ¿Cómo se llegó a esta suerte de tóxico pastel neoliberal? ¿Cómo fue posible que la seudolibertaria y antipartidaria secta de extrema derecha La Libertad Avanza (LLA), inexistente hasta 2021 y sin cuadros políticos o gobernadores, haya puesto de rodillas al país con apenas siete de 72 senadores, 38 de 257 diputados y 142 de mil 199 legisladores provinciales?
Seis. Tras conocer el triunfo de Milei, la periodista argentina Sandra Russo escribió en Página 12 con gran desolación: “Desde la pandemia, nuestra salud mental individual y colectiva se alteró. Rompieron la moral de la mayoría de la sociedad que dice detestar la corrupción, y votó a un tipo que vendía las candidaturas (“Los pueblos se equivocan”, 20/11/23). Y a inicios de la pandemia de covid-19, el creador escénico mexicano Luis de Tavira había manifestado que la pandemia también es una “crisis de la conciencia, pues el confinamiento podría provocar cierta insensibilidad al sufrimiento de quienes siempre padecen más […]. La crisis nos conmina a pensar en defensa propia y a vivir igual como una experiencia de solidaridad […], aunque resulta paradójico que la solidaridad consista en aislarse” (La Jornada, 2/4/20).
Siete. Ocho años son nada para los viejos y una eternidad en la formación de un adolescente. Periodo que si fijamos el arranque en 2016, revela acontecimientos de tomo y lomo: inicios del gobierno neoliberal de Mauricio Macri y triunfo de Donald Trump; bulliciosa aparición de Milei en los canales de aire y redes “libertarias” (2017); victorias electorales de AMLO (2018) y Jair Bolsonaro (2019) y golpes de Estado en Bolivia (2019) y Perú (2022).
Ocho. Un periodo en que al decir de Rosa Miriam Elizalde en un excelente ar tículo, “las nuevas aplicaciones hacen que cada vez sean más fáciles de producir y más difícil de identificar su falsedad, mientras la regulación y control va por detrás del desarrollo de estas tecnologías” (“Los troles al poder”, La Jornada, 1/2/24).
Nueve. Observación que empata con la de Mario Campuzano cuando advierte que “… las redes convierten al periodo de elecciones en una verdadera prueba para la capacidad de raciocinio de la población […]. Quienes buscan conservar su individualidad son atacados a veces ferozmente” (“Sicología de masas y elecciones”, La Jornada Semanal, 26/11/23).
Diez. El maestro y tutor de los libertarios que operan en las redes es el ultraderechista estadunidense Steve Bannon, quien durante siete meses se desempeñó como estratega jefe de la Casa Blanca en el gobierno de Trump, hasta ser desplazado por el sionista Jared Kushner, yerno del presidente.
Once. La consigna de Bannon a sus fieles es muy simple: “saturar el campo de mierda”. Y quien aspira a convertirse en el Bannon sudamericano es el argentino Fernando Cerimedo, estratega digital de Milei que participó en la campañas de Bolsonaro (2018), y el chileno José Antonio Kast (2021), y en Brasil, donde alentó el golpe de Estado contra Lula (2023), tiene una condena por estafa y defraudación.