Ambos levantaron la manos como para abrazar la confianza, pero Marco Verde era el vencedor ante el británico Lewis Richardson por 3-2. Ahora se abre la oportunidad de pelear por una medalla de oro en París 2024. De lograrlo, sería apenas la tercera dorada para México en poco más de un siglo de boxeo olímpico. Verde devolvió así al pugilismo mexicano un poco de la dignidad perdida tras décadas de resultados magros en Juegos Olímpicos.
Después de la plata de Héctor López en Los Ángeles 1984, transcurrieron más de 30 años en los que sólo se consiguieron tres preseas de bronce: Mario González Lugo, en Seúl 1988; Cristian Bejarano, en Sidney 2000, y Misael Rodríguez, en Río de Janeiro 2016. Ribete épico Una mera anécdota, si no se tratara de un deporte que se considera enraizado en la identidad y la sensibilidad de un país.
Volver al medallero en el cuadrilátero y a una final, ya tienen un ribete épico en la carrera de Verde, sobre todo porque los resultados de las últimas décadas son poco optimistas. Con el bronce asegurado tras ganar la semifinal, el de Mazatlán no quería quedarse instalado en ese peldaño del podio que no han superado lo últimos tres medallistas olímpicos.
Dijo que quería morirse en el intento y demostró que voluntad no le falta. El británico Richardson, quien fue campeón europeo en 2022, también llegó con esa aspiración y tuvo momentos de genuina inspiración que hicieron el combate muy cerrado en la categoría de los 71 kilogramos.
Verde, 1.80 metros de estatura de cuerpo sólido y musculoso, lucía con más vigor que su adversario inglés con su 1.87, más espigado. Apenas empezó el combate, el mexicano se apropió del ritmo y el curso del primer episodio. Con combinaciones de dos golpes, mayor fuerza en los impactos y un buen repertorio ofensivo, sometió a su rival.
Ese primer capítulo lo ganó el tricolor sin asomo de duda. El británico supo entender la situación en la que estaba metido y leer al mexicano. En el segundo episodio notó que Verde fue más impaciente y trataba de repetir la dosis anterior atacando al rostro.
Marco Verde conecta con la izquierda al británico Lewis Richardson, a quien derrotó 3-2 para avanzar a la gran final y buscar la medalla de oro en los Juegos parisinos. Foto Ap
En ese cometido, estaba la clave para revertir la desventaja, Richardson aprovechó el descuido de la guardia contrincante para meter la derecha con solidez en varias ocasiones. Hubo más puntos a su favor y el round se lo llevó gracias a su inteligencia sobre la lona.
En la esquina de Marco Verde su entrenador Radamés Hernández lo urgía. “Ya vio que abres la guardia porque le quieres conectar arriba. Ahí es donde te mete la derecha. Dedícate a lanzar el jab al cuerpo y al contragolpe”, le apresuraba. El duelo estaba empatado y suponía un tercer episodio decisivo y con posibilidades para ambos. Salieron agresivos, pero sin olvidar que en un lance podían ser alcanzados por los puños del rival.
Verde puso en marcha la estrategia aconsejada. Esperaba y respondía veloz, con limpieza, mientras Richardson trataba de apoderarse del centro del cuadrilátero para exhibir un dominio en la pelea que influyera en la decisión de los jueces. Los golpes que asestó el mexicano fueron más potentes y certeros, aunque su adversario no dejó de enviarle los puños que también lograba impactarlo. La puntería y contundencia, sin embargo, estaban del lado tricolor.
Cuando esperaban el veredicto, ambos alzaron las manos al cielo como antenas que esperan una señal reveladora, lucían convencidos de que habían ofrecido un gran combate. La victoria fue de Verde, de todo un país, de un deporte que se dice está inscrito en la cartografía sentimental de los mexicanos, pero que ha pasado por años famélicos.
El de Mazatlán buscará el tercer oro para México en la historia del boxeo olímpico. El rival es Asadkhuja Muydinkhujaev, de Uzbekistán, país que también tiene una relación sentimental con este deporte. Aunque el kurash es la disciplina de lucha más popular en el país asiático, una competencia en la que los contrincantes intentan derribarse, desde el primer oro que ganó Muhammadqodir Abdullayev en Sidney 2000, el boxeo es una práctica de orgullo nacional.
En Río de Janeiro 2016 los uzbekos conquistaron siete medallas. Si Verde consigue la hazaña, su nombre se escribirá en letras de oro junto al de Ricardo Delgado y Antonio Roldán, campeones de México 1968.