El sector energético a nivel mundial siempre se encuentra cambiando, por eso es importante voltear a ver lo que pasa en otras partes del globo. ¿Qué discusiones se están dando y qué políticas se están implementando? ¿En qué consisten y qué alcances tienen en el contexto de la transición energética y el ámbito energético en general?
Empecemos por Estados Unidos. El candidato Donald Trump, en su discurso en la convención republicana, estableció que en su política energética, en caso de ganar, prevalecería la producción de petróleo y gas, con el objetivo de suministrar a todo el mundo. Los demócratas prometen acelerar la transición energética con la aplicación de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés). Contrario al discurso demócrata, en 2023 Estados Unidos produjo 12.9 millones de barriles diarios, más que cualquier país en la historia, y es el mayor productor y exportador de gas natural del orbe. Dato curioso, durante los tres primeros años de la administración Biden, de acuerdo con el Departamento del Interior, se han dado 50 por ciento más permisos de perforación para petróleo y gas que durante la administración de Trump. El 1º de julio, un juez federal dio un revés a la pausa para emitir permisos de exportación de gas natural en Estados Unidos.
En materia eléctrica, según datos de la Asociación Americana de Energía Pública, las empresas estatales que dan ese servicio en aquella nación ofrecen tarifas entre 12 y 45 por ciento más baratas que las empresas privadas. Ya dan el servicio a uno de cada siete clientes en el vecino país del norte. Y continúan los apagones en diversas zonas de Estados Unidos por la falta de inversión en redes eléctricas (se puede dar seguimiento en http://poweroutages.us).
En Latinoamérica, la producción petrolera de Guyana sigue aumentando, pasando de alrededor de 100 millones de barriles diarios a poco más de 600 millones y se proyecta que para finales de 2025 esté cerca de 900 millones de barriles diarios. Guyana se encuentra en el ojo del huracán, países del “norte global” le piden que no extraiga petróleo, Guyana señala la hipocresía. Exxon consiguió un permiso para continuar operaciones en Venezuela y exportar ese petróleo a Estados Unidos. La empresa estatal brasileña Petrobras tuvo literalmente que rescatar a Argentina y le vendió un buque de gas natural que evitaría un apagón total en su territorio, dejando claro la importancia de la soberanía energética.
Del lado europeo, la discusión de la independencia energética y alimentaria se encuentra más viva que nunca. En mayo, Rusia suministró más gas natural licuado (GNL) a la Unión Europea (UE) que cualquier otra región. De hecho, la UE es su principal comprador del GNL y de gas por ducto, así como el segundo comprador de gas licuado de petróleo y tercer comprador de petróleo crudo. A pesar de las sanciones, los ingresos petroleros de Rusia se encuentran ya por arriba del nivel “preconflicto”. Las exportaciones a la UE de países como Kirguistán, Kazajistán y Azerbaiyán se han multiplicado, lo mismo ha pasado con las exportaciones de Alemania, Polonia, Italia, Australia y España a esos países asiáticos, muy probablemente para evadir las sanciones.
En el tema de soberanía alimentaria, la UE discute soluciones a su dependencia de Rusia en materia de fertilizantes. Actualmente importan 30 por ciento, llegando a 80 por ciento en casos como el de Francia. Se discute cómo rescatar la industria petroquímica del continente, en especial ahora que los altos precios de la electricidad están haciendo inviable esa industria en Alemania. Subsidios multimillonarios se encuentran sobre la mesa para no permitir que esa industria se vaya del continente. A esto se añaden los masivos subsidios al sector energético para cubrir los costos tan altos en Alemania (este año se etiquetaron 20 mil millones de euros para este propósito). Algo importante de destacar es que esos subsidios van a garantizar la rentabilidad de las empresas privadas. En México, como comparación, los subsidios eléctricos son de alrededor de 3.5 mil millones de euros, van directo al consumidor.
En un giro de 180 grados, España y Portugal han logrado tener los precios de la electricidad más bajos. La solución fue la intervención del Estado para aplicar “la excepción Ibérica” y modificar el mercado marginalista. El Estado logró lo que en más de 30 años el mercado no pudo. La UE aprobó también una reforma energética en la cual uno de sus principales objetivos es “incrementar la independencia energética” del continente.
En Reino Unido los laboristas incluyen en su plataforma de gobierno la creación de una Ley de Independencia Energética, así como la creación de la empresa estatal Great British Energy para reducir el alto costo de la energía. De igual manera se discute la renacionalización de los servicios de trenes de pasajeros, de distribución de agua potable y del operador de las redes eléctricas.
Como vemos, los problemas, discusiones y soluciones en el sector energético son muy variados, pero la constante es el cambio. México no es una isla en el tema y debemos continuar arreglando el desastre que nos dejó la reforma energética de Peña Nieto, es momento de cambiarla por completo.
X: @aloyub