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Carlos Tello Macías: el intelectual del servicio público

04 de agosto de 2024 00:02

Hace poco más de un año, el 22 de junio de 2023, la Facultad de Economía realizó un emotivo homenaje a Carlos Tello Macías, profesor emérito, servidor público íntegro y ejemplar, estudioso de la economía mexicana, economista político comprometido con la construcción de un país democrático y justo. Hoy tenemos que hablar de su partida, recordar sus pláticas informadas y tomar nota de su legado, siempre pedagógico a la vez que comprometido, comprometedor.

Carlos nos deja su compromiso claro, valiente y sin cortapisas con México y siempre con la Universidad Nacional. También el recuerdo imborrable de una honestidad intelectual y política entendida como conducta pública y cotidiana. El magisterio como forma de vida y la disciplina como atributo obligado del servidor público.

Sólido economista político, con sus clásicos siempre por delante, se empeñó en convertir sus conocimientos y destrezas en políticas y prácticas del sector público, en vectores maestros para tener una sociedad menos injusta, sin pobreza masiva, más dialogante y deliberativa. Toda una gesta de enseñanza que él llamaría de aprendizaje.

Larga fue su saga como servidor público. Lo recuerdo en 1965, cuando comencé a trabajar con él en la Secretaría de la Presidencia en la Comisión Intersecretarial para la Planeación, junto con Rafael Izquierdo, quien representaba a la Secretaría de Hacienda; en la Subsecretaria de Ingresos en Hacienda y, en 1977, en la Secretaría de Programación y Presupuesto de la que renunció por desacuerdos fundamentales con el presidente. Una dimisión que fue lección de honestidad y entereza, nada usuales desde entonces.

Luego, en la dirección de la Financiera Nacional Azucarera y, al final del gobierno del presidente López Portillo, como uno de sus principales colaboradores en la nacionalización de la banca en 1982, en medio de una crisis que apenas anunciaba las profundas brechas y carencias que siguen marcando nuestra economía política y al propio Estado. Carlos entonces fue nombrado director del Banco de México por un breve lapso y estigmatizado con una campaña ruin y majadera instrumentada por quienes veían en la nacionalización un peligro para sus insanos privilegios.

Tras años de retiro y estancias de investigación en Estados Unidos, fue embajador en Portugal, luego en la URSS que se demolía y en Cuba, donde vivió algunos de los años crueles del periodo especial.

Su estancia en el sector público terminó dignamente en el Consejo Consultivo del Pronasol, donde auspició investigaciones pioneras para una política social que apenas se asomaba, y el Instituto Nacional Indigenista.

Su cercanía y compromiso con la Universidad Nacional fueron proverbiales. Se desempeñó como profesor de Pensamiento económico, compartiendo las virtudes de sus visitados clásicos, con David Ricardo al frente fue profesor de tiempo completo y, en 2019, designado profesor emérito de la UNAM.

Un intelectual público en todo el sentido de las palabras. Una vida y una voluntad desplegadas para contribuir al desarrollo nacional, fortaleciendo al Estado y a las instituciones, acompañadas por su actividad académica y su asidua dedicación a la escritura de textos que hicieron época. Carlos fue un prolífico autor y sus obras fueron y serán glosadas por muchos, porque en ellas están algunos de los núcleos decisivos de nuestra circunstancia.

Lo cito arbitrariamente: “Se viven tiempos de estancamiento productivo, dislocaciones financieras complejas, extendido desempleo en varios países (sobre todo entre la juventud), comercio entre las naciones amenazado y deterioro en las condiciones de vida material…

“La desigualdad en la distribución del ingreso persiste y en varios países ha aumentado. La inflación se reaviva. El intercambio comercial comienza a verse con recelo (…) Lo anterior en parte explica el resurgimiento actual de un nacionalismo excluyente en los países de economía avanzada con planteamientos comunes: nacionalismo económico, antiglobalización, antiUnión Europea, hostilidad frente al establishment político y ante la política en general” (Carlos Tello y Jorge Ibarra, La revolución de los ricos, 2ª edición, México, FCE/Facultad Economía-UNAM, 2020, pp: 18 y 19).

Junto con mi inolvidable Lalo Pascual, tejimos una curiosa camaradería: lo mismo compartíamos la película del día que textos de literatura política estadunidense y, a veces, inglesa. Amistad larga y generosa, de interminables pláticas y discusiones, de ilusiones y esperanzas.

Su recuerdo es, tiene que serlo, invitación a asumir su legado y aceptar su convocatoria: pensar y tomar en serio el papel y el poder de las ideas; aprender a debatir y confrontar. Y, sobre todo, hacerlo con honestidad intelectual y compromiso personal.

A Caty, su compañera, y a sus hijos Martha, Carlos y Javier, abrazos fraternales.



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