La detención de dos de los líderes del cártel de Sinaloa, una de las organizaciones criminales más poderosas del mundo, sacudió las noticias, y es que el pasado 25 de julio Ismael Mario Zambada García, El Mayo, y Joaquín Guzmán López, El Güero, hijo de El Chapo Guzmán, fueron detenidos por la FBI en un aeropuerto del área de El Paso, Texas, de acuerdo con las primeras versiones emitidas en medios de prensa.
Las hipótesis sobre su captura variaron rápidamente. Se mencionó que había sido entregado por el hijo de El Chapo, también que éste lo había secuestrado; que Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, los habría entregado, y finalmente que ambos habían llegado a un pacto de cooperación con las instancias de seguridad estadunidenses; pero además de ello, preocupa la falta de comunicación y coordinación entre los gobiernos, hasta ayer el Ejecutivo mexicano no tenía certeza sobre la situación de El Mayo Zambada, ya que aunque al día siguiente la información oficial refería que la avioneta en la que viajaban los narcotraficantes había salido de Hermosillo, Sonora, ocho días después el presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció que “todavía no se tienen todos los elementos” y que se encuentra en espera de los datos que le proporcionarán las instancias estadunidenses.
De lo que sí podemos estar seguros es que estas detenciones se traducen en un claro mensaje para la administración actual y es que en todo el operativo no participó el gobierno mexicano; e incluso, si es que fue pactada o no su entrega, México queda expuesto, ya que a pesar de que durante todo el sexenio se mencionó como narrativa presidencial la reducción de la injerencia de las agencias estadunidenses en nuestro país, éstas al parecer han continuado operando; si no: ¿cómo es que se realizó una captura tan pacífica?
Hasta ahora la versión más plausible es que ambos líderes se entregaron, incluso, en una aparente carta a la opinión publica el abogado de El Mayo asegura que la relación entre las familias de Ismael y Joaquín durante más de 50 años ha sido de impecable respeto, además de que afirma que hace más de cuatro años se iniciaron las pláticas con las autoridades estadunidenses que culminaron con lo sucedido el pasado 25 de julio.
El líder del cártel de Sinaloa es un problema de seguridad nacional y es que podría convertirse en un testigo que brinde información sobre nombres, rutas, casas seguras, cobros, pagos, modus operandi, etcétera. Además de que incluso, aunque suene exagerado, su captura si el gobierno estadunidense se lo propone podría convertirse en una forma de presión hacia nuestro país y quizá redireccionar acciones por parte de las agencias de seguridad del país vecino.
La preocupación en muchos de los personajes y líderes, tanto a nivel político como de seguridad en las organizaciones en México, podría hacerse patente en los siguientes días y es que se ha mencionado que Zambada era el responsable de lograr acuerdos con altos funcionarios en los diferentes niveles de gobierno durante muchas administraciones.
Otro de los puntos que deben ser vigilados atentamente es el posible incremento de la violencia en el país, y aunque hasta este momento se han desplegado elementos de la Guardia Nacional en el norte y pareciera que todo sigue en calma, es probable que la lucha por las plazas y las rutas se recrudezca en próximos días por lo que habrá que estar pendientes de las acciones del crimen organizado.
La opacidad que caracteriza a la detención de ambos capos y la falta de información de las autoridades es digna de análisis; poco hemos sabido. Sin embargo, se llevó a cabo la segunda audiencia ante el tribunal federal de El Paso, Texas, donde Zambada reapareció en silla de ruedas y luciendo una pulsera de un hospital lo que reafirma las teorías de un posible cáncer o una enfermedad grave; también se ha mencionado que Joaquín Guzmán López padece de problemas con la tiroides y la presión.
Diversas preguntas quedan pendientes: ¿es posible que Jesús Vicente Zambada Niebla negociara en nombre de su padre para que éste se entregara?, ¿se trata de una demostración de fuerza?, ¿cambiará la relación bilateral a una más unilateral?, ¿por qué algunos narcotraficantes han preferido negociar con los norteamericanos y no con las autoridades en México? Se dice que en política nada es casualidad y la detención de Zambada, quien está acusado de crimen organizado, lavado de dinero y distintos delitos relacionados con el narcotráfico en Estados Unidos podría prender las alarmas para muchos personajes en México, además de que, aunque no toda la información sea verdadera, ésta podría desatar caos solamente por la fuente que las emite.
Aunado a lo anterior, conviene tomar en cuenta la liberación que se ha decretado de Osiel Cárdenas Guillén, quien una vez en libertad, seguramente igual que otros ex convictos, retomará el control de sus organizaciones delictivas. El panorama se avizora complejo y violento.
*Consultor en temas de seguridad, inteligencia, educación, religión, justicia y política